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La protagonista Casa de muñecas es una mujer casada que se siente como un objeto más del mobiliario de la casa. Se trata de una obra de teatro, basada en la en la vida de la escritora alemana Laura Kieler (1849-1932), amiga del autor, que cuestiona la situación de la mujer en la sociedad de la época. Escrita por el noruego Henrik Ibsen (1836-1906), representada en tablas por primera vez en el Teatro Real de Copenhague en 1879 y publicada como libro a finales del mismo año por la editorial Gyldendal.
Henrik Ibsen nació en Skien (Noruega) en 1828. Hijo de un fabricante de licor y una madre sumamente religiosa. Desde muy joven se fue de la casa, tuvo diferentes trabajos y sobre todo se vinculó a grupos de librepensadores e intelectuales seguidores de las ideas que se venían proyectando de la Revolución francesa en toda Europa. En 1853 se vinculó como director de un teatro y de ese momento inició su carrera en el mundo de la dramaturgia. En1862 el teatro que dirigía se quebró y ese fracaso, junto con otros problemas económicos lo llevaron a exiliarse en Italia y Alemania. Fue allí donde escribió la gran mayoría de su obra dramática que se publicó y se representó a lo largo de toda Europa. Regresó a Noruega ya mayor, pero reconocido y con mucho éxito. Murió en 1906 en Cristianía (Olslo).
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El argumento de Casa de muñecas es el siguiente: Nora es considerada dentro del imaginario social la ama de casa perfecta, adora a sus hijos y a su marido, un abogado que trabaja en un banco; tiene una casa donde todo marcha a la perfección y se considera a sí misma feliz. En algún momento su marido enferma y para que se pueda recuperar Nora pide un dinero prestado, a escondidas de su marido, para hacer un viaje a Italia y que este se pueda mejorar su salud con los climas del sur. Para acceder a este préstamo falsifica la firma de su padre, quien supuestamente actúa como garante. Tiempo después, el marido es nombrado director del banco, por casualidad, despide a quien le prestó el dinero a su esposa. Él no sabía quién en verdad había prestado ese dinero. De hecho, creía que se lo había prestado su suegro. El prestamista amenaza a Nora y le dice que si su esposo lo despide del banco le contará todo al marido y además la meterá en un problema legal. Finalmente, Nora le admite lo ocurrido al marido, pero este se enfurece con ella por el “qué dirán”. Dentro de este enredo, Nora toma plena conciencia de su papel en la familia y en la sociedad y toma la decisión de abandonar a su marido y a sus hijos.
La obra de teatro presenta la cotidianidad de un hogar burgués, a partir de un lenguaje cotidiano y muy realista. Además, es bastante moderna en términos de la psicología de los personajes. Muestra el conflicto entre el individuo y su propio entorno social; las consecuencias que tienen las personas si no aceptan las leyes que su misma sociedad les impone. Pero va más allá, porque cuestiona también la estructura del matrimonio que es la base de la familia y de la sociedad. Precisamente, uno de los mejores diálogos es el que sostiene Nora con el prestamista porque ella le asegura que todo lo hace por su marido y por su familia. En esa media la obra lo que hace es criticar las normas sociales, morales y el papel tanto de la mujer como del hombre en el ideario colectivo.
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Adicionalmente, parodia la idea generalizada de que existe un amor ideal y perfecto que es fundamental para la construcción de un hogar. Pero, sugiere que ese amor termina en abuso hacia la mujer y en esa medida hay un discurso feminista. La trama presenta la doble moral por parte de Helmer, el marido de Nora, ya que es implacable con ella cuando cree que su delito va a ser público, pero cuando se da cuenta de que nadie se va a enterar de lo ocurrido, ya no la juzga con tanta vehemencia. Es decir, a partir de un drama cotidiano, simple, muy realista se refleja un ambiente de monotonía burguesa que rezuma numerosos temas como la redención, el perdón, el matrimonio, la familia, la burocracia, la corrupción, la fuerza de la ley y muchos más.
En pocas palabras, fue un dramaturgo que criticó a la sociedad a través de su arte y fue mucho más allá ya que con de sus personajes logró un aparato dramático moderno: «Ibsen intentó construir un teatro que siguiese la tradición clásica y que reflejase la intimidad de los personajes, que construyese sobre ella el conflicto dramático. Una intimidad y un conflicto que tienen que ver con la moral social, con la moral burguesa […]» (Siguán, Marisa. Lecciones de literatura universal, Cátedra, 2002, p. 672).