Historia de la literatura: El segundo sexo
El ensayo, escrito por la filósofa francesa Simone de Beauvoir, fue publicado por primera vez en 1949. En este texto reflexiona sobre lo que ha significado para ella ser mujer. Es uno de sus libros más conocidos, y fragmentos de este fueron censurados por la Iglesia católica.
Mónica Acebedo
“¿La mujer? Es muy sencillo, afirman los aficionados a las fórmulas simples: es una matriz, un ovario; es una hembra: basta esa palabra para definirla. En boca del hombre, el epíteto de ‘hembra’ suena como un insulto; sin embargo, no se avergüenza de su animalidad; se enorgullece, por el contrario, si de él se dice: ‘Es un macho’”.- Simone de Beauvoir.
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“¿La mujer? Es muy sencillo, afirman los aficionados a las fórmulas simples: es una matriz, un ovario; es una hembra: basta esa palabra para definirla. En boca del hombre, el epíteto de ‘hembra’ suena como un insulto; sin embargo, no se avergüenza de su animalidad; se enorgullece, por el contrario, si de él se dice: ‘Es un macho’”.- Simone de Beauvoir.
La francesa Simone de Beauvoir (1908-1986) es un referente esencial en los estudios de género, en el feminismo moderno, en la filosofía y, por supuesto, en una historia de la literatura. El segundo sexo es un monumental ensayo que reflexiona sobre la condición de la mujer. Publicado en 1949, fecha crucial para la historia europea en general y para la mujer en Francia: en 1945 las mujeres habían obtenido el derecho al sufragio, pero todavía no podían tener cuentas bancarias, ya que esto solo se logró hasta 1965; el aborto solo sería despenalizado hasta 1975, lo mismo que el divorcio por mutuo acuerdo y los anticonceptivos eran prohibidos; los temas raciales y religiosos (que también desarrolló en el texto) habían adquirido una mirada sociocultural crítica y diversa después de la guerra, sumado a otros aspectos de su vida, hicieron que el libro fuera un escándalo en Francia y en el mundo.
Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir nació en París el 9 de enero de 1908 en el seno de una familia acomodada. Tuvo acceso a una buena educación y su padre siempre la estimuló con los estudios y la lectura, porque, según él, era la única forma de salir de la mediocridad burguesa. Estudió matemáticas, literatura y filosofía. En la facultad de letras conoció a Jean-Paul Sartre, con quien mantuvo una larga y compleja relación que, en sí misma, marcó gran parte del pensamiento de ambos. La publicación de El segundo sexo le supuso un lugar privilegiado dentro del mundo intelectual. Escribió ensayos, novelas, autobiografía y teatro; ganó numerosos premios, entre los que está el Premio Goncourt por la novela Los mandarines en 1954, y fue activista dentro de los movimientos feministas de finales de los años sesenta. Murió el 14 de abril de 1986 y comparte su tumba con Sartre en el cementerio de Montparnasse.
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En permanente diálogo con la historia, la filosofía, la literatura, el psicoanálisis y la sociología estructura el ensayo en dos partes: El segundo sexo I y El segundo sexo II. En la primera plantea su tesis central: el hombre oprime a la mujer, a quien califica como “lo otro”. La cultura patriarcal, por siglos, ha mutilado a la mujer y no le ha permitido crear una identidad. Esta parte del texto la divide en cuatro: i) El destino (la parte biológica, el punto de vista del psicoanálisis y del materialismo histórico); ii) La historia: “Este mundo siempre ha pertenecido a los varones, pero ninguna de las razones propuestas para explicar el fenómeno nos ha parecido suficiente”; iii) Los mitos: “El hombre busca en la mujer lo otro en tanto que naturaleza y como su semejante. Pero ya es sabido qué sentimientos ambivalentes inspira la naturaleza al hombre. Él la explota, pero ella lo aplasta; él nace de ella y en ella muere; ella es la fuente de su ser y el reino que él somete a su voluntad; es una garantía material en la cual está prisionera el alma, y es la realidad suprema; es la contingencia y la Idea, la finitud y la totalidad; eso es lo que se opone al espíritu y a él mismo”; iv) La formación (infancia, la joven, la iniciación sexual, la lesbiana). De hecho, en la introducción de este aparte aparece una de sus frases más conocidas: “No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que califica de femenino”.
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La segunda parte la divide en tres secciones: i) La situación (la mujer casada, la madre, la vida de sociedad, prostitutas y hetairas, De la madurez a la vejez, situación y carácter de la mujer); ii) Justificaciones (la narcisista, la enamorada y la mística); por último, plantea un instrumento para la emancipación; iii) Hacia la liberación (la mujer independiente).
Concluye con un llamado a la relación entre los dos sexos a partir del respeto del “otro”: “Imposible sería expresarlo mejor. Al hombre corresponde hacer triunfar el reino de la libertad en el seno del mundo establecido, y para alcanzar esa suprema victoria es necesario, entre otras cosas, que, por encima de sus diferencias naturales, hombres y mujeres afirmen sin equívocos su fraternidad”.
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En resumen, este texto largo, complejo y, al mismo tiempo, simple y directo desmontó la construcción social sobre el concepto de masculinidad y femineidad creado por la historia, las religiones, la filosofía, las cosmologías, las supersticiones culturales y la misma literatura. Para la autora, la femineidad no es una condición o una esencia, sino una característica impuesta por la voluntad de ser mujer. Con este libro, Simone de Beauvoir otorgó una herramienta a las mujeres de su tiempo y de los venideros (porque se mantiene tan vigente como en la época de su publicación) para rechazar los mitos creados alrededor de lo que se ha entendido como lo femenino.