Historia de la literatura: “Ana Karenina”
Ana Karenina, la protagonista de esta monumental novela de León Tolstói (1828-1910), es una de las heroínas románticas más icónicas en la historia de la literatura.
Mónica Acebedo
Una novela que aparentemente se refiere al adulterio y a la vida sofocada de una mujer de la clase aristócrata y las peripecias de una familia rusa del siglo XIX, en realidad da cuenta de numerosos temas políticos, sociales y económicos.
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Una novela que aparentemente se refiere al adulterio y a la vida sofocada de una mujer de la clase aristócrata y las peripecias de una familia rusa del siglo XIX, en realidad da cuenta de numerosos temas políticos, sociales y económicos.
En otras palabras, se trata de un texto que refleja los fuertes cambios sociales de Rusia, como la lucha de una parte de la nobleza por mantener los valores tradicionales, así como el pensamiento liberal que se proyecta desde el resto de Europa, incluso, la influencia de la revolución industrial, que también se fue introduciendo en la cotidianidad rusa, aunque más lentamente que en el resto del continente. Precisamente, León Tolstói, junto con Gógol (1809-1852), Turguénev (1818-1883) y Dostoyevski (1821-1881) son parte de este movimiento literario realista que ha dejado una huella indeleble en toda la historia de la literatura.
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Liev Nikoláievich Tolstói, mejor conocido como León Tolstói, nació el 28 de agosto de 1828 en Yasnaia Poliana y murió el 20 de noviembre de 1910 en Astapovo. Era parte de una de las familias tradicionales de la aristocracia rusa. Tanto su familia materna (Volkonski) como la paterna pertenecían a la antigua nobleza, ambas con tierras enormes y numerosos títulos nobiliarios. Su madre murió cuando él era un niño muy pequeño (1830), y unos años después también su padre (1836). Lo normal para todos los hombres nobles era que fueran educados en los predios de las fincas con preceptores particulares hasta el inicio de la educación superior o de su elección por la milicia. Sin embargo, por efectos de su orfandad, fue trasladado desde pequeño junto con sus hermanos a Kazán, donde vivía una tía paterna. Allí ingresó a la universidad en 1844. No duró mucho y se dice que tuvo una adolescencia desordenada. Regresó a su tierra natal para administrar las tierras que había heredado y ya desde los dieciocho años empezó a escribir un diario muy detallado, que seguramente sirvió para establecer una mirada crítica sobre todos los aspectos de la sociedad rusa. También estuvo en el ejército y luchó en el Cáucaso, en las guerras que mantenía la nación contra los pueblos montañeses. Luego estuvo en el frente del Danubio y se mantuvo en la milicia hasta 1856. Sin embargo, durante este período bélico nunca dejó de escribir. Conoció de cerca las necesidades de los campesinos, los sistemas nuevos de producción, las injusticias de los soldados, las contradicciones de la existencia humana…
Luys Santa Marina, en el prólogo de la edición de Credsa, se refiere a ese universo que recopila el sentir social del momento: “León Tolstói es quizás el escritor que simboliza, que encarna mejor esa inmensa Rusia, caos de razas, de lenguas, de psicologías, de tierras, de paisajes. País de desigualdades, de extremos, de tremendas oscilaciones anímicas, de vidas amorfas, casi semovientes y de intuiciones geniales. Caos, en suma, que lucha por la forma” (Ana Karenina, Iván, el imbécil y Dios está donde hay amor, Ed. Credsa, 1967, p. 9).
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Ana Karenina fue publicada en 1877. Recordemos su trama apasionante y envolvente: Ana, una mujer perteneciente a la aristocracia rusa, está casada con Alexei Karenin. Ella vive en Moscú, pero se traslada por un tiempo a casa de su hermano, Stiva y su cuñada Dolly, en San Petersburgo para tratar de convencer a esta última de que perdone a su marido por las constantes infidelidades. En este escenario de bailes y vida suntuosa, Ana conoce a Vronsky, un militar del que está enamorada Kitty, la hermana de Dolly. Levin, burgués, agricultor, a su vez, pretende a Kitty. Sin embargo, cuando Vronsky conoce a Ana se enamora perdidamente de ella y la sigue hasta San Petersburgo, en donde se inicia uno de los romances más intensos, conflictivos y famosos de la literatura.
Este eje argumental, junto con varios otros episodios que les acaecen al resto de personajes, constituye el entramado de la novela. A partir de esos enredos se filtran varias temáticas: la familia es el fundamento de la vida en sociedad, pero, al mismo tiempo, restringe la libertad del hombre; el adulterio es condenado de manera más intensa por la sociedad que por la misma religión; el perdón es la esencia de la naturaleza humana; el hombre honesto y trabajador no siempre será el que triunfa; la aristocracia está cambiando: hay una nueva nobleza que se ve obligada a adoptar un esquema de producción semicapitalista.
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Estas ideas se presentan en la narración a través de monólogos interiores, descripciones detalladas, cuestionamientos éticos y morales, en diversos escenarios, de los cuales sobresalen tres a lo largo de la novela (que los productores de las películas y obras de teatro basadas en la novela han sabido aprovechar de maravilla): el baile, la estación del tren y las carreras de caballos.
Concluyo esta corta reflexión sobre una larga y compleja novela con una cita de Helena Vidal: “Ana Karenina refleja la inquietud que marcó la vida de Tolstói durante esta década [1873-1877] y la inseguridad interior que despunta entonces, prefigurando la gran crisis. El planteamiento de cuestiones morales básicas adquiere un gran papel, así como la reflexión relativa a los problemas polémicos de la época (las relaciones entre hombre y mujer, el papel de la nobleza…). Se acentúa el moralismo que más tarde acabará negando el impulso irracional de la vida: la protagonista paga con la muerte precisamente el haberse dejado arrastrar por su impulso vital” (Lecciones de literatura universal, Cátedra, 202, p. 678).