Han Kang, la nueva Premio Nobel de Literatura, y la portada de su nueva novela traducida al español.
Foto: Cortesía Penguin
Caía una nieve rala.
La llanura en la que me encontraba lindaba con una colina, sobre cuya ladera estaban plantados miles de troncos negros. Gruesos como durmientes de ferrocarril, tenían todos alturas distintas, como si fueran personas de diferentes edades. Sin embargo, los maderos no eran rectos como durmientes, sino ligeramente ladeados y curvos, como si fueran miles de hombres, mujeres y niños flacos con los hombros caídos y cubiertos de nieve.
«¿Será un cementerio? ¿Esos maderos serán las lápidas?», me preguntaba.