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“Servicios a la patria”, así fue como algunos militares mostraron resultados: dijeron que los muchachos a los que habían matado eran guerrilleros. Que eran enemigos y entonces ellos, en su afán por cumplir con el deber y defender al pueblo colombiano, los mataron. Y después nos enteramos de que esas bajas no fueron de guerrilleros, sino de muchachos pobres a los que sus mamás buscaban hacía años.
Y esta frase: “Firmen esto para que quede claro que ustedes vendieron”, así fue como los patrones o comandantes o líderes de algún grupo que defendía alguna ideología les dijeron a los campesinos que tenían tierra: con armas o cuerpos colgados de árboles por si quedaban dudas de lo que podía pasarles, les “pidieron” a los dueños de fincas, vacas y ovejas que firmaran unos documentos para autorizar la “compra” de sus predios, y después nos enteramos (siempre lo hemos sabido) de que los campesinos no recibieron un peso (y en caso de que sí, una suma miserable) por sus hogares y que, de un día para otro, se convirtieron en desplazados.
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¿Y qué es ser desplazado? Dicen que es algo parecido a quedar castrado. Que se parece mucho a ser un extraviado. Un perdido que antes tenía claro de dónde venía, dónde vivía y en dónde, posiblemente, iba a morir; pero que después solo pudo hablar de su origen: tuvo que caminar para conservar la vida sin saber muy bien por qué o para qué.
Un desplazado, dicen, es un errante con motivo, pero sin destino. Y en las ciudades ¿cómo hemos ayudado a los desplazados? Dicen que no de muchas maneras: es extraño que al pintar los paisajes urbanos de las capitales colombianas se excluyan a los habitantes de calle, entre los que están los viajeros que no saben de turismo, sino de hambre. Muchos terminan viviendo en los andenes de las ciudades “llenas de oportunidades”, en el espacio público que, como es de todos, no es de nadie.
“Historia de una oveja”, obra estrenada este jueves, 22 de julio en el Teatro Colón, es una historia de migraciones y migrantes, de gente que tiene que salir de sus hogares para vivir en tierra “ajena”. Marcela Valencia, Julián Román y Juanita Cetina interpretan los personajes de esta obra: Berenée, una oveja inocente e ingenua; Alí, el eterno migrante; y la niña Tránsito, la guía de la “familia” en este viaje sin rumbo.
“Historia de una oveja nos interesa y nos sale del alma porque somos un país con el mayor número de desplazados en el mundo. A pesar de que no se dice la palabra desplazados, ni se hacen referentes de denuncia porque no es un noticiero ni un periódico, queremos dar esa visión que puede ser ambigua, como la de la oveja que ve todo positivo a pesar de lo doloroso de la situación”, dijo Fabio Rubiano, director de la obra y cofundador del Teatro Petra.
La escenografía para esta obra fue construida en el Taller de Escenografía de la Sabana del Teatro Colón, un espacio en el que el teatro más emblemático de Colombia no solo se consolidará como un escenario de circulación de obras sino también como un lugar de producción propia.
El Observatorio Global del Desplazamiento Interno (IDMC) afirma que hay alrededor de 5,6 millones de personas desplazadas internas (PDI), como consecuencia del conflicto armado en Colombia (a corte 31 de diciembre de 2019). “Historia de una oveja” es una obra que retoma este flagelo retratando el desplazamiento forzado de la Vereda del Santo José.
Han sido meses añorando la apertura de los teatros. Ahora que el panorama parece despejarse para los recintos culturales, regresamos a las obras a las que Rubiano nos tenía acostumbrados: puestas en escena con guiños cómicos, pero con altas cargas de acidez sobre el presente del país, que se parece mucho al pasado y que los más escépticos (o realistas) ven como el futuro más probable. El horror de los jóvenes que ya entendieron de la crueldad de la condición humana, la sumisión del extranjero que busca raíces en tierra “ajena” (¿de quién es la tierra?) y la ingenuidad de un animal que convierte el desplazamiento forzado en un paseo, además de la travesía, seguramente ignorada por muchos, de los animales, que terminan abandonados, torturados y muertos.
Los personajes
La oveja Berenée (Marcela Valencia): Es dulce, inocente y vive en un mundo en el que todo es color de rosa. Ella no ve desplazamientos sino paseos; no hay muertos sino muñecos; no existe el dolor sino un juego eterno.
El egipcio Alí (Julián Román): La historia del eterno migrante, un hombre que salió de su tierra natal escapando de las Guerras del desierto y que está cansado de huir de la violencia. Alí llega a la Vereda del Santo José con la esperanza de poder finalizar ese ciclo macabro.
La niña Tránsito (Juanita Cetina): Aunque su nombre lo diga, ella no es una niña, solo lo parece. Se cuestiona las cosas de su entorno en una tierra en donde preguntar le puede costar la vida. Directa y sin rodeos, es la encargada de guiar al grupo en su travesía.
El KOKEN (Derly Deira): Una figura tradicional del teatro asiático, que se usa para ayudar a instalar la escena, organizar, limpiar y hacer labores de apoyo.
El Muñeco (Fabio Rubiano): Además de otros personajes como la mandadera Felicia, la coach Maryland, San Martín de Porres, el cazador; Fabio Rubiano será el Muñeco, un personaje que permanece al lado de los tres viajeros ofreciéndoles opciones que nunca son buenas.
“Historia de una oveja” se presentará en el Teatro Colón los días 23, 24, 25, 28, 29 y 31 de julio.