Heliogábalo: “No me llames señor, pues soy una dama”
A propósito de su reclasificación como mujer trans, realizada por el Museo de North Hertfordshire, en el Reino Unido, recordamos algunos hechos ligados al emperador romano.
Danelys Vega Cardozo
Un hombre ataviado de dorado sostiene una copa. Seis personas lo acompañan en una mesa. Su mirada parece guiar a sus acompañantes, quienes dirigen su vista al compás del emperador. Todos contemplan la misma escena: hombres y mujeres atrapados entre pétalos de rosas; se dice que algunos de ellos fallecieron asfixiados. En 1888, aquello quedó inmortalizado en un cuadro: Las rosas de Heliogábalo. Su autor, Lawrence Alma-Tadema, se basó en un episodio narrado en la Historia Augusta, una compilación de biografías de emperadores romanos, para pintarlo. Sin embargo, se ha dudado de la fiabilidad del libro histórico y se ha llegado a considerar aquello como un acontecimiento inventado. Falso o no, lo cierto es que el protagonista de los hechos, Heliogábalo, ha sido retratado históricamente como un emperador polémico, hasta el punto de que el Senado ordenó borrarlo de la historia.
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Un hombre ataviado de dorado sostiene una copa. Seis personas lo acompañan en una mesa. Su mirada parece guiar a sus acompañantes, quienes dirigen su vista al compás del emperador. Todos contemplan la misma escena: hombres y mujeres atrapados entre pétalos de rosas; se dice que algunos de ellos fallecieron asfixiados. En 1888, aquello quedó inmortalizado en un cuadro: Las rosas de Heliogábalo. Su autor, Lawrence Alma-Tadema, se basó en un episodio narrado en la Historia Augusta, una compilación de biografías de emperadores romanos, para pintarlo. Sin embargo, se ha dudado de la fiabilidad del libro histórico y se ha llegado a considerar aquello como un acontecimiento inventado. Falso o no, lo cierto es que el protagonista de los hechos, Heliogábalo, ha sido retratado históricamente como un emperador polémico, hasta el punto de que el Senado ordenó borrarlo de la historia.
Con solo 14 años, Sexto Vario Avito Basiano asumió la responsabilidad de gobernar un imperio: el romano. Entonces, modificó su nombre: pasó a llamarse Marco Aurelio Antonino Augusto, aunque con los años la historia lo daría a conocer como Heliogábalo. Llegó al poder en el 218, gracias al plan orquestado por su abuela, Julia Mesa, quien se empeñó en derrocar al emperador Macrino para que su nieto lo reemplazara. Para lograrlo, expandió un rumor falso: el de Heliogábalo como hijo ilegítimo de Caracalla, el exemperador romano y sobrino de Mesa, quien fue asesinado en el 217. El rumor no bastó, así que el título fue resuelto en un confrontamiento.
El 8 de junio de 218, las fuerzas militares de Macrino y Heliogábalo se enfrentaron en una batalla, en Antioquía, capital de la provincia romana de Siria. Macrino fue traicionado por algunos de sus soldados, quienes, en medio del confrontamiento, decidieron unirse a las tropas de Heliogábalo. Aquello implicó su derrota y posterior ejecución. Mientras tanto, Heliogábalo se declaró emperador sin el aval del Senado, que llegó tiempo después. Pero, más tarde, los miembros de aquel órgano se arrepintieron de su decisión.
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En el edificio del Senado, por orden del nuevo emperador, la estatua de la diosa Victoria pasó a estar acompañada: encima de su escultura pusieron un retrato de Heliogábalo. Los senadores terminaron reverenciando a dos personajes: una diosa y un emperador. Así que un día, Gelio Máximo, miembro del Senado, planeó un plan para derrocar a Heliogábalo y subir al poder. Al final, lo único que consiguió fue la muerte.
Durante su reinado, el joven gobernante impuso el culto a su dios: El-Gabal, una deidad solar siria. De hecho, antes de su cargo como emperador, se desempeñó como sumo sacerdote de aquel dios en Emesa, su ciudad natal. El-Gabal pasó a llamarse Sol Invictus y, en una de las colinas de Roma, se erigió un templo para su veneración: Elagabalium. Aquella deidad adquirió un rango superior al padre de los dioses romanos: Júpiter. En uno de los libros de la Historia romana, Herodiano contó que, alguna vez, Heliogábalo obligó a los senadores a observarlo mientras bailaba cerca del altar del Sol Invictus.
Herodiano también narró que Heliogábalo se maquillaba en exceso e incluso se refirió a un rumor que pasaba de boca en boca: el intento del emperador por someterse a una cirugía para cambiar sus genitales por unos femeninos. Por eso, con el pasar de los años, algunos escritores llegaron a reconocerlo como la primera persona transexual, al menos la primera documentada.
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Hace unos cuantos días, se conoció que el Museo de North Hertfordshire, en el Reino Unido, organizará una exhibición sobre Heliogábalo que revive la polémica sobre su identidad sexual. En la muestra, el emperador será reconocido como una mujer, así que será designado bajo pronombres femeninos. Parece que, para esta decisión, se tuvieron en cuenta fuentes históricas como Dion Casio, quien narró que, en alguna ocasión, cuando un hombre le dijo a Heliogábalo “mi señor”, él le respondió: “No me llames señor, pues soy una dama”. Casio también compartió detalles sobre la apariencia del gobernante romano, a quien describió como alguien que usaba pelucas, se depilaba y pintaba los ojos. Sin embargo, algunos como Shushma Malik, profesora de la Universidad de Cambridge, desconfían de esas referencias.
Malik, quien fue consultada por la BBC, piensa que aquellas descripciones “pueden haber sido escritas para socavar al impopular emperador” y dice que en la literatura romana era común el uso de palabras femeninas para “criticar o debilitar a una figura política”. Por eso, hace un llamado para no creer al pie de la letra las afirmaciones realizadas por los historiadores sobre Heliogábalo. “No tenemos ninguna evidencia directa que venga de la mano de Heliogábalo mismo, de sus propias palabras”.
El 11 de marzo de 222, el cuerpo de un hombre descendió por el río Tíber. Mientras tanto, en algún lugar de Roma, fue arrojado el cuerpo de una mujer. Ninguno de ellos portaba ya su cabeza. Madre e hijo habían sido asesinados. Algunos de los que un día apoyaron a Heliogábalo, se deshicieron de él, incluyendo a su abuela. Ella al ver la baja popularidad que tenía su nieto entre su ejército y el Senado, intentó que Alejandro Severo, otro de sus nietos, subiera al poder. Aquel joven se ganó el cariño de la guardia del emperador, tanto como para preferirlo como su dirigente y matar a Heliogábalo. Severo se convirtió en el nuevo gobernante de Roma. Heliogábalo corrió la misma suerte que Macrino en tema de memoria: fue condenado por el Senado con el título de Damnatio memoriae. Con aquel decreto se pretendía borrar sus huellas; sus imágenes, monumentos, leyes y decisiones. Entonces, Júpiter recuperó el lugar que tenía, mientras Sol Invictus volvió a ser El-Gabal, pero lejos del imperio: en Emesa.
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