Historia de la literatura: “Meditaciones”
En su libro, Marco Aurelio ofrece un estado del arte de las personas que forjaron su pensamiento y carácter.
Mónica Acebedo / @moacebedo
“Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia de los bienes y de los males. Pero yo, que he observado que la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la naturaleza del pecador mismo es pariente de la mía, porque participa, no de la misma sangre o de la misma semilla, sino de la inteligencia y de una porción de la divinidad, no puedo recibir daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo enfadarme con mi pariente ni odiarle. Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa”.
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“Al despuntar la aurora, hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece por ignorancia de los bienes y de los males. Pero yo, que he observado que la naturaleza del bien es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la naturaleza del pecador mismo es pariente de la mía, porque participa, no de la misma sangre o de la misma semilla, sino de la inteligencia y de una porción de la divinidad, no puedo recibir daño de ninguno de ellos, pues ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo enfadarme con mi pariente ni odiarle. Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa”.
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Probablemente este emperador romano no pretendía sentar un precedente literario con la escritura de sus Meditaciones, por el contrario, parecen ser anotaciones íntimas dirigidas a sí mismo. Sin embargo, considero que en un recuento de la historia de la literatura es indispensable referirse a este texto, ya que su contenido viaja entre la literatura y la filosofía, y además se convierte en un referente, por lo menos de la fórmula literaria intimista. El texto se conoció públicamente solo hasta el año 300. Escrito en griego micénico (lengua de la Hélade), contiene preceptos indispensables no solamente como una reflexión personal, moral y ética, sino como brújula de la manera de gobernar en una de las épocas más turbulentas del imperio. Seguidor de las ideas platónicas en relación con la preparación y la perfección de los gobernantes, esperaba que estas se reflejaran en el comportamiento de los ciudadanos.
Marco Aurelio Antonino Augusto nació en Roma en el año 121 d. de C. Fue emperador del Imperio romano desde el 161 hasta su muerte, en el año 180, durante una campaña militar en la región del Danubio. Apodado El sabio, tuvo una vida que pudo ser considerada en sí misma una novela. Nació en el seno de una familia noble y pudiente. Fue adoptado por el emperador Antonino Pío, en el año 138. De hecho, uno de los pasajes más importantes de las Meditaciones es, precisamente, aquel que hace referencia a su padre adoptivo y a su forma de gobernar. Algunos estudios académicos cristianos aseguran que fue uno de los emperadores que más se opuso a la creciente secta religiosa y que más los persiguió. No obstante, otras versiones de la historia explican que si bien no aceptaba los preceptos de la nueva religión, sí los respetaba, siempre y cuando no atentaran contra las leyes del Imperio. Le tocó, además, lidiar con las constantes invasiones bárbaras y con las plagas que azotaban de forma permanente a la población. Estudió leyes, filosofía y retórica. En el año 176 creó las cuatro cátedras de filosofía en Atenas: la platónica, la aristotélica, la epicúrea y la estoica, que se convirtieron en el ícono de la educación filosófica imperial.
Este diario filosófico está divido en 12 libros y no contiene fechas exactas ni episodios históricos específicos que den pistas sobre el momento en el que cada una de estas meditaciones fue escrita. Adicionalmente, hay fragmentos y anotaciones que no permiten darle a la obra una unidad absoluta, lo que muestra que, en efecto, se trataba de pensamientos personales. No obstante, es factible identificar un eje temático principal: la naturaleza (physis). Esta actúa como esencia fundamental de todas las cosas y sentimientos que existen en el mundo. Así, de la Naturaleza, con mayúscula, se desprenden el ser humano, la injusticia, la guerra, el perdón, la virtud, el amor, la pasión y muchos sentimientos y conductas que se convierten en admoniciones aforísticas. La Naturaleza atraviesa todo lo que existe y les da sentido no solamente a las cosas materiales, sino a las pasiones y al actuar del ser humano:
“Todo lo que te conviene, me conviene, ¡oh mundo!; nada es demasiado temprano o tardío para mí, si es para ti oportuno. Todo lo que producen tus estaciones es para mi fruto, ¡oh Naturaleza! Todo procede de ti, todo está en ti, todo vuelve a ti”.
En los libros presenta una suerte de estado del arte de las personas que de alguna manera atravesaron su vida y forjaron su pensamiento y carácter. Se trata de una revisión de sus familiares, profesores y amigos que han influido a lo largo de su vida. Destaca las cualidades morales de cada uno de ellos de una manera muy positiva. Por ejemplo, menciona que de su madre heredó “el respeto por los dioses” y de su padre “la firmeza”. Es como si viera las virtudes y no los defectos. Se refiere a la riqueza, al dinero y al poder como posibles calamidades que fragmentan la integridad de los hombres, en especial de aquellos que están destinados a gobernar. Hace alusión a los vicios comunes de los romanos de la época, como el exceso de comida y bebida, las orgías y una serie de conductas que curiosamente tienen cercanía con otros preceptos cristianos.
En suma, la fusión filósofo y gobernante es casi única en la historia. El caso de Marco Aurelio nos hereda una serie de reflexiones y preceptos sobre la vida y la muerte, a partir de los valores estoicos. Fue uno de los emperadores más dedicados y estudiosos, que selló el período de los llamados Los cinco buenos emperadores.