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De Coubertin a París 2024: la evolución de los anillos olímpicos 


A propósito de la clausura de los Juegos Olímpicos París 2024, exploramos la historia de uno de los símbolos más reconocidos de este evento deportivo: los anillos olímpicos.

Andrea Jaramillo Caro
11 de agosto de 2024 - 05:00 p. m.
Los anillos olímpicos debutaron sobre la Torre Eiffel semanas antes de la inauguración del pasado 26 de julio.
Los anillos olímpicos debutaron sobre la Torre Eiffel semanas antes de la inauguración del pasado 26 de julio.
Foto: EFE - ANDRE PAIN

Cinco anillos de colores sobre un fondo blanco son un símbolo de unión y competencia que reaparece en pantallas, periódicos, camisetas y en nuestras mentes cada cuatro años. Uno de los símbolos principales y más reconocidos de los Juegos Olímpicos es una amalgama de colores que forman una bandera bajo la que se libran las justas en múltiples disciplinas.

El rojo, negro, azul, amarillo y verde sobre un fondo blanco se inscribieron en la memoria colectiva del mundo desde hace más de 100 años. Esos círculos característicos adornan temporalmente la Torre Eiffel y fueron creados en 1913 por el mismo hombre que impulsó el movimiento olímpico en el siglo XIX, el padre de los Juegos Olímpicos modernos: Pierre de Coubertin.

En la regla ocho de la Carta Olímpica se puede leer el significado de la bandera: “El símbolo olímpico expresa la actividad del movimiento olímpico y representa la unión de los cinco continentes y el encuentro de atletas de todo el mundo en los Juegos Olímpicos”.

Aunque se había hablado de crear una bandera para el movimiento olímpico desde 1910, De Coubertin diseñó los anillos un año antes de la Primera Guerra Mundial e hicieron su debut en la forma de bandera el año en que esta estalló, para el Congreso del Jubileo Olímpico que marcó los 20 años de este movimiento.

“El emblema elegido para exhibir y representar el Congreso Mundial de 1914 es el paso final en el resurgimiento olímpico. Ha comenzado a aparecer en varios documentos preliminares”, afirmó De Coubertin en un artículo escrito para la revista Olímpica. “Estos seis colores pueden combinarse para representar todos los colores nacionales, sin excepción: el azul y el amarillo de Suecia, el azul y el blanco de Grecia; los tricolores de Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Italia y Hungría, el amarillo y el rojo de España, se encuentran junto a naciones más nuevas como Brasil y Australia, así como el antiguo Japón y la joven China”. Sin embargo, la presentación oficial de este nuevo símbolo tuvo que esperar hasta 1920, cuando se celebraron los primeros juegos luego del fin de la guerra en Amberes.

Aunque se cree que cada uno de los colores de los anillos representa a un continente en específico, esto es un mito. De acuerdo con el artículo escrito por Stephan Wassong para el Comité Internacional Pierre de Coubertin, “los anillos individuales no representan ningún continente específico. Al menos uno de los cinco colores se podía encontrar en la bandera nacional de las naciones que habían competido en los Juegos Olímpicos desde Atenas en 1896 hasta Estocolmo en 1912”.

A pesar de que ningún color esté asociado a un continente en específico, la Carta Olímpica estableció en algún punto un tono para cada región del mundo. El azul fue otorgado a Europa, el amarillo para Asia, el negro para África, el verde para Oceanía y el rojo para América. Sin embargo, esta declaración fue removida en 1951.

Pasaron casi 40 años para que ese nuevo símbolo tuviera cambios. En 1957 fue ligeramente alterado por el Comité Olímpico internacional, que introdujo más espacio entre los anillos, una versión que fue estandarizada en 1986. Los anillos no vieron cambios hasta 2010, cuando la organización decidió regresar a la versión original de Coubertin.

Un símbolo que se adapta al anfitrión

Con los años, los países anfitriones añadieron su toque a los anillos del olimpismo. La primera ocurrió en 1964, cuando Japón fue el hogar de las justas. El evento se realizó en el país del sol naciente para conmemorar su reemergencia en el ámbito internacional, en el marco de la posguerra.

“El logo, diseñado por Yusaku Kamekura, presentaba un sol naciente en rojo, símbolo tradicional japonés, incorporado a los anillos olímpicos. Este diseño no solo simbolizaba un nuevo amanecer para Japón, sino que también reflejaba el atractivo universal de los Juegos Olímpicos, combinando un símbolo local con una perspectiva global. La simplicidad del logotipo y la audaz elección de color lo han convertido en un símbolo atemporal en la historia olímpica”, escribió Olga Lany para el portal Admind.

Cuatro años más tarde, en 1968, Lance Wyman decidió capturar el espíritu de la década y del país anfitrión, México, en el rediseño de los anillos a través de líneas que formaban la expresión “México 68” que se entrelazaban con el símbolo olímpico.

La tradición de alterar el logo continuó en Múnich, en 1972, y, luego, en Barcelona, en 1992. Más recientemente, hemos visto el trabajo de Wolff Olins cuando los Juego Olímpicos se desarrollaron en Londres en 2012. El diseñador optó por una aproximación más moderna con formas angulares y fragmentadas que recibieron reacciones mixtas “por su estética poco convencional, el logotipo simbolizó con éxito la energía y la vitalidad del Londres contemporáneo y es un testimonio de la superación de los límites creativos”, de acuerdo con Lany.

Para 2016, en Río de Janeiro, la agencia de Fred Gelli, Tátil Design de Ideias, fue la encargada de crear el logo de las justas. Esta agencia fue seleccionada entre 140 participantes en la convocatoria y la propuesta ganadora tenía el objetivo de mostrar la naturaleza vibrante de Brasil. Gelli aseguró que “el amarillo simboliza el sol y nuestra naturaleza cálida, vibrante y feliz. El azul expresa la fluidez del agua que nos rodea y nuestra forma de vida despreocupada. El verde representa nuestros bosques y la esperanza, una visión positiva que nos inspira a ir aún más lejos”.

El diseño de París 2024 hizo guiños a la cultura francesa y el mito del progreso, representado por Prometeo. El logo de este año, que ha sido descrito de “elegante”, alude a los valores olímpicos con sus formas y colores, haciendo un homenaje a los 100 años de los juegos de París en 1924.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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