Historia de la literatura: “Cándido o el optimismo”
El eje temático de esta novela es la filosofía del alemán Leibniz, que expone el precepto del optimismo, según el cual, cada uno de los seres humanos vive en el mejor de los mundos.
Monica Acebedo
El siglo XVIII es germen de los intelectuales, filósofos y literatos o, mejor llamados, “hombres de letras”. Hay un propósito colectivo de difundir la lectura y la escritura, de que la burguesía tome conciencia de su papel en la sociedad y siente su lugar en el colectivo literario. En su ensayo Por la instrucción del género humano: la formación de la conciencia burguesa (Voltaire, Johnson, Lessing), al referirse al momento histórico, Jeffrey Barnow afirma: “Por ello [la opinión pública como nuevo concepto social] las obras del literato de este siglo pueden parecer menos literarias que las de los períodos anterior y posterior, pueden aparentar un carácter más filosófico, de la misma forma que la filosofía de la Ilustración fue más literaria y menos rigurosa y hermética que la de los siglos XVII y XIX” (Historia de la literatura, Akal vol. 4, p. 11).
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François Marie Arouet o Voltaire es un digno representante de esta tendencia, que propende por transmitir dilemas y cuestionamientos a través de sus escritos. Al igual que varios de sus contemporáneos en Francia, Inglaterra y Alemania, su legado literario plantea diversos temas que se convierten en referentes a la hora de caracterizar la Ilustración: igualdad y derechos humanos; la razón como presupuesto del conocimiento y la objetividad científica; el estudio de la filosofía y de las ciencias; el naciente concepto de revolución y la necesidad de una reforma social; la inutilidad de la superstición, el miedo y los prejuicios.
Voltaire nació en París en 1694 y murió en 1778. Dejó una obra tan variada como polémica, que incluso lo envió a la prisión de la Bastilla y al exilio. Escribió ensayos, cartas, poesía, memorias, obras de teatro, relatos cortos y novelas. Causó controversia incluso mucho después de su muerte, pues inicialmente fue enterrado en Romilly-on-Seine, luego en 1791 en el Panteón y, finalmente, en 1814 unos fundamentalistas religiosos sacaron sus restos y los lanzaron a una fosa común junto con los de Descartes.
Una de sus obras más interesantes, divertidas y controvertidas es Cándido o el optimismo, escrita inicialmente bajo el seudónimo: Monsieur le docteur Ralph y publicada en 1759. Algunos la clasifican como novela corta filosófica y de aprendizaje, otros como cuento o relato de aventuras, pero, sea cual sea su esencia genérica, es una lectura entretenida y dinámica.
El eje temático es la filosofía del alemán Leibniz (1646-1716), que expone el precepto del optimismo, según el cual, cada uno de los seres humanos vive en el mejor de los mundos. Voltaire utiliza la narración y sus personajes para satirizar y casi ridiculizar el teorema filosófico. Cándido, el protagonista, vive como protegido en el castillo de Thunder-ten-tronckh en Alemania. La narración no da cuenta de los orígenes de Cándido, aunque los criados sospechan que es hijo natural de un hermano del dueño del castillo. Durante el tiempo en el que vive allí, tiene la posibilidad de educarse con el doctor Pangloss, seguidor de la filosofía de Leibniz, quien defiende la idea de que el hombre vive en el mejor mundo posible gracias a la infinita bondad de Dios.
En un momento dado es expulsado del castillo por haber besado a la bella Cunegunda, hija del propietario del castillo. Tras su despido tiene muchas aventuras, incluyendo terremotos, naufragios, esclavismo, golpizas… Sin embargo, gracias a las enseñanzas de su maestro, siempre se mantiene optimista.
Dentro de sus múltiples viajes, llega a América, encuentra a su amada Cunegunda, pero luego la pierde de nuevo; tiene la fortuna de encontrar El Dorado, la ciudad utópica perfecta, en donde las personas son felices, no pelean, no tienen necesidades, no les importa el dinero… Cuando sale de El Dorado lleva consigo unos carneros cargados de oro, que le servirán para regresar a Europa. No obstante, lo engañan y le roban la gran mayoría de su tesoro. Finalmente, después de muchas vueltas y cuando ya ha perdido el optimismo, encuentra a todas las personas con las que ha tenido relación en algún momento de su vida. La novela termina con el tópico de cultivar el propio jardín. Es decir, frente a la imposibilidad de vivir en mejor de los mundos, Voltaire propone que cada ser humano debe acomodarse a la forma más elemental de vida; sembrar y cosechar su propio destino.
La obra utiliza tipologías de personajes que representan los errores del siglo XVIII: parodia y critica la libertad de elección, las guerras, la Inquisición, la política, el esclavismo, las utopías, la intolerancia, el fanatismo, los abusos de la colonización europea en América, los engaños y artificios sociales y las matanzas. Cuestiona la existencia de Dios y la manipulación de las religiones, al igual que las clases sociales. Este tema se resalta a lo largo de toda la obra; por ejemplo, el hermano de Cunegunda no acepta que ella se case con Cándido, después de que este lo ha rescatado a él y a su hermana del esclavismo. Este episodio es una ridiculización de los clamores de los aristócratas al honor y a la sangre noble.
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En síntesis, Cándido o el optimismo le sirve a Voltaire para satirizar a la nobleza, las clases sociales, la filosofía, la iglesia, la injusticia y la crueldad humana. Los viajes de Cándido son el hilo conductor de la obra en la que el protagonista es un artefacto del destino, a quien las catástrofes naturales y los designios de los seres humanos manipulan a su antojo. Hay un tránsito del optimismo al pesimismo moderado o a la desilusión. No obstante, triunfa el optimismo y la tranquilidad. Así cierra la novela:
“—Todo tiene relación en el mejor de los mundos posibles: porque si no os hubiesen expulsado del castillo por amor a la señorita Cunegunda, si no hubieseis sido entregado a la Inquisición, si no hubieseis atravesado América andando, si no hubieseis dado una gran estocada al barón y si no hubieseis perdido todos vuestros carneros de aquella buena tierra de El Dorado, no estaríais comiendo ahora mermelada de sidra y pistachos.
—Muy bien dicho —contestó Cándido—, pero lo importante es cultivar nuestra huerta”.
El siglo XVIII es germen de los intelectuales, filósofos y literatos o, mejor llamados, “hombres de letras”. Hay un propósito colectivo de difundir la lectura y la escritura, de que la burguesía tome conciencia de su papel en la sociedad y siente su lugar en el colectivo literario. En su ensayo Por la instrucción del género humano: la formación de la conciencia burguesa (Voltaire, Johnson, Lessing), al referirse al momento histórico, Jeffrey Barnow afirma: “Por ello [la opinión pública como nuevo concepto social] las obras del literato de este siglo pueden parecer menos literarias que las de los períodos anterior y posterior, pueden aparentar un carácter más filosófico, de la misma forma que la filosofía de la Ilustración fue más literaria y menos rigurosa y hermética que la de los siglos XVII y XIX” (Historia de la literatura, Akal vol. 4, p. 11).
Le sugerimos: Marylène Patou-Mathis: La prehistoria ha sido un relato patriarcal
François Marie Arouet o Voltaire es un digno representante de esta tendencia, que propende por transmitir dilemas y cuestionamientos a través de sus escritos. Al igual que varios de sus contemporáneos en Francia, Inglaterra y Alemania, su legado literario plantea diversos temas que se convierten en referentes a la hora de caracterizar la Ilustración: igualdad y derechos humanos; la razón como presupuesto del conocimiento y la objetividad científica; el estudio de la filosofía y de las ciencias; el naciente concepto de revolución y la necesidad de una reforma social; la inutilidad de la superstición, el miedo y los prejuicios.
Voltaire nació en París en 1694 y murió en 1778. Dejó una obra tan variada como polémica, que incluso lo envió a la prisión de la Bastilla y al exilio. Escribió ensayos, cartas, poesía, memorias, obras de teatro, relatos cortos y novelas. Causó controversia incluso mucho después de su muerte, pues inicialmente fue enterrado en Romilly-on-Seine, luego en 1791 en el Panteón y, finalmente, en 1814 unos fundamentalistas religiosos sacaron sus restos y los lanzaron a una fosa común junto con los de Descartes.
Una de sus obras más interesantes, divertidas y controvertidas es Cándido o el optimismo, escrita inicialmente bajo el seudónimo: Monsieur le docteur Ralph y publicada en 1759. Algunos la clasifican como novela corta filosófica y de aprendizaje, otros como cuento o relato de aventuras, pero, sea cual sea su esencia genérica, es una lectura entretenida y dinámica.
El eje temático es la filosofía del alemán Leibniz (1646-1716), que expone el precepto del optimismo, según el cual, cada uno de los seres humanos vive en el mejor de los mundos. Voltaire utiliza la narración y sus personajes para satirizar y casi ridiculizar el teorema filosófico. Cándido, el protagonista, vive como protegido en el castillo de Thunder-ten-tronckh en Alemania. La narración no da cuenta de los orígenes de Cándido, aunque los criados sospechan que es hijo natural de un hermano del dueño del castillo. Durante el tiempo en el que vive allí, tiene la posibilidad de educarse con el doctor Pangloss, seguidor de la filosofía de Leibniz, quien defiende la idea de que el hombre vive en el mejor mundo posible gracias a la infinita bondad de Dios.
En un momento dado es expulsado del castillo por haber besado a la bella Cunegunda, hija del propietario del castillo. Tras su despido tiene muchas aventuras, incluyendo terremotos, naufragios, esclavismo, golpizas… Sin embargo, gracias a las enseñanzas de su maestro, siempre se mantiene optimista.
Dentro de sus múltiples viajes, llega a América, encuentra a su amada Cunegunda, pero luego la pierde de nuevo; tiene la fortuna de encontrar El Dorado, la ciudad utópica perfecta, en donde las personas son felices, no pelean, no tienen necesidades, no les importa el dinero… Cuando sale de El Dorado lleva consigo unos carneros cargados de oro, que le servirán para regresar a Europa. No obstante, lo engañan y le roban la gran mayoría de su tesoro. Finalmente, después de muchas vueltas y cuando ya ha perdido el optimismo, encuentra a todas las personas con las que ha tenido relación en algún momento de su vida. La novela termina con el tópico de cultivar el propio jardín. Es decir, frente a la imposibilidad de vivir en mejor de los mundos, Voltaire propone que cada ser humano debe acomodarse a la forma más elemental de vida; sembrar y cosechar su propio destino.
La obra utiliza tipologías de personajes que representan los errores del siglo XVIII: parodia y critica la libertad de elección, las guerras, la Inquisición, la política, el esclavismo, las utopías, la intolerancia, el fanatismo, los abusos de la colonización europea en América, los engaños y artificios sociales y las matanzas. Cuestiona la existencia de Dios y la manipulación de las religiones, al igual que las clases sociales. Este tema se resalta a lo largo de toda la obra; por ejemplo, el hermano de Cunegunda no acepta que ella se case con Cándido, después de que este lo ha rescatado a él y a su hermana del esclavismo. Este episodio es una ridiculización de los clamores de los aristócratas al honor y a la sangre noble.
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“—Todo tiene relación en el mejor de los mundos posibles: porque si no os hubiesen expulsado del castillo por amor a la señorita Cunegunda, si no hubieseis sido entregado a la Inquisición, si no hubieseis atravesado América andando, si no hubieseis dado una gran estocada al barón y si no hubieseis perdido todos vuestros carneros de aquella buena tierra de El Dorado, no estaríais comiendo ahora mermelada de sidra y pistachos.
—Muy bien dicho —contestó Cándido—, pero lo importante es cultivar nuestra huerta”.