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Esta novela del argentino Manuel Puig (1932-1990) fue publicada en 1976, y desde entonces ha causado controversia. Es una obra que refleja temas como la represión de las dictaduras, la angustia de la prisión, las pasiones políticas, la antinomia entre el deber y la conciencia, la aspereza de la soledad, las vicisitudes del amor, la indocilidad de la lealtad y otros tantos que se expresan a partir de dos personajes tan diversos como complejos, y con una fuerte carga psicológica. Adaptada al cine en 1985 bajo la dirección del brasileño Héctor Babenco, y a musicales, en especial la de Broadway de 1993, con guion de Terence McNally, la dirección de Harold Prince y la música de Fred Ebb y John Kander.
Manuel Puig nació el 28 de diciembre de 1932 en General Villegas, Argentina. Desde muy pequeño fue un apasionado del cine. Luego se trasladó a Buenos Aires, donde hizo sus estudios secundarios y desde ese momento se interesó por la lectura, en especial por la de los premios nobel de literatura. Empezó a estudiar producción cinematográfica y luego se cambió a filosofía y letras. Escribió artículos en numerosas revistas, tanto de cine como de literatura. Vivió en Roma, Nueva York, París, Londres y México. Su obra literaria consta de teatro, relatos, guiones, cartas, algunos ensayos y varias novelas cuyas tramas casi siempre dialogan con el cine. Murió en Cuernavaca, México, el 22 de julio de 1990.
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El beso de la mujer araña se publicó originalmente en España, ya que en Argentina los editores se negaron a publicarla por presiones políticas. Cuenta la historia de dos hombres que comparten una celda en una prisión bonaerense en 1975, justo al final del peronismo, antes del golpe militar argentino. El primero es Valentín Arregui Paz, un militante del Partido Comunista que ha sido encarcelado por pertenecer a un grupo que está en contra del gobierno. Así lo describe la narración: “Detenido 16115 (…) Arrestado el 16 de octubre de 1972, cuando un grupo de activistas promovía disturbios (…). Puesto a disposición del Poder Ejecutivo de la Nación y a la espera de juicio (…) Tomó parte en huelga de hambre... Castigado en calabozo diez días (…). Conducta reprobable por rebeldía”. El segundo es Luis Alberto Molina, decorador de vidrieras, homosexual: “Procesado 3018 (…) Condenado a ocho años de reclusión por delito de corrupción de menores... Sentenciado 20 de julio de 1974 (…). Aposentado 28 de julio de 1974. (…) enamorado de un hombre maravilloso, y lo único que quisiera es vivir al lado de él toda la vida.
Durante las noches, para poder conciliar el sueño, Molina le relata a Valentín las películas que ha visto, ya que es un aficionado al cine. Cada película se vuelve en sí misma una narración inserta, descrita minuciosamente, que dialoga con imágenes, comentarios y juicios por parte de los dos personajes. De forma paralela, la vida transcurre en la prisión con visitas de la madre de Molina y otros sucesos narrados de forma lineal y con escenas retrospectivas que hacen referencia a la vida personal de los protagonistas.
“- ¿Y qué tiene de malo ser blando como una mujer?, ¿Por qué un hombre, o lo que sea, un perro, o un puto, no puede ser sensible si se le antoja?
- No sé, pero al hombre ese exceso le puede estorbar.
- ¿Para qué?, ¿para torturar?
- No, para acabar con los torturadores.
- Pero si todos los hombres fueran como mujeres, no habría torturadores.
- ¿Y vos qué harías sin hombres?
- Tenés razón. Son unos brutos, pero me gustan”.
De otra parte, se ha convertido en referente de lo que algunos estudios literarios han denominado “literatura gay” y que ha suscitado casi tantos debates como la categorización de literatura femenina. Alberto Manguel utiliza esta novela como ejemplo de esas peligrosas codificaciones, citando la definición de Claude J. Summers en su libro Gay Fictions: “La representación ficticia de hombres homosexuales por autores gais o lésbicos”. Precisamente, argumenta Manguel, “esto deja por fuera una buena cantidad de obras de autores no gais, que son así excluidos solo por la sexualidad de sus autores (…)” (Lecturas sobre la lectura, Océano, 2011, p. 55).
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En suma, la novela resulta posmoderna: yuxtapone los sentimientos y la psicología interna de los personajes a la descripción detallada de las películas, incluye pies de página al estilo ensayístico (en particular sobre las teorías del origen de la homosexualidad), utiliza las itálicas para expresar pensamientos muy personales de los personajes que no pueden expresar directamente, incluye representaciones que se podían considerar como teatrales y presenta una temática que va desde lo político y lo sexual hasta la tortura, el amor, la homosexualidad, la bisexualidad. Todos estos motivos y juegos narratológicos le dieron el calificativo, en su momento, de “novela pop”. Resultan magistrales las discusiones alrededor de las películas que muestran las personalidades, pasiones e ideologías de cada uno de los dos protagonistas: Molina es muy ingenuo políticamente y un apasionado romántico, mientras que Valentín es un marxista convencido.
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