Historia de la literatura – Plumas trasgresoras: Enheduanna
La princesa Enheduanna, también conocida como Endereina, es considerada como una de las primeras mujeres cuyo nombre se conserva en la historia. Fue una poetisa y escritora acadia que ocupó el cargo de suma sacerdotisa en el templo del dios Nannar (la luna).
Mónica Acebedo
Señora de todas las escencias, luz plena,
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Señora de todas las escencias, luz plena,
buena mujer vestida de esplendor
a quien el cielo y la tierra aman,
amiga de templo de An,
tu llevas grandes ornamentos,
tú deseas la tiara de la alta sacerdotisa
cuyas manos sostienen las siete escencias,
O mi señora, guardiana de todas las grandes escencias,
las has escogido y colgado
de tu mano.
Has reunido las escencias sagradas y las has puesto
apretadas sobre tus pechos.
(«Innana y las esencias divinas»)
Enheduanna
En esta Historia de la Literatura empezamos un nuevo capítulo con la intención de recopilar escritores y escritoras que a lo largo de la historia se han atrevido a romper patrones culturales y lo han hecho a través de sus plumas. Personas que directa o indirectamente han escrito y publicado en contra de los sistemas políticos, religiosos y sociales. Autores que deciden poner por escrito lo que pertenecía a la tradición oral; autoras que a pesar de ser mujeres y pertenecer a sistemas patriarcales, se atreven a escribir; hombres y mujeres que desafían el mandato religioso y escriben más allá de lo que deberían; gente que ha dibujado e interpretado el mundo sin importar el régimen prestablecido y cuyas obras han marcado un referente en la historia de la literatura.
Para empezar, necesitamos establecer quién fue la primera persona que se atribuyó la autoría de un texto, por lo menos del que tengamos conocimiento. Se trata de Enheduanna, una princesa que vivió mil quinientos años antes que Homero, que es, a su vez, el referente antiguo más común en la historia de la literatura escrita. Fue poeta y sacerdotisa del siglo 23 a.C. (año 2200 a.C.) en la antigua Mesopotamia. Son unos himnos de alabanza a las diosas que, de hecho, sirven de base en varios de los Salmos de la Biblia hebrea.
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Afirma Irene Vallejo en su libro El infinito en un junco lo siguiente con respecto a esta primera autora de la humanidad: «Los rubricó con orgullo. Era hija del rey Sargón I de Acad, que unificó la Mesopotamia meridional en un gran imperio, y tía del futuro rey Naram-Sim. Cuando los estudiosos descifraron los fragmentos de sus versos, perdidos durante milenios y recuperados solo en el siglo XX, la apodaron la “Shakespeare de la literatura sumeria”, impresionados por su escritura brillante y compleja. […] En su himno más íntimo y recordado [Enheduanna] revela el secreto de su proceso creativo: la diosa lunar visita su hogar a medianoche y la ayuda a “concebir” nuevos poemas, “dando nacimiento” a versos que respiran» (Debosillo, 2021, p. 165).
La historia del descubrimiento arqueológico de un disco en piedra caliza denominada «Disco de Enheduanna» es un relato emocionante. La pieza descubierta por el arqueólogo británico Leonard Woolley en 1926, cerca de Ur (hoy Irak) contiene unas inscripciones en las que se especifica que Enheduanna era una sacerdotisa esposa del dios Nanna, hija de Sargón, rey del mundo, en el templo de la diosa Inanna, diosa de la guerra y la fertilidad. Precisamente, muchas de las composiciones de Enheduanna, que se convirtieron en versos base de las oraciones y salmos, eran originalmente poemas dedicados a esa divinidad: Ninmesarra (La exaltación de Inanna). También se conocen otras obras poéticas para referirse a la diosa como Inninsagurra (La señora del corazón grande); o Inninmehusa (Diosa de poderes aterradores).
Pero lo más interesante de esta princesa sacerdotisa de la antigüedad es que su legado poético da cuenta de la primera queja por acoso sexual. Justamente, en La exaltación de Inanna, Enheduanna le reza a la diosa que la proteja de los continuos abusos de Lugalane (uno de los reyes de Ur, enemigos de su familia). Afirma que ese Lugalane profanaba el templo de Inanna y que: «se ha atrevido a acercarse a mí en su lujuria». De hecho, fue el mismo Lugalane la que la condenó al exilio.
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En suma, además de haber sido la primera persona en declarar como suyo un texto literario, sentimos una amalgama de temáticas que se desprenden de sus poemas: amor, sexo, maternidad, fertilidad, guerra, venganza, lenguajes, culturas y muchos más. Sus versos sirvieron de referente a futuras alabanzas a las divinidades posteriores y «fue ¾que sepamos¾ la primera persona en describir el misterioso parto de las palabras poéticas» (Irene Vallejo, El infinito en un junco, p.165). Sus obras influyeron a muchos poetas posteriores gracias las traducciones y adaptaciones que se han hecho a través de los años. Adicionalmente, se le recuerda por su intención de unificar culturas y religiones en la región de Mesopotamia. De hecho, sus alabanzas a Inanna y la forma de presentarla como reina de los cielos, significa mucho en términos de las religiones monoteístas posteriores, como el de un Dios supremo al que no se puede desobedecer porque descargará su furia. Cierro con uno de sus sublimes poemas que sugiere consecuencias para quienes no sigan sus preceptos:
¡Que se sepa que eres noble como los cielos!
¡Que se sepa que eres tan grande como la tierra!
¡Que se sepa que destruyes las tierras rebeldes!
¡Que se sepa que ruges en tierras forasteras!
¡Que se sepa que aplastas cabezas!
¡Que se sepa que devoras cadáveres como un perro!
¡Que se sepa que tu mirada es terrible!