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Velia Vidal, nacida en Bahía Solano (Chocó), es escritora, promotora de lectura y la fundadora y directora de la Corporación Educativa y Cultural Motete. Es columnista de Cambio y, además, la única colombiana incluida dentro la lista de las 100 mujeres influyentes e inspiradoras, que cada año publica la BBC.
Hoy, participó en la Feria del Libro Infantil de Bolonia, que tiene lugar hasta el próximo 9 de marzo. En el panel, llamado “Conexiones transatlánticas: literatura, infancia y juventud”, la acompañaban Anel Perez, Directora de Literatura y Promoción de la Lectura en la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, de México; Bel Santos Mayer, coordinadora de proyectos en el Instituto Brasileño de Estudios y Apoyo Comunitario Queiroz Filho y gestora de la Red de Lectura LiteraSampa, de Brasil; y William Adjété Wilson, ilustrador, de Togo y Francia.
¿Cuál fue su enfoque para abordar el tema de las conexiones transatlánticas en la literatura afrodescendiente?
Colombia tiene históricamente esa conexión trasatlántica, por la presencia de las personas afro que fueron llevadas en condición de esclavización y sometimiento a América. Nosotros los afrocolombianos somos sus descendientes. Para mí es importante que el público aquí en Italia y en el mundo entienda el alto número de colombianos afrodescendientes que somos, superamos los 10 millones. Esto se ha invisibilizado y mucha gente no asocia a Colombia con una población afro representativa. Esta conexión cultural y social no puede ser invisibilizada. Ahora, esto no se traduce en una conexión asociada hoy a los nexos culturales, desde la institucionalidad o desde el universo del libro, esto que es lo otro que tendría que señalar. Adicionalmente, los niños afrocolombianos desconocen esa raíz o tienen una relación con ella mediada por el racismo, los estereotipos y la estructura colonialista.
En “The danger of a single story”, Chimamanda Adichie dice que, de niña, no tenía referentes de literatura nigeriana y, por lo tanto, escribía sobre personajes blancos y creía que personas como ella no tenían espacio en la literatura. ¿En su infancia cómo fueron esos referentes?
En mi infancia no había libros infantiles y juveniles en el entorno. En mi pueblo no había una biblioteca. Después, cuando llegué a Quibdó, había una, pero yo vivía en una zona donde no era fácil llegar a ella. Los referentes literarios era la tradición oral, que, por suerte, es tan fuerte en nuestro contexto. Por eso teníamos referentes locales, pero eso no era considerado como literatura. Yo llegué a la literatura por los libros de texto, los libros escolares. Ahí había poemas, cuentos, pero ahí no estábamos nosotros. Eso vine a explorarlo ya grande, creo que el primer libro de representación afro que conocí fue después de mis 30 años.
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¿Cómo ve esos referentes literarios para los niños y niñas hoy?
Por suerte, hemos crecido, hay más literatura infantil con referentes afro, pero sigue siendo muy poca. Hoy es mi segundo día en la feria y, excepto en Brasil y en África, la ausencia es altísima. Siento que cada vez hay más interés en esto. Ayer, por ejemplo, conocí una editorial de Reino Unido enfocada en hacer difusión de literatura infantil con representación afro y están muy interesados en el nuevo libro que estamos haciendo con Lazo Libros y Geraldine Ramírez sobre el Chocó biogeográfico. Esto llama mucho la atención por lo que mencionaba antes, no se asocia Colombia con lo afro y lo estamos anunciando en la Feria del Libro de Bolonia. Cada vez hay más esfuerzos en esta línea, pero sigue siendo mínimo y con el problema de que muchas de las cosas que se han hecho con buena intención, pero reproducen estereotipos en algunas palabras o algunas imágenes. Sin embargo, siento que es mucho más clara y presente la conversación y la muestra es que lo estamos hablando en esta feria.
Usted está hablando en un país europeo sobre literatura negra, ¿qué cree que significa eso en términos de retos y oportunidades?
Significa una gran oportunidad para los promotores de lectura que trabajamos con niños y niñas afro y para quienes estamos escribiendo desde nuestro lugar de enunciación como hombres y mujeres afro, pero también es un reto para los editores que nos están escuchando hoy. Aquí hay editores de todas partes del mundo y me siento muy orgullosa de representar a Colombia y hablar de ese tema. Lo que vamos es a plantearle un reto a esos editores: ¿qué estamos haciendo para que un porcentaje tan alto de la humanidad se sienta bien representada e incluida en la literatura? Y hablo de “bien” porque tenemos que alejarnos de la asociación de África con lo precario, lo selvático y el estereotipo de la pobreza. Esto sin decir que no vamos a contarla, pero esa no es la única narración, como dice Chimamanda.
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El año pasado, usted fue reconocida por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes en el mundo. ¿En qué cree que radica esa influencia?
Me he hecho mucho esa pregunta desde que me anunciaron que entraba en esa lista. Y he descubierto que efectivamente ejerzo una influencia de la manera más linda que me puedo imaginar. En este momento hay al menos 300 niños y niñas leyendo unos libros que propuse que se prepararan para la Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó, que empieza mañana. En ella participan al menos 15,000 personas y es una idea que tuvo su germen en mí, aunque por supuesto un gran equipo es el que lo hace posible. Estoy provocando un encuentro muy significativo entre la autora infantil Pilar Lozano y un montón de niños y niñas del departamento y llegamos al hogar de 1,600 familias con contenidos que hemos desarrollado con un equipo. Es decir, influimos en las vidas cotidianas de muchas personas, que termina siendo el futuro.
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