Historia de la literatura: “Nana”
De la trama de esta novela, escrita por Émile Zola en 1880, rezuman los sucesos históricos y el ambiente de la Francia del Segundo Imperio (1852-1870) con Napoleón III.
Mónica Acebedo.
Émile Zola (1840-1902) es considerado el padre del Naturalismo, movimiento que surgió a partir del realismo decimonónico, con un nuevo sentido literario en el que hay multiplicidad de discursos, fragmentación narrativa y una minuciosa observación de la realidad. El Naturalismo va más allá de la tendencia realista que se viene consolidando en el mundo literario europeo, porque propende por un análisis casi científico, detallado del mundo y del actuar social.
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Émile Zola (1840-1902) es considerado el padre del Naturalismo, movimiento que surgió a partir del realismo decimonónico, con un nuevo sentido literario en el que hay multiplicidad de discursos, fragmentación narrativa y una minuciosa observación de la realidad. El Naturalismo va más allá de la tendencia realista que se viene consolidando en el mundo literario europeo, porque propende por un análisis casi científico, detallado del mundo y del actuar social.
Zola nació en París el 2 de abril de 1840 y falleció en la misma ciudad el 29 de septiembre de 1902. Su padre era italiano, oficial del ejército y luego ingeniero que se radicó en Francia para la construcción de un canal del agua en Provence. Sin embargo, durante la construcción murió. Tras la muerte del padre, la familia se trasladó a París, en donde Zola se vinculó al mundo editorial como empacador de libros. Su afición por la lectura y escritura se terminó de consolidar gracias a la cercanía de los libros. Empezó a escribir prensa, algunos poemas y ya en 1864 se publicaron algunos de sus cuentos, luego dos novelas y con la publicación de la novela Teresa Raquin, en 1868, que ya perfila su tendencia naturalista, se posicionó en el ambiente intelectual parisino. Entre 1871 y 1893 publicó veinte novelas que agrupó con el nombre de Historia de los Rougon-Macquart, cuyo subtítulo es Historia social de una familia bajo el Segundo Imperio.
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En el prefacio a su Historia de los Rougon-Macquart presenta su proyecto en estos términos: “Quiero explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres, se comporta en una sociedad, desarrollándose para engendrar, diez, veinte individuos que parecen a un vistazo profundamente disímiles, pero que el análisis muestra íntimamente ligados unos a otros. La herencia tiene sus leyes, como la gravedad”.
La percepción estética de Zola proyecta el método científico experimental en la creación literaria. De esta forma, su pretensión es mostrar que los individuos de la sociedad se comportan de una u otra manera a partir de los condicionamientos hereditarios de los cuales las personas no tienen escapatoria. Su discurso se enfoca en los pensamientos y sentimientos de los personajes y, al plasmar la realidad objetivamente, como en el realismo, adiciona a la narración una visión determinista, crítica y más pesimista de la sociedad parisina.
Nana, parte de Historia de los Rougon-Macquart, publicada en 1880, es una de mis favoritas. De la trama rezuman los sucesos históricos y el ambiente de la Francia del Segundo Imperio (1852-1870) con Napoleón III. Se siente en el entorno una especie de fervor patriótico por la posible guerra con Prusia y una fusión de las clases sociales tradicionalmente separadas, en donde el dinero marca la parada.
Nana es una muchacha humilde, pobre, de una hermosura extrema que enloquece a los hombres de todos los círculos sociales y, tras llegar de su pueblo natal a la capital, se inicia como actriz en el teatro de variedades. Resulta mala en cuestiones de actuación, pero su belleza sobresale, en especial cuando se presenta desnuda. Después, se vuelve prostituta de lujo. Uno de sus amantes, el conde Muffat, es quien se encarga de presentarla a la sociedad parisina, donde se convierte en el centro de las miradas.
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El eje argumental presenta un juego permanente de ascenso y descenso social y económico. Ella se aprovecha de su belleza, pero al mismo tiempo es víctima de abuso y maltrato. Ella es hábil, manipuladora, experta en intrigas. Se debate entre el odio y las ansias de destrucción a las personas que la rodean y el amor por su hijo. Termina con muchas deudas y, eventualmente, desaparece. Se rumora que está en Rusia. Regresa y es presa de la terrible viruela, que le arrebata la belleza. Muere y al final todos sus amantes se presentan y se reúnen el día de su muerte.
María José Furió sugiere que el argumento va más allá de la mera observación sociológica, ya que presenta tintes alegóricos: “La enfermedad que desfigura su cuerpo y la putrefacción posterior simbolizan la sociedad corrupta del Segundo Imperio. Una vez más, el simbolismo latente en el planteamiento y los desenlaces de las situaciones sitúa la producción zoliana más allá de la mera descripción naturalista que, con pretensiones de denuncia, ofrece al público platos demasiado sazonados” (Lecciones de literatura universal, Cátedra, 2002, p. 697).
En pocas palabras, para Zola, escribir una novela equivale a la realización de un experimento científico en el que se plantea una tesis, se recolectan unos datos y se obtienen unas conclusiones específicas sobre el objeto estudiado, en este caso la sociedad parisina y una selección de individuos cuyas acciones están previamente determinadas, que además dialogan con el contexto histórico político. En ese sentido, su enfoque artístico se opone a lo que está ocurriendo con el
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