Guy de Maupassant: suspenso y naturalismo en el relato corto
El escritor y naturalista francés escribió diferentes cuentos y seis novelas. Varias de sus obras han sido adaptadas al cine.
Mónica Acebedo
“Lo mejor sigue siendo París -dijo- con las mujeres pasa como con las antigüedades: las apreciamos más en los lugares en donde no esperamos encontrarlas; pero realmente raras solo se las encuentra en París”. -”La bella desconocida”
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“Lo mejor sigue siendo París -dijo- con las mujeres pasa como con las antigüedades: las apreciamos más en los lugares en donde no esperamos encontrarlas; pero realmente raras solo se las encuentra en París”. -”La bella desconocida”
El discípulo favorito de Gustave Flaubert, Guy de Maupassant (1850-1893), fue una de las plumas más transgresoras de la literatura decimonónica en Francia. Su obra se balancea entre el Realismo y el Naturalismo y, al mismo tiempo, golpea la puerta de lo fantástico y lo irracional. Precisamente esta fusión lo convierte en un escritor sumamente moderno. María José Furió se refiere a la estructura estética de su obra: “Los críticos más favorables a Maupassant destacan, precisamente, el carácter ‘luminoso’ de su prosa, la virtud transparente, fluida, de sus descripciones; lo equiparan al pintor impresionista que trata de, y consigue, transmitir el fragmento de vida, materia de su arte, mediante la vibración de la luz. En esta vibración que el artista transmite por la suma de detalles, sin necesidad de una línea continua (balzaquiana) entre ellos, nos descubre el latido de la vida”. (Lecciones de literatura universal, Cátedra, 2012, p.720).
Nació el 5 de agosto de 1850 en Dieppe, Normandía. Su familia era de origen aristocrático; su madre, cercana a Flaubert, le pidió que lo acogiera y le enseñara. Se inició en la educación religiosa, pero pronto despreció la vida monástica y fue expulsado. Empezó a estudiar Derecho, aunque tuvo que retirarse por la guerra entre el Segundo Imperio francés y el Reino de Prusia. En 1880 publicó el cuento “Bola de Sebo” que tuvo mucho éxito, y se convirtió en uno de los principales representantes del Naturalismo francés (movimiento literario que expresa la realidad a partir de la observación y el comportamiento social de la manera más objetiva posible). En ese cuento hace una crítica expresa a la aristocracia francesa. La mayoría de su obra se centra en relatos cortos, también escribió algunas novelas; probablemente la más célebre: “Pierre y Jean” (1887); numerosos ensayos y artículos de prensa. Tuvo varias crisis de salud mental y algunos intentos de suicidio. Murió en París el 6 de julio de 1893, en un hospital siquiátrico.
Su prosa ha sido considerada como una fotografía de su tiempo, siguiendo la escuela del Naturalismo que dibuja fielmente a la sociedad de su época. Sus escritos son cotidianos, sencillos y directos; los personajes presentan profundidad sicológica; la voz narrativa es externa, omnisciente, impersonal, no se involucra en los relatos; es también un maestro del suspenso (casi siempre en la mente del lector) y representa con detalle la individualidad de los objetos. Precisamente, en el prólogo de Pierre y Jean, el autor se refiere a la descripción así: “Sea cual sea lo que queremos decir, existe una sola palabra para expresarlo, un verbo para animarlo y un adjetivo para calificarlo. Por lo tanto, es preciso buscar, hasta descubrirlos, esa palabra, ese verbo y ese adjetivo, y no contentarse nunca con algo aproximado, no recurrir jamás a supercherías, aunque sean afortunadas, a equilibrios lingüísticos para evitar la dificultad”.
Recordemos algunos de sus relatos memorables: “La casa Tellier” (1881) narra la historia de una casa de citas en un pueblo, donde se juntan hombres de diversa condición social y económica. Un día, cuando llegan los clientes, la casa tiene un letrero que avisa: “Cerrado por causa de primera comunión”. La Madame que maneja la casa se va con sus cinco mujeres a celebrar la primera comunión de su sobrina en otro pueblo. Es una ceremonia emotiva, religiosa (las prostitutas recuerdan la época en la que eran puras). Luego, regresan, y para celebrar la ocasión, Madame da mejores precios. El cuento presenta contrastes, situaciones cotidianas y el oficio de la prostitución como cualquier otro.
“El collar” (1884) es otro relato simbólico: Matilde es muy hermosa y ambiciosa, pero como no tiene dinero le toca casarse con un funcionario de instrucción pública. Eventualmente, llega una invitación a una cena y ella se pone feliz. El marido accede a darle el dinero para un vestido, pero se ve obligada a pedir prestada una joya a una amiga. Disfruta el baile, luce muy hermosa, pero al regresar se da cuenta de que ha perdido la joya. La pareja se ve forzada a pedir dinero prestado para comprar una joya igual y devolverla a su amiga. Pasan diez años de trabajos y de dificultades para pagar el préstamo y después de un tiempo se encuentra con la amiga, le cuenta lo sucedido y la amiga le dice que la joya era falsa. Es una crítica a las diferencias de clases, a la ambición y la necesidad de aparentar de la clase burguesa.
“El Horla” (1886) relata la vida de un hombre que vive en el campo solo con sus criados. Empieza a notar que, mientras duerme, suceden cosas extrañas: sus jarras de agua y de leche aparecen vacías. Al comienzo cree que es sonámbulo, pero luego supone que algo paranormal está ocurriendo. Se va a París donde un amigo, quien le hace un experimento hipnótico. De regreso a su casa siente la presencia de un cuerpo invisible al que llama el Horla. Toma la decisión de acabar con él y opta por prender fuego a la casa, pero se le olvida que sus criados están en el interior. En este cuento hay una irrupción de lo irracional dentro de lo realista, que da cuenta de la fragilidad de la mente humana.
En suma, Guy de Maupassant fue un escritor que logró aprehender la cotidianidad en sus escritos; fue un maestro en las descripciones concretas, en la ironía y el suspenso; experto en mostrar sin necesidad de contar, a partir de una estructura que involucra al lector y, sobre todo, en plasmar, con ojo del científico, la complejidad de las relaciones humanas.