Historia de la literatura: “El príncipe”, de Nicolás Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo es un pensador esencial para entender el comportamiento de los individuos frente al ejercicio del poder pero, sobre todo, es una pieza fundamental en la historia de la literatura, por reflejar, reinterpretar, criticar y justificar su propia realidad sociológica de una manera sutil, realista y utilitaria.
Mónica Acebedo
“Y aquí se presenta la cuestión de saber si vale más ser temido que amado. Respondo que convendría ser una y otra cosa juntamente, pero que, dada la dificultad de este juego simultáneo, y la necesidad de carecer de uno o de otro de ambos beneficios, el partido más seguro es ser temido antes que amado”.
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“Y aquí se presenta la cuestión de saber si vale más ser temido que amado. Respondo que convendría ser una y otra cosa juntamente, pero que, dada la dificultad de este juego simultáneo, y la necesidad de carecer de uno o de otro de ambos beneficios, el partido más seguro es ser temido antes que amado”.
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Para Nicolás Maquiavelo, las constantes crisis políticas, religiosas y económicas que se vivían en el siglo XVI en Europa, en general, y en Florencia, en particular, se debían a que los gobernantes no eran lo suficientemente disciplinados y estrictos. Según él, las normas, las prácticas militares y el ejercicio del poder se habían relajado a unos extremos viciosos y, en ese sentido, se requerían líderes enérgicos y leyes extremas capaces de mantener el orden y la seguridad.
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Maquiavelo nació en Florencia en 1469 y murió en 1527 en la misma ciudad. Perteneció a una familia de nobles que, como muchos aristócratas de la época, perdieron sus riquezas. Sin embargo, esto no le impidió tener acceso a una educación de calidad por parte de los humanistas. Vivió durante la época en la que los Médici tenían monopolizado el poder financiero, político, religioso e incluso el artístico, pues desde el siglo precedente se habían convertido en los principales mecenas de arquitectos, escultores y pintores. Fue testigo directo de las situaciones complicadas en las que se vio inmerso Lorenzo de Médici y la forma como salió airoso. También tomó atenta nota de la figura de César Borgia, el hijo del papa Alejandro VI, sus ambiciones y su forma de manipular el poder.
Empezó a trabajar como secretario de asuntos exteriores y desde ese momento tuvo varias misiones diplomáticas que lo acercaron a los temas políticos, bélicos y al manejo de las relaciones entre la Iglesia, los gobernantes y otros Estados. En 1511 estuvo encargado de una misión en Francia que fracasó y lo obligó a exiliarse en Florencia y a retirarse de la actividad política y diplomática. Fue gracias a ese exilio obligatorio que escribió una de sus obras más importantes: El príncipe, en la que confluyen los diversos aspectos de su pensamiento como estadista y diplomático y sus observaciones a uno de los contextos históricos más convulsos y, al mismo tiempo, más interesantes del Renacimiento europeo.
A manera de “espejo de príncipes”, este género literario, que tuvo tanto auge en los siglos XVI y XVII, fue escrito en 1513 y publicado en 1532 y es considerado un tratado filosófico de política sobre el funcionamiento del Estado y la forma como se deben comportar los gobernantes. Según Maquiavelo, la corrupción es la actividad que interrumpe la libertad de los integrantes de la sociedad. Por eso se necesita un príncipe absolutista que combata sin compasión. En esa medida, el programa político se debe adecuar a la realidad social, pero de manera que sea útil y, justamente, la virtud esencial del gobernante es la de conseguir su propósito sin importar la forma como lo haga. De hecho, no importa que las medidas sean contrarias a los presupuestos cristianos.
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El escrito, dedicado a Lorenzo de Médici, presenta un discurso lectivo, aunque a pesar de ser una obra pedagógica, no necesariamente es ejemplarizante. Utiliza las comparaciones para darle cuerpo a su idea central, que presenta a partir de experiencias de la historia coetánea.
Los temas principales del texto son los siguientes: establece el concepto de República o principado y aclara que los principados pueden ser heredados o simplemente que alguien nuevo se imponga a la fuerza, aunque señala que es más eficiente mantener en el poder a aquellos que lo han recibido heredado. Además, afirma que un Estado puede ser adherido a otros y desaparecer, así como establece que en los eventos de nueva imposición, el príncipe nuevo debe exterminar la familia del anterior porque, de lo contrario, asume un riesgo perpetuo de que lo destronen.
Maquiavelo determina que existen tres formas de conservar los Estados adquiridos: aniquilar por completo al anterior, vivir con ellos o dejarlos que vivan con sus costumbres, pero, eso sí, cobrar tributos; el Estado nuevo tiene que mantener la lengua, la cultura, no debe cambiar las leyes radicalmente, ni elevar desmesuradamente los impuestos para poder garantizar el verdadero sometimiento. Explica que los príncipes se clasifican de dos formas: por su fortuna o por virtud; aquel que posee la virtud militar es superior, porque la hacienda puede cambiar en cualquier momento.
Desde la perspectiva bélica, El príncipe plantea que es fundamental no evitar las guerras, ya que el objetivo del príncipe debe ser, precisamente, la organización y reglamentación de la confrontación militar, pues el gobernante tiene que ser fuerte y radical, no solo dentro del principado, sino que debe proyectar una política agresiva en contra de los extranjeros que se quieran oponer a sus métodos. En ese sentido, se puede llegar al poder con las armas y en contra de la ley preestablecida o con el favor de los ciudadanos. Si se llega al poder con la ayuda de pares, siempre se estará en deuda con aquellos y eso va a limitar sus acciones; en cambio, si accede al poder por la fuerza o través de mecanismos criminales, el pueblo va a temer. Así, los principales fundamentos de un príncipe son: buenas leyes y armas poderosas.
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En suma, a Nicolás Maquiavelo no solo se le atribuye la conocida frase “el fin justifica los medios”, sinónimo de maldad dictatorial; es también un pensador esencial para entender el comportamiento de los individuos frente al ejercicio del poder, pero, sobre todo, es una pieza fundamental en la historia de la literatura, por reflejar, reinterpretar, criticar y justificar su propia realidad sociológica de una manera sutil, realista y utilitaria. Cierro con una de sus más famosas citas: “[…] Tanta diferencia de cómo se vive a como se debe vivir, que quien deja lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende más bien su ruina que su salvación: porque un hombre que quiera en todo hacer profesión de bueno fracasará necesariamente entre tantos que no lo son […]”.