Historia de la literatura: “Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy”
Uno de mis profesores de literatura inglesa afirmaba que el “Tristram Shandy” es para Inglaterra lo que “Gargantúa y Pantagruel” es para Francia, y lo que “Don Quijote de la Mancha” es para España.
Mónica Acebedo
No coincido enteramente con la aseveración de mi profesor, ya que probablemente no son obras comparables en los aspectos esenciales y, sobre todo, teniendo en cuenta la cantidad de años que las separan entres sí. Sin embargo, una cosa sí es segura: desde el punto de vista de la narratología formal, las tres presentan una ruptura que ha trascendido en la historia de la literatura.
En efecto, esta novela escrita entre 1759 y 1767 por Laurence Sterne es una narración poco convencional en la que juega con el contexto temporal y con la forma de contar historias. Se trata al mismo tiempo de una parodia, pero también de una experimentación de las estructuras narrativas vigentes en el siglo XVIII.
Sterne nació en 1713 en el sur de Irlanda, cuando su padre era agregado militar del ejército inglés. Se educó en la Universidad de Cambridge (Jesus College). Luego se ordenó como sacerdote de la Iglesia anglicana, se casó con Elizabeth Lumley, con quien tuvo una hija. Durante la mayor parte de su vida fue predicador en la ca¿tedral de York. Había escrito una novela llamada A political romance y publicado algunos de sus sermones, cuando vino su fama con la publicación de la falsa autobiografía de un tal Tristam Shandy.
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Afirma Eberhard Kreutzer: The life and the opinions of Tristam Shandy (Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy) es seguramente la novela más excéntrica que ha producido el siglo XVIII. El libro no se adapta a ninguno de los géneros existentes en las dos mitades del siglo. No es una autobiografía, como sugieren el título y la evidente intención del narrador, en cuanto que presenta la historia de una vida ficticia y coloca “al principio”, conscientemente, al protagonista del título, aunque no se extiende más allá de cinco años de su vida” (El nacimiento de la novela en Inglaterra, en Historia de la literatura de Akal, V4, p. 220).
En ese sentido, el argumento de la novela es difícil de explicar, básicamente porque el narrador no relata de forma lineal, sino a partir de digresiones constantes que rompen el hilo de la narración y nunca termina, o mejor, nunca empieza a contar sus memorias. Los hechos de la novela ocurren entre 1680 y 1766. Tristram cuenta en primera persona, supuestamente, sus memorias y opiniones, pero todo el tiempo está postergando el recuento de su vida. El núcleo de la novela se centra alrededor de anécdotas domésticas que ocurren a la familia del protagonista/narrador/autor. Encontramos hojas en blanco o cuartillas rayadas en un juego entre lo formal, lo cómico y lo grotesco. Por ejemplo, a partir de constantes interpelaciones al lector nos enteramos de que, durante el nacimiento del protagonista, el médico le rompió la nariz con los aparatos modernos que se usan en el parto, o cómo quedó “circuncidado” cuando le cayó una ventana sobre el pene a los cinco años. Y así, la narración tiene de todo menos argumento, pero sí una evidente ruptura con la forma de contar historias y de asociar las ideas.
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Los personajes se convierten también en tipologías de la sociedad, como la faceta sarcástica, racional e irascible del padre de Tristram, que se opone a la parte sencilla y filantrópica del tío Toby, quien constantemente se refiere a su paso por el ejército y reconstruye las batallas más famosas en miniatura. Pero, además, la narración da cuenta constantemente de prácticas sexuales que se mezclan con filosofía y con la planificación bélica. Es decir, Sterne se burla de la perversidad con la que los individuos asocian e interpretan eventos basados en sus propias preocupaciones. En otras palabras, cada persona construye su propio discurso y cuando narra un relato no es objetivo.
El arte y el cine también se han nutrido de esta original novela. Es famoso, por ejemplo, el cuadro de Charles Robert Leslie (1831), en el que el tío Toby (uno de los protagonistas) seduce a la viuda Wadman. De la misma manera, la producción cinematográfica, Tristram Shandy: A Cock and Bull Story, dirigida por Michael Winterbotton en 2005, aprovecha lo irregular de la narración para crear una película fragmentada y original.
En síntesis, es una narración espontánea de sentimientos desordenados y una liberación consciente de las normas narrativas, indiferente a los propósitos didácticos. También, y en eso también se parece a Don Quijote, presenta una especie de metaliteratura, ya que incluye relatos insertos dentro de un supuesto relato marco. De la misma forma, empieza a perfilar someramente lo que después en literatura se llamará el “monólogo interior”. Cierro con una cita de Aránzazu Usandizaga que resume la intromisión de Sterne en la concepción de la novela moderna: “Sterne satiriza los modelos de pensamientos clásicos y modernos; el pensar deductivo del pasado y las tesis de Locke sobre la asociación de ideas, al demostrar que la mente de cada individuo funciona según un esquema propio e infranqueable para los demás” (Lecciones de literatura universal, Cátedra, 2012, p. 438).
No coincido enteramente con la aseveración de mi profesor, ya que probablemente no son obras comparables en los aspectos esenciales y, sobre todo, teniendo en cuenta la cantidad de años que las separan entres sí. Sin embargo, una cosa sí es segura: desde el punto de vista de la narratología formal, las tres presentan una ruptura que ha trascendido en la historia de la literatura.
En efecto, esta novela escrita entre 1759 y 1767 por Laurence Sterne es una narración poco convencional en la que juega con el contexto temporal y con la forma de contar historias. Se trata al mismo tiempo de una parodia, pero también de una experimentación de las estructuras narrativas vigentes en el siglo XVIII.
Sterne nació en 1713 en el sur de Irlanda, cuando su padre era agregado militar del ejército inglés. Se educó en la Universidad de Cambridge (Jesus College). Luego se ordenó como sacerdote de la Iglesia anglicana, se casó con Elizabeth Lumley, con quien tuvo una hija. Durante la mayor parte de su vida fue predicador en la ca¿tedral de York. Había escrito una novela llamada A political romance y publicado algunos de sus sermones, cuando vino su fama con la publicación de la falsa autobiografía de un tal Tristam Shandy.
Le invitamos a leer: Historia de la literatura: “El avaro”
Afirma Eberhard Kreutzer: The life and the opinions of Tristam Shandy (Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy) es seguramente la novela más excéntrica que ha producido el siglo XVIII. El libro no se adapta a ninguno de los géneros existentes en las dos mitades del siglo. No es una autobiografía, como sugieren el título y la evidente intención del narrador, en cuanto que presenta la historia de una vida ficticia y coloca “al principio”, conscientemente, al protagonista del título, aunque no se extiende más allá de cinco años de su vida” (El nacimiento de la novela en Inglaterra, en Historia de la literatura de Akal, V4, p. 220).
En ese sentido, el argumento de la novela es difícil de explicar, básicamente porque el narrador no relata de forma lineal, sino a partir de digresiones constantes que rompen el hilo de la narración y nunca termina, o mejor, nunca empieza a contar sus memorias. Los hechos de la novela ocurren entre 1680 y 1766. Tristram cuenta en primera persona, supuestamente, sus memorias y opiniones, pero todo el tiempo está postergando el recuento de su vida. El núcleo de la novela se centra alrededor de anécdotas domésticas que ocurren a la familia del protagonista/narrador/autor. Encontramos hojas en blanco o cuartillas rayadas en un juego entre lo formal, lo cómico y lo grotesco. Por ejemplo, a partir de constantes interpelaciones al lector nos enteramos de que, durante el nacimiento del protagonista, el médico le rompió la nariz con los aparatos modernos que se usan en el parto, o cómo quedó “circuncidado” cuando le cayó una ventana sobre el pene a los cinco años. Y así, la narración tiene de todo menos argumento, pero sí una evidente ruptura con la forma de contar historias y de asociar las ideas.
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Los personajes se convierten también en tipologías de la sociedad, como la faceta sarcástica, racional e irascible del padre de Tristram, que se opone a la parte sencilla y filantrópica del tío Toby, quien constantemente se refiere a su paso por el ejército y reconstruye las batallas más famosas en miniatura. Pero, además, la narración da cuenta constantemente de prácticas sexuales que se mezclan con filosofía y con la planificación bélica. Es decir, Sterne se burla de la perversidad con la que los individuos asocian e interpretan eventos basados en sus propias preocupaciones. En otras palabras, cada persona construye su propio discurso y cuando narra un relato no es objetivo.
El arte y el cine también se han nutrido de esta original novela. Es famoso, por ejemplo, el cuadro de Charles Robert Leslie (1831), en el que el tío Toby (uno de los protagonistas) seduce a la viuda Wadman. De la misma manera, la producción cinematográfica, Tristram Shandy: A Cock and Bull Story, dirigida por Michael Winterbotton en 2005, aprovecha lo irregular de la narración para crear una película fragmentada y original.
En síntesis, es una narración espontánea de sentimientos desordenados y una liberación consciente de las normas narrativas, indiferente a los propósitos didácticos. También, y en eso también se parece a Don Quijote, presenta una especie de metaliteratura, ya que incluye relatos insertos dentro de un supuesto relato marco. De la misma forma, empieza a perfilar someramente lo que después en literatura se llamará el “monólogo interior”. Cierro con una cita de Aránzazu Usandizaga que resume la intromisión de Sterne en la concepción de la novela moderna: “Sterne satiriza los modelos de pensamientos clásicos y modernos; el pensar deductivo del pasado y las tesis de Locke sobre la asociación de ideas, al demostrar que la mente de cada individuo funciona según un esquema propio e infranqueable para los demás” (Lecciones de literatura universal, Cátedra, 2012, p. 438).