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Grito wounaan en la selva de concreto II

El viernes se inauguró en el Museo de Trajes una exposición en pro de la “supervivencia cultural” de estos indígenas originarios del litoral Pacífico.

Alexandra McNichols-Torroledo *
12 de julio de 2015 - 02:00 a. m.
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Hoy los indígenas wounaans del litoral Pacífico colombiano están amenazados por el conflicto armado y la extrema pobreza en que viven. Ellos están en medio de la guerra por el control del negocio de la droga y las armas entre los grupos neoparamilitares y las guerrillas del Eln y las Farc. A pesar de que esta situación los ha puesto en grave riesgo de extinción, la comunidad indígena está resistiendo por su supervivencia cultural y por proteger sus propiedades. Las generaciones de wounaans que han crecido en desplazamiento en las ciudades y que no conocen la selva le piden a su dios Ewandam retornarlos a su territorio ancestral donde fueron creados a la orilla de la playa.

Desde hace una década los wounaans viven en un ciclo de permanente confinamiento y desplazamiento el cual se ha incrementado sustancialmente en los últimos cinco años. El pasado 10 de junio, 110 wounaans se desplazaron de la comunidad El Papayo, en Chocó. Entre septiembre y noviembre del año pasado fueron 920 indígenas de varias comunidades en el Valle del Cauca. En 2013, 3.000 veinte wounaans de Chocó y del Valle estuvieron confinados con movilidad limitada de sus actividades bajo el control de los actores armados.

La política wounaan ha sido la de permanecer en sus propiedades y desplazarse para proteger a la población más vulnerable. Ellos reciben constantemente amenazas específicas de reclutamiento a menores y de muerte a líderes indígenas. A esto se suma la coerción de la libre movilidad por el río San Juan y, por ende, la prohibición de sus actividades de sustento diario como lo son la pesca, la caza, la siembra de pan coger y su producción artesanal, lo que ocasiona una crisis humanitaria por falta de comida y de recursos.

La exposición “Macch Jeb: nuestro territorio / supervivencia cultural wounaan” es un tributo a la comunidad indígena y a sus formas de vida, en la que se cuentan la pintura corporal con jagua, las prácticas chamanísticas del benkuna (doctor espiritual) y los cánticos y bailes ceremoniales. Los wounaans producen pocas artesanías y productos debido al confinamiento, sin embargo, están educando a las mujeres en sus derechos y su papel en el conflicto armado. Los bekunas, los líderes y las mujeres rezan por la paz en frente de una canoa, como es su ritual.

Las fotografías de esta exposición fueron tomadas en un viaje que hice en 2011 a Unión Pitalito, Chocó, con la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados en Colombia (Acnur), quien ha fortalecido a los wounaans con estrategias para defender los derechos de la comunidad en el conflicto armado y con la construcción de dichardis -casas tradicionales comunales- para los desplazados. A la vez, esta exhibición es una forma de agradecer a los indígenas del San Juan, quienes en sus canoas con tan sólo sus bastones sagrados, arriesgando las vidas de sus hijos y mujeres, fueron a rescatarnos de la guerrilla de la Farc, que mantuvo al equipo de las Naciones Unidas retenido por algunas horas.

La exposición y los talleres dictados por la comunidad wounaan cuentan con el apoyo del Museo de Trajes y la Fundación Universidad de América. Las fotos fueron donadas a la fundación Entre Paréntesis, organización sin ánimo de lucro encargada de promover la cultura indígena por medios audiovisuales y de recaudar los fondos que se necesitan para terminar la construcción de una casa para los desplazados wounaans que viven en Ciudad Bolívar. Esta casa fue diseñada por el arquitecto Steven Heller, quien lamentablemente fue asesinado este año y a quien se le rinde homenaje a través de sus proyectos, visibles en su página Stevenheller.org

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En memoria de un arquitecto

La exposición sobre la cultura Wounaan está ligada a un homenaje en memoria del arquitecto de 42 años Steven Heller, asesinado este año por hombres que lo atacaron con armas blancas para robarle la bicicleta en una zona rural de San Francisco, Cundinamarca. Entre otros proyectos sociales, Heller trabajaba en la construcción de una casa para los indígenas desplazados de esta comunidad y hacinados en Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá. Una amiga lo describe en este blog http://msbattuta.com/2015/03/31/genio-y-figura/: “Me abrió las puertas a la Colombia indígena, a la Colombia ecológica y vegetariana, y a la de la exclusión social, que él combatía igual que Gandhi: sonriendo y ayudando”.

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Especial multimedia sobre indígenas en El Espectador

En 2013, El Espectador buscó a la etnia Wounaan para reunirla con el nobel de Literatura francés J. M. G. Le Clézio, quien vino a Bogotá y quería saber de la suerte de los sabios con los que vivió en la selva en 1970. El gobernador Sercelino Piraza apareció como desplazado por la violencia en Ciudad Bolívar y se reunió con el novelista en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, encuentro del que surgió la crónica “Le Clézio volvió a la selva”, del periodista Nelson Fredy Padilla y publicada el 28 de abril de 2013. El 30 de marzo de 2014, junto con el fotógrafo Luis Ángel revelaron en texto y video el drama de los indígenas hacinados en el reportaje “Grito wounaan en la selva de concreto”, junto con un especial sobre la realidad de 10 culturas indígenas no reconocidas como cabildos en Bogotá (“Una política para los indígenas urbanos”, escrito por el periodista Santiago Valenzuela). Acá otro de los textos.

 

* Fotógrafa documental. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Externado de Colombia y luego hizo un MFA en fotografía en la Universidad de Indiana. http://alexmcnichols.wix.com/

Por Alexandra McNichols-Torroledo *

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