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                                                                                                                                Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                Hablemos de cómo hablamos de pódcast

                                                                                                                                Una diatriba sobre la importancia de este producto sonoro que cada vez ocupa espacios más influyentes en la sociedad actual.

                                                                                                                                Tomás Uprimny Añez * / Especial para El Espectador

                                                                                                                                Cada vez hay más millones de personas estimulando su cerebro a través de pódcast en todo el mundo.
                                                                                                                                Foto: pixabay
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Hijo pródigo del imperio del norte, el pódcast exige abundante mano de obra: a los proletarios que ensamblamos los episodios, confeccionamos los guiones y taladramos férreos archivos hasta encontrar la gema imposible, que nos empeñamos en hacer bien lo que hacemos y en dejar una obra irreprochable y hecha de luz, aunque pocas veces lo logremos, nos llaman impúdicamente productores. Lo he hablado con varios colegas y estamos en conversaciones preliminares para fundar un sindicato y pelear por la dignidad extraviada de la palabra periodista. Dejemos la producción en manos de los talibanes del capital, tan diabólicamente productivos que tienen a la humanidad en el límite mismo del colapso ambiental.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Luego, ay, está el bendito tráiler, que en español tiene dos acepciones –ambas, por lo demás, préstamos ilegales del inglés–: un tipo de remolque y el avance de una película. Aunque al principio no dejó títere con cabeza, la sofocante embestida del tráiler terminó por estrellarse con la caprichosa serenidad ética de las partisanas atrincheradas en (De eso no se habla), la serie documental que traza un mapa de los truenos subterráneos del pasado de España (y cuyo título se escribe así, entre paréntesis) y que, en vez de un corrosivo tráiler, incluye un prólogo feliz.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                En el zaguán de la posada española del storytelling, custodiándola, retumba el trueno de la voz en off. Sin embargo, este es un solemnísimo vocablo que despachamos en media línea, porque no es otra cosa que el narrador que cuenta el cuento. Es decir: Odiseo es la voz en off de la Odisea. (Y Homero, de paso, su productor).

                                                                                                                                En fin, volvamos al inicio para sellar esta diatriba histérica. Ya tendremos ocasión de discutir las demás incursiones terroristas del inglés en la frágil comarca del español sonoro: newsletter, mid roll, jingle, tape, track, listener, pitch. El oficio de recopilar sonidos, la bella paradoja alquimista de volver eterno lo efímero, no puede permitirse el escarnio de quedarse sin nombre como un bien mostrenco o un niño expósito. Hace unos días, en medio de una reunión administrativa convocada para discutir los estatutos de nuestro imberbe sindicato, inspirado por el aroma de un café engañoso que rápidamente mutó en cerveza, propuse fonosofía –la sabiduría del sonido, en griego antiguo, cuya radical inexistencia me indica Word con una temblorosa rayita roja–. Pero luego, al repetirla en voz alta, me di cuenta del fracaso de mi utopía lingüística, y abandoné el barco. En mi mente, una voz agónica susurró: eres un fonocida.

                                                                                                                                Y en esas estamos, my friends.

                                                                                                                                * Periodista (exproductor) en La No Ficción (@lanoficcion). tomas.u@lanoficcion.com

                                                                                                                                Cada vez hay más millones de personas estimulando su cerebro a través de pódcast en todo el mundo.
                                                                                                                                Foto: pixabay
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Hijo pródigo del imperio del norte, el pódcast exige abundante mano de obra: a los proletarios que ensamblamos los episodios, confeccionamos los guiones y taladramos férreos archivos hasta encontrar la gema imposible, que nos empeñamos en hacer bien lo que hacemos y en dejar una obra irreprochable y hecha de luz, aunque pocas veces lo logremos, nos llaman impúdicamente productores. Lo he hablado con varios colegas y estamos en conversaciones preliminares para fundar un sindicato y pelear por la dignidad extraviada de la palabra periodista. Dejemos la producción en manos de los talibanes del capital, tan diabólicamente productivos que tienen a la humanidad en el límite mismo del colapso ambiental.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Luego, ay, está el bendito tráiler, que en español tiene dos acepciones –ambas, por lo demás, préstamos ilegales del inglés–: un tipo de remolque y el avance de una película. Aunque al principio no dejó títere con cabeza, la sofocante embestida del tráiler terminó por estrellarse con la caprichosa serenidad ética de las partisanas atrincheradas en (De eso no se habla), la serie documental que traza un mapa de los truenos subterráneos del pasado de España (y cuyo título se escribe así, entre paréntesis) y que, en vez de un corrosivo tráiler, incluye un prólogo feliz.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                En el zaguán de la posada española del storytelling, custodiándola, retumba el trueno de la voz en off. Sin embargo, este es un solemnísimo vocablo que despachamos en media línea, porque no es otra cosa que el narrador que cuenta el cuento. Es decir: Odiseo es la voz en off de la Odisea. (Y Homero, de paso, su productor).

                                                                                                                                En fin, volvamos al inicio para sellar esta diatriba histérica. Ya tendremos ocasión de discutir las demás incursiones terroristas del inglés en la frágil comarca del español sonoro: newsletter, mid roll, jingle, tape, track, listener, pitch. El oficio de recopilar sonidos, la bella paradoja alquimista de volver eterno lo efímero, no puede permitirse el escarnio de quedarse sin nombre como un bien mostrenco o un niño expósito. Hace unos días, en medio de una reunión administrativa convocada para discutir los estatutos de nuestro imberbe sindicato, inspirado por el aroma de un café engañoso que rápidamente mutó en cerveza, propuse fonosofía –la sabiduría del sonido, en griego antiguo, cuya radical inexistencia me indica Word con una temblorosa rayita roja–. Pero luego, al repetirla en voz alta, me di cuenta del fracaso de mi utopía lingüística, y abandoné el barco. En mi mente, una voz agónica susurró: eres un fonocida.

                                                                                                                                Y en esas estamos, my friends.

                                                                                                                                * Periodista (exproductor) en La No Ficción (@lanoficcion). tomas.u@lanoficcion.com

                                                                                                                                Por Tomás Uprimny Añez * / Especial para El Espectador

                                                                                                                                Temas recomendados:

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