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Historia de la literatura: “Una holandesa en América”

“Una holandesa en América”, novela de Soledad Acosta de Samper, no solo es fundamental en la historia de la literatura colombiana y latinoamericana, sino también en los estudios costumbristas, sociológicos y de género.

Mónica Acebedo
26 de marzo de 2022 - 02:00 a. m.
Soledad Acosta de Samper, una de las escritoras más importantes de la literatura colombiana del siglo XIX.
Soledad Acosta de Samper, una de las escritoras más importantes de la literatura colombiana del siglo XIX.
Foto: Archivo particular
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“¡Así, en este miserable mundo, cuando el corazón se cobre de luto, el cielo aparece a nuestros ojos brillante y espléndido, y la fe en sus promesas es lo único que nos consuela y endulza nuestras penas!”, Soledad Acosta de Samper.

En esta ocasión regreso a Colombia con Soledad Acosta, una las escritoras más significativas de nuestra historia literaria. Afirma la profesora Carolina Alzate sobre esta novela: “Una holandesa en América es quizá la novela más importante de Soledad Acosta de Samper (1833-1913) y una de las más importantes de la literatura hispanoamericana del siglo XIX. Se trata de una novela de viaje y de formación, altamente autobiográfica, que narra a través de diarios y cartas la Colombia de mediados del siglo XIX: la inmigración europea, la vida de las mujeres, los retos y contradicciones del proyecto de modernización, las guerras civiles”. La académica resume de manera magistral la vasta temática y la importancia de la novela, no solo en la historia de la literatura colombiana, sino también en los estudios costumbristas, sociológicos y de género.

Soledad Acosta de Samper nació el 5 de mayo de 1833 en Bogotá y murió en la misma ciudad en 1903. Hija de Joaquín Acosta, un militar que participó en las guerras independentistas, y Caroline Kemble, mujer de origen anglosajón. No son muchos los datos biográficos que se tienen de la escritora, pero es tan extensa su obra y tantas sus publicaciones periodísticas, que, junto con la abundante correspondencia, diarios personales, tanto suyos como de su marido, se ha podido hacer una aproximación sobre su vida y su pensamiento. Fue criada dentro de un ámbito intelectual (ya que su padre fue también historiador), entre dos culturas y dos religiones (católica, por su padre, y protestante, por su madre). Vivió en Ecuador, Estados Unidos, Canadá, Francia e Inglaterra. La familia regresó a Colombia en 1849.

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Luego, se casó con el también escritor y periodista José María Samper, en 1855. La pareja se radicó inicialmente en Europa (Londres y París) y fue por esa época cuando empezó a escribir artículos que enviaba, bajo seudónimo, a periódicos de Colombia y Perú. También por aquellos años tuvo a sus cuatro hijas (dos de las cuales murieron en 1872, en una epidemia). Más tarde, su marido tuvo problemas legales, estuvo en la cárcel y murió en 1888. En síntesis, fue una vida complicada y llena de penurias que no le impidieron escribir artículos de prensa, novelas históricas y costumbristas, diarios y cartas. Con justa razón se preguntó Monserrat Ordóñez al observar su vida: “¿De dónde sale, cómo se sostiene una voluntad de escritura de este calibre?”.

Una holandesa en América empezó a ser publicada inicialmente por entregas en 1876 en un periódico llamado La Ley. Para estas publicaciones utilizó el seudónimo de Aldebarán. Posteriormente, en 1888 fue publicada la novela completa con los recortes de los periódicos anteriores e incluyó ilustraciones e imágenes de diversas fuentes. Es decir, ella misma armó una nueva edición ilustrada a partir de una maravillosa labor de bricolaje. En la última publicación de Ediciones Uniandes (2016) se incluye el facsimilar del volumen ilustrado. La recomiendo, ya que su lectura incrementa la experiencia de la lectura de una obra llena de referentes costumbristas, históricos y políticos.

La trama de la novela es la siguiente: Lucía, la protagonista, era muy pequeña cuando su padre y su madre emigraron de Holanda para venir a Colombia y por eso la dejaron a cargo de una tía. Sin embargo, varios años después, cuando la madre de Lucía muere, su padre la insta para que viaje a la hacienda que tiene la familia en Colombia y se haga cargo de la casa. Su padre es autoritario, complicado, machista y adicto al opio. Una de sus hermanas es rebelde, desprecia a su marido y a su padre; sus hermanos viven, según ella, como salvajes, en la casa reina el caos y, en general, la situación no es la que la joven había idealizado antes de venir a América. Además, se entera de que su prima en Holanda se ha casado con un hombre del que ella estaba enamorada secretamente. En algún momento llega a Bogotá para recuperarse de la depresión y se ve atrapada en medio de la guerra civil de 1854. Regresa a la hacienda y logra instaurar algo de orden, a pesar de los problemas de su padre.

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La narración se compone de cartas y diarios, con descripciones costumbristas y minuciosas y una prosa sutil. Está estructurada en cinco partes: Lucía en Holanda, en la que describe su vida en Holanda y se remite a su pasado familiar; El viaje, no solo desde Ámsterdam a América, sino también la travesía en Colombia hasta llegar a la finca de su padre; La Hacienda; En Bogotá; La lucha es la vida y un epílogo.

En suma, se trata de una pieza literaria conmovedora que da cuenta de la vida cotidiana en una hacienda, de diversos viajes, de sucesos históricos como la guerra de 1854 en Colombia y la de Francia de 1848, del contraste entre Bogotá y el campo, del machismo y abuso de los hombres, de la situación de la mujer de su siglo, de la cultura y la barbarie, de aspectos políticos, de asuntos sentimentales, familiares, identitarios y de la condición humana.

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Por Mónica Acebedo

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