Historia de la literatura: “El carnero”, de Juan Rodríguez Freyle
“El carnero” se vale de historias autónomas e independientes sobre violencia, corrupción, hurtos y otros ejemplos del actuar social, que presenta como patrones disuasorios. Pero, al mismo tiempo, exhibe un panorama histórico acerca de los indígenas y hace un recuento sobre lo ocurrido en el primer siglo desde la conquista de América.
Mónica Acebedo - @moacebedo
Incluir El carnero en un recuento de la historia de literatura resulta esencial, por lo menos para Colombia, porque su autor es, probablemente, el precursor de la literatura en el Nuevo Reino de Granada. No se trata de una crónica, como lo habían hecho sus predecesores, sino que es una mezcla de historia, realidad, ficción y relatos costumbristas. Se sirve de un sistema narratológico en el que se entrecruzan tres géneros: crónica, picaresca y lección moral. En el prólogo indica el naciente nacionalismo criollo: “He querido hacer este breve discurso por no ser desagradecido a mi patria, y dar noticia de este Nuevo Reino de Granada, de donde soy natural, que ya que lo que en él ha acontecido no sean las conquistas del magno Alejandro, ni los hechos de Hércules el hispano, ni tampoco valerosas hazañas de Julio César y Pompeyo, ni de otros capitanes que celebra la fama (…)”.
Hugo Hernán Ramírez, profesor de la Universidad de los Andes, comienza la introducción que hace de la edición BC 2015 (Biblioteca básica de cultura colombiana) así: “¿Qué encontramos cuando leemos El carnero? Encontramos la historia de Juana García, una bruja negra que ‘era un poco voladora’ (ix), la historia de Jorge Voto, un profesor de danza asesinado por un encomendero (x), la historia de una estafa hecha falsificando monedas (xi), la historia del asesinato de Juan de los Ríos, a quien mataron de cuatro estocadas y luego le sacaron el corazón, le cortaron las narices, las orejas y los miembros genitales, y todo esto echaron en un pañuelo (xii). Estos son solo algunos ejemplos de los casos que encontramos cuando abrimos ese libro que llamamos El carnero, pero que en realidad lleva por título Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada de las Indias Occidentales del Mar Océano”. (Catálogo digital, Biblioteca Nacional).
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Juan Rodríguez Freyle nació en Santafé de Bogotá en 1566 y murió en la misma ciudad en 1642. Escribió esta obra en 1636, aunque solamente fue publicada en 1859. Él se refiere a su propia biografía en el texto: “Paréceme que algún curioso me apunta con el dedo y me pregunta, que de dónde supe estas antigüedades, pues tengo dicho que entre estos naturales no hubo quien escribiese, ni cronistas. Respondo presto por no me detener en esto, que nací en esa ciudad de Santafé, y al tiempo que escribo esto me hallo en edad de setenta años, que los cumplo la noche que estoy escribiendo este capítulo, y que son los 25 de abril y día del señor San Marcos, del dicho año de 1636. Mis padres fueron de los primeros conquistadores y pobladores de este Nuevo Reino. Fue mi padre soldado de Pedro Ursúa (…)” (II).
En el texto dirigido a Felipe IV relata asuntos relativos a la conquista del Reino, a la fundación de la ciudad Santafé de Bogotá, a la guerra entre los caciques Bogotá y Guatavita, a las costumbres de los indígenas y muchas más. Se vale de historias autónomas e independientes en las que muestra violencia, corrupción, hurtos y otros ejemplos del actuar social, que presenta como patrones disuasorios. Pero, al mismo tiempo, exhibe un panorama histórico acerca de los indígenas y hace un recuento sobre lo ocurrido en el primer siglo desde la conquista de América.
En El carnero hay muchas historias de mujeres que se han llevado a la televisión, al cine o que simplemente se han reinterpretado en la literatura, como la “Inés de Hinojosa”, “la infiel preñada” o “las historias de Eva”. En estos relatos es una constante resaltar el peligro de la belleza femenina, ya que esta es la perdición de los hombres. En la misma línea, es recurrente el tema de los celos, así como el honor, básicamente porque son elementos barrocos y muy de moda en la España peninsular.
Dentro del eje argumental del libro se pueden destacar algunos aspectos: la descripción que hace Freyle de los indígenas. Por ejemplo, hace referencia a cómo las comunidades chibchas estaban encabezadas por sus caciques (Bogotá, Guatavita y Ramiriquí). Presenta, también, la división política entre ellos mismos y las guerras entre diversos grupos. Resalta que los indios son paganos y en esa medida están gobernados por el diablo, aunque también denuncia vicios de los españoles, haciendo un recuento de la vida santafereña, de los principales hechos que influyeron la fundación de la ciudad en 1538, la travesía de Gonzalo Jiménez de Quesada, de la manera en la que los indígenas fueron marginados de la vida urbana y cómo solo se usaban como esclavos y mandaderos, relatando, además, las experiencias de hombres en búsqueda de El Dorado. La religión y la moral cristiana atraviesan todos los relatos.
En resumen, además de no ser una crónica convencional, es una colección de relatos muy entretenida y constituye una radiografía sociológica que yuxtapone la vida cotidiana, sendas historias de mujeres, relatos costumbristas y la historia de la Conquista. Esta visión suministra datos históricos allende de la versión oficial y, en esa medida, ha servido como material historiográfico y literario esencial en los estudios culturales. Adicionalmente, contribuye a la formación de una nueva identidad criolla y deja clara una posición crítica sobre la Colonia.
Incluir El carnero en un recuento de la historia de literatura resulta esencial, por lo menos para Colombia, porque su autor es, probablemente, el precursor de la literatura en el Nuevo Reino de Granada. No se trata de una crónica, como lo habían hecho sus predecesores, sino que es una mezcla de historia, realidad, ficción y relatos costumbristas. Se sirve de un sistema narratológico en el que se entrecruzan tres géneros: crónica, picaresca y lección moral. En el prólogo indica el naciente nacionalismo criollo: “He querido hacer este breve discurso por no ser desagradecido a mi patria, y dar noticia de este Nuevo Reino de Granada, de donde soy natural, que ya que lo que en él ha acontecido no sean las conquistas del magno Alejandro, ni los hechos de Hércules el hispano, ni tampoco valerosas hazañas de Julio César y Pompeyo, ni de otros capitanes que celebra la fama (…)”.
Hugo Hernán Ramírez, profesor de la Universidad de los Andes, comienza la introducción que hace de la edición BC 2015 (Biblioteca básica de cultura colombiana) así: “¿Qué encontramos cuando leemos El carnero? Encontramos la historia de Juana García, una bruja negra que ‘era un poco voladora’ (ix), la historia de Jorge Voto, un profesor de danza asesinado por un encomendero (x), la historia de una estafa hecha falsificando monedas (xi), la historia del asesinato de Juan de los Ríos, a quien mataron de cuatro estocadas y luego le sacaron el corazón, le cortaron las narices, las orejas y los miembros genitales, y todo esto echaron en un pañuelo (xii). Estos son solo algunos ejemplos de los casos que encontramos cuando abrimos ese libro que llamamos El carnero, pero que en realidad lleva por título Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada de las Indias Occidentales del Mar Océano”. (Catálogo digital, Biblioteca Nacional).
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Juan Rodríguez Freyle nació en Santafé de Bogotá en 1566 y murió en la misma ciudad en 1642. Escribió esta obra en 1636, aunque solamente fue publicada en 1859. Él se refiere a su propia biografía en el texto: “Paréceme que algún curioso me apunta con el dedo y me pregunta, que de dónde supe estas antigüedades, pues tengo dicho que entre estos naturales no hubo quien escribiese, ni cronistas. Respondo presto por no me detener en esto, que nací en esa ciudad de Santafé, y al tiempo que escribo esto me hallo en edad de setenta años, que los cumplo la noche que estoy escribiendo este capítulo, y que son los 25 de abril y día del señor San Marcos, del dicho año de 1636. Mis padres fueron de los primeros conquistadores y pobladores de este Nuevo Reino. Fue mi padre soldado de Pedro Ursúa (…)” (II).
En el texto dirigido a Felipe IV relata asuntos relativos a la conquista del Reino, a la fundación de la ciudad Santafé de Bogotá, a la guerra entre los caciques Bogotá y Guatavita, a las costumbres de los indígenas y muchas más. Se vale de historias autónomas e independientes en las que muestra violencia, corrupción, hurtos y otros ejemplos del actuar social, que presenta como patrones disuasorios. Pero, al mismo tiempo, exhibe un panorama histórico acerca de los indígenas y hace un recuento sobre lo ocurrido en el primer siglo desde la conquista de América.
En El carnero hay muchas historias de mujeres que se han llevado a la televisión, al cine o que simplemente se han reinterpretado en la literatura, como la “Inés de Hinojosa”, “la infiel preñada” o “las historias de Eva”. En estos relatos es una constante resaltar el peligro de la belleza femenina, ya que esta es la perdición de los hombres. En la misma línea, es recurrente el tema de los celos, así como el honor, básicamente porque son elementos barrocos y muy de moda en la España peninsular.
Dentro del eje argumental del libro se pueden destacar algunos aspectos: la descripción que hace Freyle de los indígenas. Por ejemplo, hace referencia a cómo las comunidades chibchas estaban encabezadas por sus caciques (Bogotá, Guatavita y Ramiriquí). Presenta, también, la división política entre ellos mismos y las guerras entre diversos grupos. Resalta que los indios son paganos y en esa medida están gobernados por el diablo, aunque también denuncia vicios de los españoles, haciendo un recuento de la vida santafereña, de los principales hechos que influyeron la fundación de la ciudad en 1538, la travesía de Gonzalo Jiménez de Quesada, de la manera en la que los indígenas fueron marginados de la vida urbana y cómo solo se usaban como esclavos y mandaderos, relatando, además, las experiencias de hombres en búsqueda de El Dorado. La religión y la moral cristiana atraviesan todos los relatos.
En resumen, además de no ser una crónica convencional, es una colección de relatos muy entretenida y constituye una radiografía sociológica que yuxtapone la vida cotidiana, sendas historias de mujeres, relatos costumbristas y la historia de la Conquista. Esta visión suministra datos históricos allende de la versión oficial y, en esa medida, ha servido como material historiográfico y literario esencial en los estudios culturales. Adicionalmente, contribuye a la formación de una nueva identidad criolla y deja clara una posición crítica sobre la Colonia.