Hellman Pardo: “Todo comienza y concluye en el amor”
Entrevista con el poeta Hellman Pardo, que presentó en la Feria del Libro de Cali su libro “Apuntes para una disertación sobre el mar”.
Andrés Osorio Guillott
Quizá a modo de introducción: ¿Por qué un libro de poemas sobre el mar? ¿Por qué esa fijación por el agua?
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Quizá a modo de introducción: ¿Por qué un libro de poemas sobre el mar? ¿Por qué esa fijación por el agua?
Todos tenemos un monstruo desconocido que nos causa sobresalto. El mío es el mar. Más que por su magnificencia, le temo por su misterio. Como habitante de Bogotá, desde esta lejanía quiero desentrañar su movimiento y lo que puede decirme. Como habrás notado, un personaje que aparece con cierta constancia en mi obra es el agua. Persigo la lluvia y los ríos, su transparencia y nobleza. Continúo esa resonancia que, en este caso, me conduce al mar.
En el poema que lleva como título el mismo nombre del libro la muerte encuentra neumáticos en el agua. ¿Cómo logra usted hacer de un poema una pieza para hacer una crítica o una reflexión sobre una problemática como lo es en este caso nuestro daño al medioambiente?
Alguna vez encontré en una revista que ya no recuerdo una nota sobre cientos de bicicletas olvidadas a orillas del océano Índico, específicamente al sur de la India. No se especificaba quién las había arrojado o cómo habían llegado allí. ¿Acaso una grúa de dimensiones titánicas? ¿Un barco que encalló y tuvo que lanzarlas al agua? Se ignora. Pero estaban ahí naufragando, con su nado temeroso y oxidado. Más que una denuncia, es necesario tomar conciencia de nuestros propios despojos.
“De impotencia no mueren los navegantes”. Este verso me hace pensar en Maqroll El Gaviero y en cómo la vida se percibe de otra forma estando siempre en el agua, no en la firmeza de la tierra. ¿Qué cree que otorga el agua a la concepción o entendimiento de nuestra existencia?
El famoso gaviero de Mutis, Robert Louis Stevenson y varias historias de piratas que leía en la infancia estuvieron presentes al escribir este libro. Maqroll prefiere el agua, aunque, más que el agua, lo que desea es la distancia que impregna hacia los otros, su posibilidad de lejanía. En ocasiones es lo que yo prefiero: sostenerme solo en el agua, en su corpulencia.
Así como en Física del estado sólido, resulta interesante que su poesía no solo tiene referentes literarios, sino también científicos. ¿Por qué y cómo ha logrado reunir dos universos aparentemente distintos en su obra?
Mi formación es la ingeniería. Es cierto que ya no la ejerzo hace más de diez años, pero no es posible olvidar ese origen. La ciencia, las matemáticas, la física, contienen elementos que se consideran poéticos. Por ejemplo, la mayoría de las lunas de Urano llevan nombres de personajes de Shakespeare; las estrellas que observamos con tanto detenimiento ya no existen; los electrones necesitan ser excitados para movilizarse entre nosotros, en la tierra se encuentran elementos que se evaporan con solo el tacto… dime si lo que nombro no puede considerarse literario.
¿El amor es una contingencia? El código pirata, en su numeral 14, parece definirlo así…
Todo comienza y concluye en el amor.
“Todo puede ser la muerte…” ¿Usted cómo la ha experimentado, si es que sí ha sucedido? ¿Qué de lo cotidiano podría ser la muerte?
Aún no me he enfrentado a una gran pérdida. Sin embargo, en ocasiones la muerte ronda por otros ámbitos: extraviamos un gran amor, abandonamos un hogar, perdemos el rumbo y persistimos en ello. A cada tanto, la muerte se nos presenta con diversas máscaras.
“Los piratas no suelen llorar / porque serían lanzados por la borda”. ¿Qué puede haber de malo en llorar? ¿Usted cree que la fragilidad puede ser un defecto o algo que no se debe mostrar?
El llorar nos permite sentir con mayor ímpetu lo que nos golpea. Al escribir estas líneas, imaginaba que los piratas, esos supuestos hombres férreos e impetuosos, también lloraban en sus camarotes: por sus hijos, sus madres, sus amores perdidos. Más que una acción humana, llorar nos permite ser agua interior.
“No le temo a la muerte; no le temo a la horca / pero sí le temo a lo que vendrá después…”. ¿Qué podría venir después, además de Dios y el juicio que señala también en el poema “Doblones”?
Quizá lo que viene después es enfrentarnos a nosotros mismos en ese limbo que presupone es la muerte. No hay mayor temor que el vernos en un espejo interno, y reconocer que no nos gusta del todo lo que se asoma por allí. El pirata es un símbolo de una supuesta valentía, sin temor a los riesgos. ¿Quién no ha deseado ser pirata para soportar todo el peso del mundo?
“En todo corazón palpita una isla Clipperton / donde corsarios desamparados / entierran sus desgracias”. ¿Por qué sería el corazón el lugar para enterrar las desgracias?
En el corazón guardamos aquello que realmente somos: somos un monstruo marino, una lluvia que se precipita pero que no termina de caer, un río que no quiere contenerse.
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