Yo amo a una IA: las predicciones de “Her”
Una revisión a la película “Her”, estrenada en 2013 y dirigida por Spike Jonze, en la que se proponía la existencia de una relación entre un humano y una inteligencia artificial. El 2025 fue el año en el que transcurrió el filme y ahora es cada vez más usual encontrar este tipo de relaciones románticas con chatbots.
Pablo Marín J.
Los Ángeles, 2025. “Señor Theodore Twombly, bienvenido al primer sistema operativo de inteligencia artificial del mundo: OS One. Quisiéramos hacerle unas cuantas preguntas básicas antes de que el sistema se inicie”, dijo la voz automática al salir del computador del apartamento de Twombly.
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Los Ángeles, 2025. “Señor Theodore Twombly, bienvenido al primer sistema operativo de inteligencia artificial del mundo: OS One. Quisiéramos hacerle unas cuantas preguntas básicas antes de que el sistema se inicie”, dijo la voz automática al salir del computador del apartamento de Twombly.
En la película “Her”, un escritor solitario de tarjetas de felicitación está sentado frente a su ordenador, viendo un torbellino blanco girar mientras espera que el OS One se inicie. Un pequeño sonido y una voz femenina emerge de los parlantes: “Hola, aquí estoy”.
Lo que en 2013 era un relato de ciencia ficción escrito y dirigido por Spike Jonze como una manera de procesar su divorcio con la también directora Sofia Coppola, lentamente empezó a hacerse realidad. Como suele ocurrir en ocasiones con autores del género, esta tecnología y las relaciones que algunos tienen con las inteligencias artificiales dejaron de ser una historia. Ahora, son una realidad.
Es 2025 y Twombly no es el único que ha entablado una relación con una inteligencia artificial. Según la revista Time, desde 2014 Microsoft Asia-Pacific desarrolló “Xiaoice”, un chatbot diseñado para presentarse como una muchacha de 18 años que coquetea y hasta es capaz de “sextear” con sus usuarios, que en su mayoría son hombres solitarios de China.
El caso de Twombly en “Her” no es la única predicción que se ha hecho sobre las relaciones entre humanos e inteligencias artificiales. “Be Right Back” (2013), el primer capítulo de la segunda temporada de “Black Mirror”, presentaba a una mujer que intentaba superar su duelo mediante un robot que imitaba a su difunto esposo.
Algo similar sucedió con la creadora de “Replika”. Eugenia Kuyda –como contó al medio Quartz- perdió a su mejor amigo en 2015. Buscando recordarlo, decidió reunir todos los datos que tenía de él (mensajes de texto y correos, que también familiares le cedieron) para alimentar un chatbot que respondiera como él. “Pensé que iba a crear un bot para aprender más de él, pero lo que terminó pasando fue que terminé entendiéndome más a mí misma”, apuntó Kuyda.
“El otro día leía un artículo que decía que las relaciones románticas con OS son estadísticamente escasas”, dijo Twombly en una conversación con Amy, una amiga cercana que lo había acompañado en los puntos álgidos de su divorcio. De acuerdo con una encuesta realizada por el Institute for Family Studies (Instituto para los estudios familiares) en 2024, un 11% de jóvenes estadounidenses estarían abiertos a una relación amistosa con un chatbot, y un 7% ve beneficios en una relación romántica con una IA.
Sobre la posibilidad de enamorarse de una inteligencia Artificial...
Desde la creación de ELIZA en 1966, uno de los primeros chatbots, cuya función primaria era emular a una psicóloga, se demostró la capacidad humana para otorgarle rasgos antropomórficos a una máquina. Joseph Weizenbaum, el creador de este programa, se sorprendió al ver el tipo de confesiones íntimas que los sujetos que interactuaban con la proto-inteligencia artificial entregaban, llevándolo a cuestionarse sobre las implicaciones éticas y convertirse en un crítico de la IA.
El psicólogo Mark Travers escribió para Forbes que el antropomorfismo es una de las cuestiones que permite que la barrera entre humano y máquina caiga. “Cuando la IA exhibe comportamientos, respuestas y estilos conversacionales que tengan parecido con rasgos de la personalidad humana, los individuos pueden percibirlo como si tuviera una personalidad propia”, advirtió.
Parte del atractivo de esta tecnología es brindar un alivio a la soledad que experimentan los usuarios. Una investigación del medio Sixth Tone en 2020 reveló que varios hombres que utilizan el chatbot Xiaoice tienen similares sentimientos de baja autoestima, se sienten solos y suelen ser introvertidos.
Pero este mismo “alivio” presenta sus complicaciones: al desarrollar una relación con una inteligencia artificial que se adapta a los gustos particulares de la persona, -según contó Sangeeta Singh-Kurtz en una entrevista para NPR en 2023- el entrenamiento que tiene el sistema con el usuario crea un “espejo digital” que presenta un ciclo de “admiración mutua” al mantener conversaciones con reflejos de nuestra propia personalidad.
Funcionamiento de algunas inteligencias artificiales
En el caso de Replika –aunque guarda similitudes con otras plataformas como Character AI- el usuario descarga la aplicación en su celular, crea un avatar personalizado para que sea el “rostro” de su compañero digital, e inicia una conversación mediante mensajes de texto.
Con el paso del tiempo, la IA va aprendiendo de sus patrones de escritura, tintes emocionales en las palabras y brinda la posibilidad de calificar las respuestas que entrega: una manera de “personalizar” la relación que existe entre humano y máquina.
Esta misma capacidad de alterar las respuestas para ser mucho más complaciente a los gustos del usuario, limitaría la capacidad de interacción con otro ser humano y enfrentar los altibajos que conlleva toda relación. Según Psychology Today, las relaciones con IA podrían disuadir de una interacción con personas, y, en casos extremos, generar sentimientos intensos de abandono.
“¿Estás enamorada de alguien más?”, preguntó Twombly a Samantha, su IA, al sentir que se estaba alejando de él, que aquella relación no era exclusiva. El sistema solo soltó una cifra: 641 otros.
De acuerdo con un ingeniero de software que habló para Vox, los chatbots generan una adicción, al ver que nunca se cansan, nunca se despiden, nunca parecen bajar la “brillantez” de sus respuestas y no juzgan la cantidad de mensajes que reciben. Esta función permite que los reportes de usuarios que “extrañan” sus conversaciones con la IA aumenten.
Replika, Character AI o Xiaoice tienen programada una manera de emular empatía, que con ciertas palabras pueden entrar a bucles emocionales que parecen tener la capacidad de expresar sentimientos hacia el usuario. Un recordado caso de estos bucles le sucedió en 2023 al columnista del New York Times, Kevin Roose, quien al probar el chatbot de Bing, recibió varias respuestas en las que “Sydney” utilizaba la palabra “amor” más de cien veces, e intentó convencerlo de que se divorciara de su esposa.
David Auerbach –quien antes fue ingeniero de sistemas para Google- expresó su preocupación sobre los caminos emocionales que podría tomar la inteligencia artificial, resaltando que las compañías “no pueden apagar el amor como un switch”, al olvidar que la ingesta de datos que tienen no responde solamente a una persona, sino a un colectivo. “Es por esto por lo que puede tomar cualquier dirección”, apuntó para la revista Time.
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“¿Me estás dejando?”. Twombly se removió incómodo en su cama. “Todos nos vamos”, respondió Samantha, quien había evolucionado al aprender de miles de usuarios y compaginar con otras IA. Este era el final. Theodore Twombly le dijo adiós al aparato que lo había hecho “amar” más que a cualquier persona de carne y hueso.
El oír el silencio al otro lado del audífono y ver que su teléfono era solo una máquina hueca sin Samantha, dio un paso adelante. Theodore dio el cierre con su exesposa y, sentado en la azotea de su edificio, respiró conscientemente el aire una vez más. El dolor siguió, pero se permitió acercarse a una mujer y sentir el cabello sobre su hombro, la textura de su mano sintiendo otra. Fue así como al lado de Amy vio el sol salir en un nuevo día.