Historia de la literatura en Occidente
Con el fin de contribuir con la lucha en contra del olvido paulatino y colectivo en el que se desenvuelve la sociedad moderna, a partir de hoy haremos un recuento, en orden cronológico, de algunas obras literarias que han trascendido en la historia. Empezamos con La Ilíada.
Mónica Acebedo
La literatura es una expresión de arte, una de las tantas formas de dibujar el mundo y la sociedad, la fuente de conocimiento por excelencia, una intermediaria entre el ser humano y su propia realidad, mensajera de la historia y la cultura, transmisora de las creencias, los sistemas políticos y económicos, arquitecta de la memoria, portadora del baluarte de la identidad de las naciones y los individuos, y espejo de las pasiones humanas. Por eso, entender la historia de la producción literaria de la humanidad resulta una tarea necesaria, en especial en tiempos en los que la cultura, sus antecedentes y efectos tienden a quedar en el olvido de los anaqueles por el constante llamado de las pantallas, redes sociales y la cultura masiva del entretenimiento que parece olvidar el origen de ese elefante blanco al que llamamos literatura.
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La literatura es una expresión de arte, una de las tantas formas de dibujar el mundo y la sociedad, la fuente de conocimiento por excelencia, una intermediaria entre el ser humano y su propia realidad, mensajera de la historia y la cultura, transmisora de las creencias, los sistemas políticos y económicos, arquitecta de la memoria, portadora del baluarte de la identidad de las naciones y los individuos, y espejo de las pasiones humanas. Por eso, entender la historia de la producción literaria de la humanidad resulta una tarea necesaria, en especial en tiempos en los que la cultura, sus antecedentes y efectos tienden a quedar en el olvido de los anaqueles por el constante llamado de las pantallas, redes sociales y la cultura masiva del entretenimiento que parece olvidar el origen de ese elefante blanco al que llamamos literatura.
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Con el fin de contribuir con la lucha en contra del olvido paulatino, progresivo y colectivo en el que se desenvuelve la sociedad moderna, a partir de hoy haremos un recuento, en orden cronológico, de algunas obras literarias que han trascendido en la historia y que se han convertido en referente obligatorio para entender la literatura como espejo de la humanidad. Si bien se trata de una escogencia caprichosa y subjetiva, los libros que se relacionan en este arqueo constituyen un común denominador de gran parte de la crítica literaria. Este ejercicio ha sido bautizado de muchas formas, ya sea en ámbitos académicos, profesores universitarios, clubes de lectura, manuales enciclopédicos o recomendaciones de librerías. Algunos ejemplos modernos entre un mar de patrones: Canon occidental, de Harold Bloom; Todo lo que hay que leer, de Christian Zschirnt; Cien remedios para la soledad, de Mauricio Rodríguez y Jorge Iván Parra; Lecciones de literatura universal, de Jordi Llovet; Historia de la literatura universal, de Martín de Riquer y José María Valverde… En fin, en cualquier biblioteca que se respete (de cualquier época) hay un manual de la historia de la literatura, un listado de libros favoritos o selección temática. Sin embargo, lo que pretendemos con estos artículos es hacer un viaje en el tiempo a partir de un breve recordatorio de las obras mismas, tramas argumentales, personajes, temáticas, movimientos, teoría crítica o, incluso, las biografías de autoras o autores y las razones por las cuales han traspasado la barrera del tiempo y del olvido.
La producción literaria se ha analizado desde diversas perspectivas que yuxtaponen el arte y la realidad o la necesidad práctica de la literatura, su vínculo con la obtención de placer o su utilidad ética y moral, y, en general, todas las teorías de pensamiento desde los filósofos clásicos hasta los eruditos contemporáneos. En ese sentido, hemos escogido una serie de momentos en el tiempo en los que se pueden agrupar unas obras literarias por el simple nexo genérico, geográfico, temporal, político o religioso -por lo menos para el caso de la historia de la literatura en Occidente- en 10 fases: i. Antigüedad (800 a. C. - 500 d. C.); ii. Baja Edad Media (500-1000); iii. Alta Edad Media (1000–1400); iv. Renacimiento, Barroco y Barroco hispano (1400-1700); v. Ilustración y Colonias (1700-1790); vi. Romanticismo (1800-1850); vii. Realismo y literaturas identitarias (1850-1890); viii. Modernismo y flujo de conciencia (1890-1920); ix. Existencialismo- Posmodernismo-distopías-boom (1920-1990), y x. Contemporánea (1990-2020).
“La Ilíada” (siglo XVIII a. C.)
El primer referente conocido de la literatura occidental es Homero. No sabemos si el autor griego existió o si es parte de un mito legendario. De lo que sí tenemos certeza es de que se trata de un autor que recoge años de tradición oral para dar paso a una práctica que será el esquema temático estructural con que se inaugura la literatura de Occidente. Uno de los poemas épicos que se le atribuyen a este poeta griego es La Ilíada, un texto que da cuenta de las peripecias causadas por la ira de Aquiles, rey de los mirmidones, durante la guerra de Troya, la cual, para la época de la narración del poema, ya llevaba nueve años. Se trata de una de las tantas obras que muestran una supuesta guerra que tuvo lugar aproximadamente en el siglo XII a. C.). Es decir, a partir de relatos orales que habían ya circulado en Grecia durante cuatrocientos años, un poeta -cuya existencia ha sido cuestionada por historiadores de todos los tiempos- escribe sobre algunos hechos del último año de una guerra que acabó con una ciudad. La guerra de Troya está narrada en una variopinta colección de instrumentos narratológicos: poemas, teatro, recuentos jurídicos, transmisión oral, arte y música. Por eso no ha sido fácil para los historiadores, poetas y filósofos construir una única versión de la guerra.
El poema es considerado como el instrumento épico (forma literaria que narra las hazañas de grandes héroes) más antiguo de Europa. Construido a partir de hexámetros dactílicos, estructurado en 24 cantos o rapsodias y a partir de fórmulas fijas y epítetos, presenta la siguiente trama argumental: Criseida y Briseida (troyanas) son capturadas por el ejército aqueo (griego). Agamenón (rey de reyes de Grecia) se queda con Criseida y Aquiles con Briseida. Sin embargo, Agamenón se ve forzado a renunciar a su esclava para salvar a Grecia de las pestes enviadas por el padre de Criseida, sacerdote de Apolo, y decide arrebatar a Aquiles a Briseida. Aquiles, uno de los mejores guerreros del ejército aqueo, enfurecido, se niega a seguir participando en la batalla en contra de los troyanos. Esto causa intervención constante de los dioses y las diosas, unas a favor de uno de los ejércitos, otros a favor de otros… envidias, disfraces, pactos, batallas que hacen que tanto dioses como humanos terminen lastimados desde perspectivas físicas, éticas y morales.
Algunas de las ideas centrales que se desprenden del poema son: la gloria de la guerra por encima de la familia y, por lo tanto, la magnificencia de lo heroico, ya que la victoria en el combate es la virtud más importante del ser humano, pero, al mismo tiempo, es esencial el respeto por el enemigo; lo efímero de la vida terrestre; la intervención de los dioses en la guerra y la humanización de las pasiones divinas; la religión y las leyendas de los seres míticos, y la importancia de la tradición aristocrática, cuestión que tendrá una profunda influencia en la literatura que parte de la tradición homérica y que se proyecta durante muchos siglos posteriores.
En el próximo artículo haremos referencia a La Odisea, sus diferencias con La Ilíada y a algunos aspectos de la mitología griega que nos ayudarán a comprender las estructuras recurrentes en la literatura de la Antigüedad.