Historias de ríos en cantos rodados
Leonel Vásquez, artista colombiano, presenta su proyecto de investigación “Canto rodado” en el espacio artístico Casa Hoffmann de Bogotá, en una exposición que estará abierta hasta el 7 de febrero.
Sandra Fernández
Las transformaciones que enfrenta la naturaleza se manifiestan en los rastros del suelo y las texturas del aire, trayendo consigo destellos de historia y memoria viva que se ponen frente a los sentidos del ser humano. Al percibirlos somos capaces de interactuar fijándonos en aquellos elementos que va dejando a su paso. En este caso, los ríos recobran un valor fundamental como poseedores de vida y de muerte, recorriendo el territorio y cobijando a las comunidades aledañas, pero cuando el ser humano abusa de ellos, su vigor se marchita y se altera el ciclo normal que cumple en un espacio determinado.
“Lo que sentimos con estos paisajes de agua es que hay una posibilidad de reconectarnos con un ser que nos muestra, a través de sus ritmos y sus sonidos, que estamos hechos de la misma materia. Que por nuestras venas corren ríos y mares, y que nuestros órganos son lagos y humedales”, dijo el artista colombiano Leonel Vásquez, que a través del sonido explora los cuerpos y los paisajes, y que presenta la exposición “Canto rodado”, en Casa Hoffmann.
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Vásquez se interesa por el sonido que es capaz de conectar al visitante para visibilizar lo que se oculta a simple vista, enfocándose en hechos que configuran crisis de valores humanos y se reflejan en los paisajes de agua. Es así como, mediante dispositivos de madera y con una especie de conos que amplifican el sonido, se escuchan las rocas mientras giran y se rozan con una esfera de tronco. Dentro de la exposición, estas instalaciones sonoras están acompañadas de fotografías de cuevas que son testigos de la creación y formación de las rocas. También, de videos que cuentan historias de ríos inexistentes o que tienen algún daño causado por la desmedida intervención del hombre en sus caudales.
“Canto rodado” es el resultado de una investigación que hizo Vásquez después de recorrer los ríos Atá y Saldaña (Tolima), Bruno y Aguas Blancas (La Guajira), Bogotá y Sumapaz, entre otros. En ellos registró los sonidos con micrófonos, hidrófonos y grabadoras. Tras el encuentro con estos paisajes de agua y la recolección de rocas como elementos de transformación, el artista colombiano se aseguró de escribirlo todo. Fue así como se planteó indagar sobre el origen naciente de las rocas y sobre los ríos que se ahogaron en su pasado, los de aguas negras, espumas blancas y un poco de barro.
“En este proyecto las rocas ordinarias se vuelven preciosas, porque cada una de ellas tiene una historia diferente y singular. Yo espero que las personas que miren mi obra las reciban. Trato de compartirla a través del diálogo con los sonidos”, contó el artista que, desde Sibaté —municipio en el que vive—, ha visto cómo el Embalse del Muña muere lentamente por la contaminación. Vásquez se ha dejado tocar por las voces de estas aguas para después, con ayuda del sonido, generar una escucha atenta y reflexiva sobre los daños que padecen los ríos de Colombia. “Lo que yo hago es robarles una roca a las cementeras. Fue la forma que elegí para convertir ese pedazo de río en música. Prefiero que se utilice para transformar la conciencia de las personas, ya que las rocas seguirán. Los seres humanos, no”.
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La transformación de una roca después de rodar por años a través de un río es inevitable. El recorrido hace que a ella se adhieran minerales del suelo que se alimentan con el paso del tiempo, moldeándose con historias y memorias en su materia ovalada que se vuelca en el agua. A este proceso Vásquez lo tituló “Canto rodado”, nombre de esta exposición, que pretende acercar el público a los cantos del agua que se reflejan en las rocas y los elementos que las componen.
La exposición estará abierta hasta el 7 de febrero de 2020.
Las transformaciones que enfrenta la naturaleza se manifiestan en los rastros del suelo y las texturas del aire, trayendo consigo destellos de historia y memoria viva que se ponen frente a los sentidos del ser humano. Al percibirlos somos capaces de interactuar fijándonos en aquellos elementos que va dejando a su paso. En este caso, los ríos recobran un valor fundamental como poseedores de vida y de muerte, recorriendo el territorio y cobijando a las comunidades aledañas, pero cuando el ser humano abusa de ellos, su vigor se marchita y se altera el ciclo normal que cumple en un espacio determinado.
“Lo que sentimos con estos paisajes de agua es que hay una posibilidad de reconectarnos con un ser que nos muestra, a través de sus ritmos y sus sonidos, que estamos hechos de la misma materia. Que por nuestras venas corren ríos y mares, y que nuestros órganos son lagos y humedales”, dijo el artista colombiano Leonel Vásquez, que a través del sonido explora los cuerpos y los paisajes, y que presenta la exposición “Canto rodado”, en Casa Hoffmann.
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Vásquez se interesa por el sonido que es capaz de conectar al visitante para visibilizar lo que se oculta a simple vista, enfocándose en hechos que configuran crisis de valores humanos y se reflejan en los paisajes de agua. Es así como, mediante dispositivos de madera y con una especie de conos que amplifican el sonido, se escuchan las rocas mientras giran y se rozan con una esfera de tronco. Dentro de la exposición, estas instalaciones sonoras están acompañadas de fotografías de cuevas que son testigos de la creación y formación de las rocas. También, de videos que cuentan historias de ríos inexistentes o que tienen algún daño causado por la desmedida intervención del hombre en sus caudales.
“Canto rodado” es el resultado de una investigación que hizo Vásquez después de recorrer los ríos Atá y Saldaña (Tolima), Bruno y Aguas Blancas (La Guajira), Bogotá y Sumapaz, entre otros. En ellos registró los sonidos con micrófonos, hidrófonos y grabadoras. Tras el encuentro con estos paisajes de agua y la recolección de rocas como elementos de transformación, el artista colombiano se aseguró de escribirlo todo. Fue así como se planteó indagar sobre el origen naciente de las rocas y sobre los ríos que se ahogaron en su pasado, los de aguas negras, espumas blancas y un poco de barro.
“En este proyecto las rocas ordinarias se vuelven preciosas, porque cada una de ellas tiene una historia diferente y singular. Yo espero que las personas que miren mi obra las reciban. Trato de compartirla a través del diálogo con los sonidos”, contó el artista que, desde Sibaté —municipio en el que vive—, ha visto cómo el Embalse del Muña muere lentamente por la contaminación. Vásquez se ha dejado tocar por las voces de estas aguas para después, con ayuda del sonido, generar una escucha atenta y reflexiva sobre los daños que padecen los ríos de Colombia. “Lo que yo hago es robarles una roca a las cementeras. Fue la forma que elegí para convertir ese pedazo de río en música. Prefiero que se utilice para transformar la conciencia de las personas, ya que las rocas seguirán. Los seres humanos, no”.
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La exposición estará abierta hasta el 7 de febrero de 2020.