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“Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca”, tomado de “Instrucciones para llorar”, de Julio Cortázar
El argentino Julio Cortázar (1914-1984) es uno de los escritores más representativos del llamado boom latinoamericano. Historias de cronopios y de famas (1962) es uno de sus libros de relatos más icónicos. A partir de la rutina diaria de las personas y de los hechos cotidianos, crea una serie de historias con humor surrealista y, al igual que hace en la gran mayoría de su obra, involucra activamente a los lectores. Le interesa un lector que intervenga, que complemente la experiencia literaria. Para Cortázar, la ficción es un proceso que nunca acaba. En su inmortal novela Rayuela (1963), por ejemplo, invita al lector a que elija el orden de los capítulos. Afirma Javier Aparicio: “Resulta palmario que Cortázar reinventa el lector partícipe que había prescrito a su manera y de forma no explícita la ficción vanguardista, a la vez que contribuye a convertir definitivamente en proscrito al lector acomodaticio creado por la tradición narrativa realista, si bien lo que en realidad importa es advertir la dimensión que el lector, en tanto que convención, ha adquirido en la ficción concebida desde la actitud posmoderna”. (Lecturas de ficción contemporánea, Cátedra, 2009, p. 282).
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Julio Florencio Cortázar nació el 16 de agosto de 1914 en Bruselas (Bélgica). Hijo de argentinos que estaban en Bélgica por cuestiones diplomáticas y que se refugiaron en Suiza, durante la Primera Guerra Mundial, hasta 1918. Luego, la familia regresó a Argentina, donde el joven Cortázar hizo sus estudios primarios, secundarios y obtuvo, en 1923, el título de maestro. Después estudió Filosofía y Letras. Ya desde ese entonces empezó a dictar clases de Literatura, escribir ensayos de crítica literaria y publicar relatos y poemas en diversas revistas literarias. Más adelante se vio forzado a dejar el país por problemas políticos. Se exilió en Francia, aunque viajó mucho por el mundo entero. Durante su exilio siguió escribiendo, publicando y también hizo traducciones memorables, como, por ejemplo, la de los cuentos de Edgar Allan Poe. Fue admirador de escritores europeos de corte modernista y surrealista y también de su compatriota Jorge Luis Borges. En sus escritos de los años 70 se nota un compromiso político con la izquierda latinoamericana. Murió en París el 12 de febrero de 1984. Dejó una vasta obra de poesía, novelas, ensayos, cuentos, artículos académicos, teatro y numerosas memorias de las clases y lecciones que dictó en diversos escenarios.
Historias de cronopios y de famas tiene 64 relatos repletos de sarcasmo, ironía y comicidad, narrados de una manera simple, con un lenguaje sencillo y directo, que camufla reflexiones políticas, de la vida burguesa y de la sociedad del momento. El libro está dividido en cuatro partes:
En primer lugar está: “Manual de instrucciones”. En esta serie presenta unos relatos que ridiculizan la rutina y las actividades repetitivas de seres que no ven más allá de su propio entorno. Invita a los lectores a salir de su zona de confort y dejar “la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio”. Encontramos en esta sección, por ejemplo: “Instrucciones para entender tres pinturas famosas”, “Instrucciones para llorar”, “Sobre la forma de tener miedo”, “Subir escaleras”, “Para dar cuerda a un reloj”, donde escribió: “Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo”.
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La segunda parta se llama “Ocupaciones raras”. Cuenta la historia de una familia extraña: son relatos que critican la forma de actuar de las familias en el medio social. No hay originalidad, todos nosotros somos meras copias. Algunos nombres de este grupo, desde el título mismo, resultan muy entretenidos: “Conductas en un velorio”, “Peripecias de una tía frente a la caída”, “Pérdida y recuperación del pelo”, donde afirma: “Para luchar contra el pragmatismo y la horrible tendencia a la consecución de fines útiles, mi primo el mayor propugna el procedimiento de sacarse un buen pelo de la cabeza, hacerle un nudo en el medio y dejarlo caer suavemente por el agujero del lavabo”.
Sigue “Material plástico”, que contiene relatos relacionados con el mundo laboral, donde se siente una clara crítica a la burocracia. Por ejemplo: “Trabajos de oficina”, “Posibilidades de la abstracción”, “Lágrimas de las secretarias”, “Relojes de pulsera”, “Cristal que deja pasar las moscas”, “Historia con un oso blando” y “Propiedades de un sillón”, donde consta: “En casa del Jacinto hay un sillón para morirse. Cuando la gente se pone vieja, un día la invitan a sentarse en el sillón, que es un sillón como todos pero con una estrellita plateada en el centro del respaldo. La persona invitada suspira, mueve un poco las manos como si quisiera alejar la invitación y después va a sentarse en el sillón y se muere”.
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Por último, la sección que le da nombre al libro: “Historia de cronopios y famas”, sátira a una sociedad clasista, donde encontramos tres tipos de personajes: los cronopios: unos seres verdes y húmedos que viven al margen de las cosas entre el arte y lo asocial (ingenuos, idealistas, desordenados, sensibles, viven con pasión, derrochan); los famas: burgueses, organizados, exitosos, no desperdician, y las esperanzas: simples, aburridos, ignorantes, rutinarios. Se trata de una realidad que emerge del colectivo social y que el autor expresa a través de la ficción surrealista. Es un llamado a las personas a que se concienticen de su simplicidad: “Sucedió que un fama bailaba tregua y bailaba catala delante de un almacén lleno de cronopios y esperanzas. Las más irritadas eran las esperanzas porque buscan siempre que los famas no bailen tregua ni catala sino espera, que es el baile que conocen los cronopios y las esperanzas”.