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En esta historia de la literatura ya estamos en la narrativa contemporánea y, en esa medida, nos encontramos con autores que viven aún. Patrick Modiano ganó el Premio Goncourt en 1978 por esta novela y aunque, posiblemente, no es su obra más popular como, por ejemplo, Dora Bruder (1997), a mi juicio, sí selló con este escrito una manera de narrar que combina temas como la intimidad, el trauma, la memoria y la nostalgia, que atraviesan casi toda su obra. Se trata de una prosa impecable, una trama aparentemente sencilla, pero al mismo tiempo inquietante, ya que el autor nos adentra paulatinamente en la angustia de un hombre que ha perdido su memoria y, por ende, su identidad. El universo mental de un amnésico será el eje argumental del relato que va a dialogar con el concepto del pasado. Javier Aparicio sostiene que “Modiano no tiene igual en la concepción literaria de la nostalgia. Los esfuerzos ímprobos del autor de Calle de oscuros almacenes [o, en otras traducciones, Calle de las tiendas oscuras] (1978), Premio Goncourt, clásico indiscutible de la novela contemporánea en lengua francesa, por recrear la nostalgia mediante la palabra le han llevado a dominar el intimismo y una técnica de monólogo que, con sus breves frases de diario personal, le conceden al lector la categoría confidente del protagonista” (Lecturas de ficción contemporánea, Cátedra, 2009, p. 210).
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Jean Patrick Modiano nació en Boulogne-Billancourt, Francia, el 30 de julio de 1945, vivió siempre con su madre, la actriz Louisa Colpeyn y fue muy cercano a su hermano Rudy, quien murió a los 10 años de una leucemia. Este hecho marcó para siempre la vida y obra de Modiano, ya que su hermano está presente en muchos de sus escritos. Durante sus estudios secundarios recibió instrucción en letras por parte del escritor Raymond Queneau. Escribió su primera novela en 1968 y desde ese momento se dedicó de lleno a la escritura. Ha recibido numerosos premios, entre los que está el Premio Nobel de Literatura en 2014.
El protagonista de Calle de las tiendas oscuras es Guy Roland, un hombre que perdió la memoria. Él no recuerda nada de su pasado. Al momento de la narración, trabaja en una agencia de detectives desde hace ocho años. Decide jubilarse, aprovechar sus conocimientos como detective y dedicarse a investigar sobre su vida anterior. En esa búsqueda de un pasado que no recuerda, reflexiona sobre el papel de la memoria en los seres humanos: “No soy nada. Solo una silueta clara, aquella noche, en la terraza de un café. Estaba esperando que dejara de llover, un chaparrón que empezó en el preciso momento en que Hutte se iba”. De la misma manera, la narración desde un yo muy íntimo y personal da cuenta de hechos políticos que afectaron a su país, como la ocupación nazi; pero, sobre todo, indaga sobre lo efímero de los recuerdos: “¿Acaso no se esfuman en el crepúsculo nuestras vidas con la misma rapidez que un disgusto infantil?”
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A los pocos días de haber iniciado su investigación, conoce a un viejo llamado Stioppa de Djagoriew, quien le muestra unas fotografías en las que el protagonista se reconoce, junto a una encantadora mujer rubia, a quien luego identifica como Denise. La búsqueda de esta mujer y de su propio pasado lo lleva por una senda que se asemeja a una novela policial: asesinatos, desapariciones, guerras, viajes que poco a poco lo llevan a descubrir a un hombre judío que podría ser él. Algunas personas le dan datos de un tal Pedro Stern que deseaba huir de Francia. Posteriormente, encuentra en Roma rastros de otro hombre, Pedro MacEvoy, que también podría ser él. Encuentra información contradictoria en medio de guerras: “Puede haber sido un individuo que usara nombre prestado y papeles falsos, como era corriente por entonces”. La pista final para lograr encontrar a un hombre que pudo ser él es una dirección en Roma, en el gueto judío, el número 2 de la Calle de las tiendas oscuras.
En suma, se trata de una novela que utiliza una prosa limpia y sencilla, pero muy profunda. Indaga sobre muchos aspectos de la historia de Europa, pero también es una búsqueda interior. Para Modiano, es el pasado lo que nos define como personas. Esta novela es además un ejercicio que también le ayudó a entender su lugar en el mundo. Ha dicho con respecto: “¡Yo soy hijo de esta época caótica! La gente aprendió a vivir de negocios poco claros, del mercado negro, de la compraventa de bienes de titularidad dudosa, todo eso duró hasta principios de los 70″.
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