Historia de la literatura: “Adiós a las armas”
“Adiós a las armas” es la historia de amor que surge en medio de las más adversas circunstancias bélicas. Los protagonistas no se pueden enamorar en medio de un conflicto absurdo que afecta a toda la sociedad.
Mónica Acebedo
“Empezaba a notar esta dificultad, tan masculina, de permanecer mucho tiempo con una mujer en los brazos”.
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“Empezaba a notar esta dificultad, tan masculina, de permanecer mucho tiempo con una mujer en los brazos”.
Ernest Hemingway
La prosa de Ernest Hemingway (1899-1961) es directa, va al grano a partir de un estilo fresco, sencillo, limpio, con frases cortas y diálogos largos. No se vale de lenguaje rebuscado ni de descripciones detalladas; sus personajes se conocen por sus acciones. Por eso a Hemingway toca sentirlo y no solo leerlo. Numerosos estudios literarios coinciden en que Adiós a las armas (1929) es una de sus novelas más sentidas, no solo por el momento en el que fue publicada (plena crisis económica estadounidense), sino porque se trata de una experiencia autobiográfica de la época en la que el autor se ofreció de voluntario en el ejército italiano en la Primera Guerra Mundial. La obra fue llevada a la pantalla grande bajo la dirección de Charles Vidor en 1957, con la actuación de Jennifer Jones y Rock Hudson.
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Ernest Miller Hemingway nació en Oak Park, Illinois, el 21 de julio 1899 en el seno de una familia de clase media. Su padre era médico y su madre, música. Durante su escolaridad se interesó por el violonchelo, el boxeo y desde pequeño le gustó la escritura, en especial la crónica. No quiso asistir a ninguna universidad y estando muy joven se fue de la casa. Se convirtió en periodista de un periódico en Kansas City. Luego, en 1918, fue voluntario en la Cruz Roja italiana, como conductor de ambulancias durante la guerra. Ese mismo año sufrió una herida de mortero y fue transferido a un hospital en Milán, en donde conoció a la enfermera Agnes von Kurowsky, de quien dice haberse enamorado e inspiró Adiós a las armas. Luego, se dedicó a la crónica y el reportaje; tuvo tres matrimonios y otras relaciones afectivas. Su padre se suicidó en 1930 y eso lo afectó muchísimo. Participó en la Guerra Civil Española junto al ejército republicano y fue testigo directo del desembarco de Normandía. En 1953 ganó el Premio Pulitzer por El viejo y el mar y un año después ganó el Premio Nobel de Literatura. En 1961, se suicidó con un disparo de escopeta, en Idaho.
La trama de la novela es fusión magistral entre los vericuetos del amor y las inclemencias de la guerra. Narra la historia del soldado estadounidense Frederic Henry, voluntario en el ejército italiano como conductor de ambulancia, su vivencia en la Primera Guerra Mundial y su amor por Catherine, la enfermera inglesa que lo cuidó en un hospital cuando fue herido. Meses después fue enviado de nuevo al frente. En algún momento escapa y decide desertar, buscar a su amada que está embarazada y juntos escapan a Suiza.
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El libro presenta una crítica directa e irónica en contra de la guerra: “Si nadie atacara, la guerra terminaría […].
—Uno piensa, uno lee. No somos campesinos. Somos mecánicos. Pero ni los campesinos son lo bastante torpes para creer en la guerra. Todos odian esta guerra.
—Al frente de los países hay gente estúpida que no comprende y no comprenderá nunca nada.
—También se enriquecen con ella.
—No la mayoría —dijo Passini—. Son muy tontos. Lo hacen por nada... por pura estupidez”.
Pero también el motivo de la soledad es una constante en la trama: “A menudo un hombre tiene la necesidad de estar solo, y una mujer también tiene esta necesidad; y, si se quieren, están celosos de constatar ese sentimiento mutuo; pero puedo decir con toda sinceridad que esto no nos había pasado nunca. Cuando estábamos juntos nos sentíamos solos, pero solos en relación a los demás. Solo sentí esta impresión una vez, y así es como uno se siente más solo; pero nosotros dos nunca nos sentíamos solos y nunca teníamos miedo estando juntos”.
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Hay una relación directa entre el amor y el dolor físico. La guerra describe la degeneración de la humanidad y las implicaciones del conflicto en los soldados: se mutilan para no seguir combatiendo; la idea del heroísmo es diferente, porque es una pelea sin sentido. Pero, además, esta guerra en particular deja unas marcas profundas en la sociedad, ya que por primera vez se utilizan aparatos tecnológicos que causan una destrucción sin precedentes. En ese sentido, exterioriza una diatriba en contra del progreso y de una modernidad que invade el siglo en perjuicio de los ciudadanos.
Toda esta temática juega con una serie de motivos como la masculinidad (en especial la de los italianos) o la naturaleza (por ejemplo, la lluvia en medio del dolor). La guerra cambia el sentido del hombre: antes era una especie de necesidad vital, pero ahora es simplemente un gran vacío que desorienta. No hay honor en pelear una guerra, no se es mejor hombre; por el contrario, es la antítesis de la felicidad. La novela presenta descripciones precisas del caos, la angustia, la violencia psicológica, el miedo, el abandono, la muerte y la ética del asesinato.
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Adiós a las armas es la historia de amor que surge en medio de las más adversas circunstancias bélicas. Los protagonistas no se pueden enamorar en medio de un conflicto absurdo, que afecta a toda la sociedad; pero a pesar de eso se aman para que, de nuevo, la fatalidad los golpee: muere ella y muere su hijo. Cierro con el último párrafo de la novela: “Pero después de que las hice salir, después de cerrar la puerta y apagar la luz, comprendí que todo era inútil. Era como si me despidiera de una estatua. Transcurrió un momento, salí y abandoné el hospital. Y volví al hotel bajo la lluvia”.