La “cara de ángel” del cine europeo
Alain Delon falleció a los 88 años. Conocido por su sofisticada elegancia y sus interpretaciones intensas en clásicos como “Rocco e i suoi fratelli” y “El samurái”, Delon se convirtió en un ícono del séptimo arte.
Diana Camila Eslava
Alain Fabien Maurice Marcel Delon Arnold, ese era su nombre completo. Un hombre que, con su trabajo, su manifiesta belleza y su talento, construyó su propio laberinto de glorias y sombras.
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Alain Fabien Maurice Marcel Delon Arnold, ese era su nombre completo. Un hombre que, con su trabajo, su manifiesta belleza y su talento, construyó su propio laberinto de glorias y sombras.
Nació en 1935 en Sceaux, Francia, un “municipio” diríamos en Colombia, situado al suroeste de París. Cuando habló de su infancia y su adolescencia las describió como una etapa “un poco más difícil que el promedio”. Sus padres lo internaron en un colegio a sus cuatro años y tuvo que pasar su infancia sin ellos. A los 17 años, “porque necesitaba evadir su vida familiar”, dijo para la televisión chilena en el programa “Noche de ronda” en 1995, se enlistó al ejército y estuvo allí por cinco años.
“En la época en la que empecé a hacer cine, la ficción era más fuerte que la realidad”, afirmó en el mismo programa. Delon comenzó su carrera no por una decisión premeditada, sino por accidente. Tras su paso por la Marina, el futuro artista llegó a París y fue “descubierto” por el fotógrafo Marc Allégret, que quedó impresionado por su presencia y su atractivo físico. En 1958, Delon se unió a la agencia de modelos de Pierre Cardin y trabajó en varias campañas y sesiones fotográficas.
Su gran oportunidad en el cine llegó con Rocco e i suoi fratelli (1960), dirigida por Luchino Visconti. Aquí, Delon mostró un rango dramático que sorprendió a la crítica y al público. La interpretación de un joven inmigrante italiano en una familia de clase trabajadora italiana le permitió demostrar su capacidad para el drama, un giro crucial en su carrera.
Delon surgió en una época en la que el cine estaba en plena transformación. Él y sus colaboraciones, especialmente con directores como Luchino Visconti y Jean-Pierre Melville, cumplieron un papel crucial en la redefinición del protagonista cinematográfico. Su presencia en pantalla tenía, según los críticos, una mezcla de misterio y elegancia que representaba un contraste con el estereotipo heroico de su época.
Durante la primera mitad del siglo XX, el cine se caracterizó por un estilo clásico que priorizaba la fluidez y la coherencia en la narrativa. La técnica de la “continuidad invisible” hacía que la edición y la construcción de la historia fueran casi imperceptibles para el espectador. Películas como Casablanca (1942) y Lo que el viento se llevó (1939) ejemplificaron este enfoque, en el que se presentaban historias lineales con personajes complejos y ricos en matices, sin distracciones técnicas.
La década de 1960 trajo consigo una revolución con la Nouvelle Vague francesa, un movimiento cinematográfico que rompió con la estética de la “continuidad invisible”. Cineastas como Jean-Luc Godard y François Truffaut exploraron nuevas formas de narrar, utilizando cortes abruptos, movimientos de cámara inesperados y narrativas no lineales para explorar la realidad de manera más cruda. Este cambio no solo cuestionó el enfoque narrativo clásico, sino que también abrió las puertas a una nueva generación de actores capaces de desafiar y redefinir esas expectativas.
En este contexto, Alain Delon, con su imagen de “lobo solitario” y su habilidad para interpretar personajes enigmáticos y oscuros, encajaron con las nuevas demandas del cine europeo. Estas colaboraciones le permitieron explorar una gama amplia de personajes, que contribuyeron al desarrollo de nuevos estilos y enfoques en el cine. En El samurái (1967) creó un personaje de asesino a sueldo que combinaba una elegancia calculadora con una introspección psicológica. Esta interpretación redefinió el arquetipo del asesino en el cine negro.
El crítico de cine Roger Ebert describió su actuación en El samurái: “El hombre, llamado Jef Costello, es interpretado por Alain Delon, el chico guapo de las películas francesas. Tenía 32 años cuando se hizo esta película, un actor tan improbable y guapo que su mejor estrategia para lidiar con su apariencia era usar una cara de póker. A veces parece que se está interpretando a sí mismo en un sueño. Un ‘hermoso ángel destructor de la calle oscura,’ como lo llamó el crítico de cine David Thomson”.