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Edgar Allan Poe es probablemente uno de los escritores más enigmáticos de la literatura estadounidense, no solamente por las tramas macabras de algunos de sus cuentos, sino por las circunstancias paradójicas que rodearon su vida: huérfano, deshonrado por su familia adoptiva, controlado por el alcohol y el opio, y muchos más sucesos que superan a los dramas de varios de sus personajes literarios. Sin embargo, indiscutiblemente, su obra es un referente indispensable de la literatura universal. Fue el precursor del relato detectivesco —por lo menos de aquel estilo que se hizo tan común tanto en Estados Unidos como en Inglaterra y de quienes luego se alimentaron escritores como Conan Doyle y Agatha Christie—; también ocupa un lugar esencial en la literatura de ciencia ficción y los relatos de terror; maestro del relato corto moderno; fue uno de los poetas románticos que más influenció a los llamados “poetas malditos” en Europa y su rigor al versificar contribuyó al desarrollo de la poética moderna; además, se desempeñó como crítico literario, ensayista e incluso periodista.
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Para entender la obra de Poe es indispensable revisar brevemente algunos aspectos de su biografía, que sin duda se yuxtaponen a lo largo de su obra: nació el 19 de enero de 1809 en Boston, Massachusetts. Su padre, David Poe, actor profesional, murió cuando Edgar apenas tenía un año. Su madre, Elizabeth Arnold, también actriz, falleció de tuberculosis un año después. La pareja tenía tres hijos que quedaron huérfanos y fueron distribuidos en diversas familias: el mayor, William, con los abuelos; Rosalie, la única mujer, fue adoptada por una familia vecina; y Edgar, por John Allan, un comerciante de tabaco de origen escocés, y su esposa, Frances. Los primeros años de Edgar transcurrieron en Escocia y Londres, en donde recibió una educación de calidad y aprendió a la perfección latín y francés. Luego, a los diez y seis años, regresó a Estados Unidos y se matriculó en la Universidad de Virginia.
Poe mantuvo siempre una relación muy conflictiva con su padre adoptivo, pues este quería que Edgar trabajara con él en los negocios familiares, pero él, desde los trece años, ya había empezado a escribir poesía y su vena artística era evidente. De hecho, John Allan se negó a cubrir la totalidad de los gastos universitarios de Edgar y, dicen sus biógrafos, que esta fue una de las razones por las cuales Poe entró al mundo del juego y las apuestas, en el que contrajo muchas deudas.
Su gran amor, una vecina llamada Sarah, se había comprometido con otro hombre mientras él estaba en la universidad y esto lo deprimió mucho. Después, en 1827, justo en la época en la que apareció su primer libro, se vinculó al Ejército americano (West Point). Al salir, se dedicó de lleno a escribir, editar y colaborar con algunos periódicos, pero, a pesar de haber publicado algunos libros de poesía y cuentos, su situación económica era muy precaria y sus adicciones al alcohol y al opio cada vez lo controlaban más.
Se casó, en 1835, con una prima de tan solo trece años, por lo cual fue muy criticado. Logró prestigio en el mundo intelectual hasta que se mudó a Nueva York, en 1844, y murió cinco años después.
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Entre los aspectos generales de su obra se podría decir lo siguiente: su relatos se dividen en macabros, detectivescos, de ciencia ficción, de suspenso psicológico y satíricos; en su trama poética es común encontrar el consumo del opio como fuente de inspiración, así como la tensión entre el amor y el odio; los finales son casi siempre inesperados; el narrador es alguien desconocido, que no da su nombre; asimismo, es frecuente el enfrentamiento entre el yo y el alter ego.
En La caída de la casa Usher (1839), por ejemplo, el narrador visita a un amigo después de recibir una inquietante carta que lo apremia a acudir lo más pronto posible. Al llegar se da cuenta del estado lamentable de la casa e inmediatamente lo invade una profunda melancolía. El amigo le cuenta que su hermana gemela padece una grave enfermedad y va a morir muy pronto. Durante la permanencia del narrador en la casa pinta cuadros de terror y escribe poesía melancólica y supersticiosa. Luego, cuando muere la hermana, el amigo decide dejar el cuerpo durante quince días en el sótano. Una noche tormentosa el narrador le lee a su amigo El loco triste, de sir Lanzarote Canning, escuchan ruidos relacionados con lo que están leyendo. El amigo dice que debe ser la hermana, a quien enterraron viva; bajan al sótano y aparece la hermana bañada en sangre.
Otro de sus cuentos más perturbadores es El corazón delator (1845), un relato de suspenso psicológico donde el autor da cuenta de la paranoia, el desorden mental y las condiciones psicológicas de un asesino. El narrador afirma que es una persona irritable y nerviosa, pero que no está no loco. Relata que ha cometido un asesinato, el de un viejo vecino que tenía un ojo deformado. Luego, decide desmembrar el cadáver y esconderlo bajo el tablado de la casa. Cuando llega la policía la situación es de aparente normalidad, hasta que el narrador escucha un ruido muy fuerte: su corazón latiendo. Al final, termina confesando su crimen, pues no soporta sus propios latidos.
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En suma, Edgar Allan Poe ha sido criticado, analizado reiterativamente, alabado y abucheado, pero lo cierto es que dejó una huella indeleble en el mundo de la literatura. Afirma Antoni Marí: “Sus narraciones afectan a la sensibilidad en lo que esta tiene de más instintivo e inconsciente; y afecta de una manera negativa, es decir, que no induce a la acción ni a la afirmación de nada, ni a los placeres más inmediatos de nuestra imaginación, sino precisamente a todo lo contrario: a una especie de momentánea suspensión de la vitalidad y a una reflexión sobre el poder que ejerce sobre nosotros lo desconocido o lo que rebasa los límites de lo cognoscible” (Lecciones de literatura universal, Cátedra, 2012, p. 571).