Historia de la literatura: “Rojo y negro”, Stendhal
«El amor cerebral supone, sin duda alguna, un mayor ingenio que el amor verdadero, pero sólo por instantes conoce el entusiasmo; es demasiado consciente de sí mismo, se juzga sin cesar y, lejos de permitir que la razón se extravíe, se asienta en razonamientos».
Mónica Acebedo
Julián Sorel, el protagonista de Rojo y negro, es uno de los personajes más enigmáticos e interesantes de la literatura francesa. Se trata de una novela realista con visos románticos; además, se codea con la novela histórica, ya que se vale de los episodios y personajes más representativos de la Francia posnapoleónica.
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Julián Sorel, el protagonista de Rojo y negro, es uno de los personajes más enigmáticos e interesantes de la literatura francesa. Se trata de una novela realista con visos románticos; además, se codea con la novela histórica, ya que se vale de los episodios y personajes más representativos de la Francia posnapoleónica.
Escrita por Henri Beyle, apodado Stendhal, fue publicada por primera vez en 1830, en un momento de crisis en Francia desde el punto de vista social, económico, político y religioso. De hecho, varios sucesos de la vida de Stendhal proyectan algunos aspectos del momento y dialogan con matices de la personalidad del protagonista.
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Stendhal nació en Grenoble, Francia, en 1783. Tuvo una infancia solitaria e inestable, acompañada de muchos de los libros de la biblioteca de su padre. Perdió a su madre cuando apenas tenía siete años y su padre le asignó un preceptor religioso, tirano y autoritario. Formó parte de la milicia como lugarteniente del 6° Regimiento de Dragones en 1800 y oficial en las campañas napoleónicas, incluyendo la de Rusia en 1812; vivió un tiempo en Milán, regresó a París y después de la Revolución de 1831 fue nombrado cónsul en Civitavechia. Murió en París en 1842. Sirvió como referente de muchos autores posteriores como, por ejemplo, Balzac o Dostoyevski.
Es decir, fue testigo de diversos hechos representativos de la historia de Francia que marcaron el destino político de varias naciones y que forjaron el pensamiento liberal: la Revolución francesa (1789), la Primera República (1792), la ejecución de Luis XVI (1793), el golpe de Estado del 18 Brumaire (1799) y el nombramiento de Napoleón como primer cónsul de Francia (1799-1804); el primer Imperio (1804-1815) y las consecuentes guerras napoleónicas, la coronación de Napoleón (1804), el exilio del emperador a la isla de Elba (1815); la Restauración (1815-1830), la Revolución de 1831 y la Monarquía de Julio (1831-1848). Además, conoció de cerca la nobleza provincial, la aristocracia parisina, la Iglesia católica y, probablemente, por su experiencia de vida desarrolló cierto disgusto por la sociedad que lo rodea.
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Muchas de estas vivencias se ven reflejadas en esta novela, cuyo argumento se inicia en la pequeña población de Verrières. Julián Soler es hijo de un carpintero y en principio ese debería ser su destino, pero resulta que tiene una memoria prodigiosa, sabe latín, conoce de memoria el Nuevo Testamento y le fascina la literatura. Admira profundamente a Napoleón en un pueblo en donde varios de sus habitantes, pertenecientes a la nobleza rural, desprecian a los liberales jacobinos. Pero, sobre todo, el protagonista quiere ascender socialmente, aunque, al mismo tiempo, desprecia esa clase social a la que quiere llegar. El párroco del pueblo lo recomienda como preceptor de los hijos del alcalde. Allí se enamora de la esposa de su patrón. Luego, es nombrado asistente de un importante noble en París, donde también enamora a la hija. Entre dos grandes pasiones románticas, ímpetus nacionalistas, diatribas sociales y políticas, la vida de Julián se va complicando cada vez más, por lo que sus peripecias amorosas, la crítica a la sociedad que lo rodea y su fuerte ambición terminan por condenarlo.
El autor presenta cómo el amor y el poder destruyen a los personajes. El protagonista se contradice: odia a la aristocracia, pero a toda costa quiere ascender y ser parte de ella. Al mismo tiempo, no está de acuerdo con la democracia, pero admira a Napoleón y las ideas liberales. «[…]aborrezco a la canalla […] al mismo tiempo que, bajo el nombre de pueblo, deseo apasionadamente su felicidad».
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De la misma manera, la estructura formal de la novela también es novedosa: presenta una pasión típica del Romanticismo, plagada de expresiones y sentimentalismos espontáneos, dentro de un marcado realismo sicológico, pues en varios episodios la interioridad de los personajes se opone a sus acciones. De hecho, vemos muy marcada la presencia del Romanticismo, en especial por la cantidad de referencias a Lord Byron. El título está cargado de simbolismo: el rojo alude a los valores implícitos en el uniforme militar francés y el negro representa el hábito sacerdotal, que era una especie de emblema de la Francia posnapoleónica.
En pocas palabras, Rojo y negro es una novela que sintetiza un sentir social, da cuenta de hechos históricos fundamentales, pone de presente temas sicológicos como el individualismo, la pasión, la búsqueda de la felicidad, la seducción, el complejo de inferioridad; critica la Iglesia católica; vigoriza las tensiones monarquía-república, jansenismo (moralistas y religiosos)-jacobismo (republicanos protagonistas de la Revolución francesa); retrata con precisión un período de transición que se debate entre los ideales de la Ilustración y aquellos de la Revolución.
Cierro con una cita de Mercè Boixareu en relación con la prosa de Stendhal: «[…] una narrativa que revela un gran conocimiento del mundo y una fuerte conciencia histórica, centrada, sin embargo, en la fuerza actancial de unos héroes apasionados; la autoconciencia y, simultáneamente, el conocimiento del otro —personajes y lector— heredado del siglo XVIII; […]» (Lecciones de literatura universal, Cátedra, 2012, p. 519).