Homenaje a la vida y obra de don Ricardo de la Espriella
Murió en Bogotá el creador de la serie “Vida y obra de Mozart”, que durante seis años y en 351 programas deleitó y enseñó a las audiencias radiales colombianas. Aquí un homenaje.
German Ricardo Centeno / Especial para El Espectador
Una madrugada, cuando cerraba la edición Bogotá de El Espectador en el tradicional edificio de la avenida 68, conocí a don Ricardo de la Espriella. A las 12 de la noche sonaban las campanadas de la Radio Nacional de Colombia, para anunciar la hora y el cambio de día. A su vez, en el mismo dial, el comienzo de la repetición de uno de los capítulos de Vida y Obra de Wolfgang Amadeus Mozart, un colosal programa de 351 capítulos que recorrió cronológicamente la creación musical del genio de Salzburgo y que se trasmitió durante siete años y diez meses.
Con una meticulosidad y erudición fuera de lo común, la voz y pluma de Ricardo de la Espriella narraban las vicisitudes del genio más grande de la música. Mezclando datos biográficos con descripciones del contexto histórico de la época en que vivió el compositor, terminaba trasmitiendo el detalle de los sentimientos que despertaba cada una de las obras de Mozart. Igual explicaba la orquestación mostrando si había una flauta, dos oboes, dos fagots, dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerdas con las violas divididas, y dando su opinión: “la cúspide de Mozart y posiblemente de la historia de la música, en este género”.
O refiriéndose al primer movimiento del concierto para piano número 20: “marca una de las más grandes etapas en el viaje musical de Mozart. Vemos que es una obra en todo sentido completamente nueva, dos corrientes de pensamiento, una brillante y superficial, y otra íntima y profunda. La profunda triunfa por encima de la primera, no eliminándola sino absorviéndola, (mientras sigue sonando de fondo y pasa a primer plano el primer movimiento del concierto para piano) y ahora afirma don Ricardo: “Estamos en otro mundo” (sigue el primer movimiento del concierto).
Ricardo de la Espriella Correa nació en Barranquilla en 1933. De profesión geólogo, graduado de la Universidad de Harvard, se casó en 1964 con María Cristina Meira, también recientemente fallecida. Una mujer especial, emprendedora y fundadora de Cachivaches, una tienda con personalidad propia.
Sus hijos, Juan y Andrés, entienden que la trascendencia de su papá se dé como autor de un programa para la radio cultural. Recuerdan el frenético proceso que suponía la creación de un libreto semana tras semana que se debía producir, locutar y trasmitir todos los sábados. Trescientas cincuenta y una veces ininterrumpidas. A la investigación se debió sumar la necesidad de recrear piezas musicales del catálogo de Mozart que no existían en grabación comercial. Entonces la pianista Beatriz Acosta y músicos de la Filarmómica de Bogotá entraban en acción para interpretar las partituras. “Yo mismo busqué y encontré en Filadelfia un original de Mozart que le envíe a mi papá para que lo interpretaran músicos colombianos”, cuenta Andrés.
Los de la Espriella ven en perspectiva como natural que la creación de esa serie de programas sobre Mozart termine definiendo el legado de su papá. Porque al final era lo que más disfrutaba hacer y porque en su momento, hace más de 30 años, fue el documento más detallado que narraba en español la vida y obra del grande compositor de Salzburgo.
“El programa es la síntesis de la personalidad de nuestro papá: su tenacidad, la clara idea de qué está bien hecho y qué no. La expresión del nivel de excelencia. Y cómo abordar con seriedad un proyecto”, explica Juan de la Espriella. “Se propuso grabar todas las notas escritas por Mozart y lo logró”, recuerda Andrés.
Don Ricardo pertenece sin duda al grupo de los grandes melómanos y difusores de la música clásica en Colombia junto con don Otto de Greiff, don Bernardo Hoyos o don Manuel Drezner. Estaba a la altura de su conocimiento de la música y el arte, con un elemento adicional y es que disfrutaba del anonimato de su pasión.
Mozart, por si había que reiterarlo, siempre fue el compositor preferido de Ricardo. Bernardo Hoyos lo describía en 1991 como “Aquel que todo lo sabe y todo lo estudia, que tiene en su discoteca más de 1.300 grabaciones de Mozart. Entre ellas, 44 versiones de Don Juan”. A la postre la colección de Ricardo llegó a 70 versiones de Don Juan, todas peculiares, y a un incontable número de grabaciones en variados formatos, una fonoteca admirable.
Más allá de la radiodifusión
Ricardo de la Espriella se graduó de Harvard en los años ciencuenta, cuando era aún más difícil hacerlo. Comenzó estudiando Ingeniería Química y la cambió por la Geología. El cambio lo suscitó el deseo de explorar y caminar, de estar en constante contacto con la naturaleza.
En Boston inicialmente fue rechazado en la universidad, pero su tenacidad lo llevó a hacer por semanas antesala en admisiones. Hasta que lo escucharon y le explicaron por qué no había sido aceptado. Entre los detalles es que su nivel de inglés era pobre.
Dentro de los compromisos que adquirió para ser recibido fue el de aprender con un método experimental. Se trataba de, en un mismo día, leer un libro, un periódico, ver una película, ver un programa de televisión y escribir un ensayo. Esto por cinco semanas, hasta que aprendió y fue recibido en la universidad.
Como geólogo Ricardo de la Espriella fue tan prolífico en la escritura como en su faceta como melómano. Decenas de artículos sobre diversas materias de geología se pueden encontrar firmados por él.
También fue director de teatro. En la Bogotá de los años sesenta conformó y dirigió un grupo de teatro que se llamaba La Farándula. Representó decenas de obras que montaba por todo Bogotá. Y que a la postre fue la unión del grupo de amigos que fueron parte de sus compañeros de vida.
Más allá de haber perdido al colombiano que mejor conocía y tal vez a uno de los que más disfrutaban de la música de Mozart, la desaparición de don Ricardo de la Espriella permite ver en perspectiva la llegada al final de un grupo de intelectuales que durante el siglo XX animaron a miles de colombianos a disfrutar de la música clásica y de las artes a través de la radio. No en vano su desaparición fue reseñada por los mejores periodistas radiales y de cultura: Gustavo Gómez, director de 6 am 9 am de Caracol Radio; Jaime Andrés Monsalve, director de programación de la Radio Nacional de Colombia; Juan Manuel Ruiz, de RCN Radio y don Alberto Casas, de la W Radio.
Una madrugada, cuando cerraba la edición Bogotá de El Espectador en el tradicional edificio de la avenida 68, conocí a don Ricardo de la Espriella. A las 12 de la noche sonaban las campanadas de la Radio Nacional de Colombia, para anunciar la hora y el cambio de día. A su vez, en el mismo dial, el comienzo de la repetición de uno de los capítulos de Vida y Obra de Wolfgang Amadeus Mozart, un colosal programa de 351 capítulos que recorrió cronológicamente la creación musical del genio de Salzburgo y que se trasmitió durante siete años y diez meses.
Con una meticulosidad y erudición fuera de lo común, la voz y pluma de Ricardo de la Espriella narraban las vicisitudes del genio más grande de la música. Mezclando datos biográficos con descripciones del contexto histórico de la época en que vivió el compositor, terminaba trasmitiendo el detalle de los sentimientos que despertaba cada una de las obras de Mozart. Igual explicaba la orquestación mostrando si había una flauta, dos oboes, dos fagots, dos trompas, dos trompetas, timbales y cuerdas con las violas divididas, y dando su opinión: “la cúspide de Mozart y posiblemente de la historia de la música, en este género”.
O refiriéndose al primer movimiento del concierto para piano número 20: “marca una de las más grandes etapas en el viaje musical de Mozart. Vemos que es una obra en todo sentido completamente nueva, dos corrientes de pensamiento, una brillante y superficial, y otra íntima y profunda. La profunda triunfa por encima de la primera, no eliminándola sino absorviéndola, (mientras sigue sonando de fondo y pasa a primer plano el primer movimiento del concierto para piano) y ahora afirma don Ricardo: “Estamos en otro mundo” (sigue el primer movimiento del concierto).
Ricardo de la Espriella Correa nació en Barranquilla en 1933. De profesión geólogo, graduado de la Universidad de Harvard, se casó en 1964 con María Cristina Meira, también recientemente fallecida. Una mujer especial, emprendedora y fundadora de Cachivaches, una tienda con personalidad propia.
Sus hijos, Juan y Andrés, entienden que la trascendencia de su papá se dé como autor de un programa para la radio cultural. Recuerdan el frenético proceso que suponía la creación de un libreto semana tras semana que se debía producir, locutar y trasmitir todos los sábados. Trescientas cincuenta y una veces ininterrumpidas. A la investigación se debió sumar la necesidad de recrear piezas musicales del catálogo de Mozart que no existían en grabación comercial. Entonces la pianista Beatriz Acosta y músicos de la Filarmómica de Bogotá entraban en acción para interpretar las partituras. “Yo mismo busqué y encontré en Filadelfia un original de Mozart que le envíe a mi papá para que lo interpretaran músicos colombianos”, cuenta Andrés.
Los de la Espriella ven en perspectiva como natural que la creación de esa serie de programas sobre Mozart termine definiendo el legado de su papá. Porque al final era lo que más disfrutaba hacer y porque en su momento, hace más de 30 años, fue el documento más detallado que narraba en español la vida y obra del grande compositor de Salzburgo.
“El programa es la síntesis de la personalidad de nuestro papá: su tenacidad, la clara idea de qué está bien hecho y qué no. La expresión del nivel de excelencia. Y cómo abordar con seriedad un proyecto”, explica Juan de la Espriella. “Se propuso grabar todas las notas escritas por Mozart y lo logró”, recuerda Andrés.
Don Ricardo pertenece sin duda al grupo de los grandes melómanos y difusores de la música clásica en Colombia junto con don Otto de Greiff, don Bernardo Hoyos o don Manuel Drezner. Estaba a la altura de su conocimiento de la música y el arte, con un elemento adicional y es que disfrutaba del anonimato de su pasión.
Mozart, por si había que reiterarlo, siempre fue el compositor preferido de Ricardo. Bernardo Hoyos lo describía en 1991 como “Aquel que todo lo sabe y todo lo estudia, que tiene en su discoteca más de 1.300 grabaciones de Mozart. Entre ellas, 44 versiones de Don Juan”. A la postre la colección de Ricardo llegó a 70 versiones de Don Juan, todas peculiares, y a un incontable número de grabaciones en variados formatos, una fonoteca admirable.
Más allá de la radiodifusión
Ricardo de la Espriella se graduó de Harvard en los años ciencuenta, cuando era aún más difícil hacerlo. Comenzó estudiando Ingeniería Química y la cambió por la Geología. El cambio lo suscitó el deseo de explorar y caminar, de estar en constante contacto con la naturaleza.
En Boston inicialmente fue rechazado en la universidad, pero su tenacidad lo llevó a hacer por semanas antesala en admisiones. Hasta que lo escucharon y le explicaron por qué no había sido aceptado. Entre los detalles es que su nivel de inglés era pobre.
Dentro de los compromisos que adquirió para ser recibido fue el de aprender con un método experimental. Se trataba de, en un mismo día, leer un libro, un periódico, ver una película, ver un programa de televisión y escribir un ensayo. Esto por cinco semanas, hasta que aprendió y fue recibido en la universidad.
Como geólogo Ricardo de la Espriella fue tan prolífico en la escritura como en su faceta como melómano. Decenas de artículos sobre diversas materias de geología se pueden encontrar firmados por él.
También fue director de teatro. En la Bogotá de los años sesenta conformó y dirigió un grupo de teatro que se llamaba La Farándula. Representó decenas de obras que montaba por todo Bogotá. Y que a la postre fue la unión del grupo de amigos que fueron parte de sus compañeros de vida.
Más allá de haber perdido al colombiano que mejor conocía y tal vez a uno de los que más disfrutaban de la música de Mozart, la desaparición de don Ricardo de la Espriella permite ver en perspectiva la llegada al final de un grupo de intelectuales que durante el siglo XX animaron a miles de colombianos a disfrutar de la música clásica y de las artes a través de la radio. No en vano su desaparición fue reseñada por los mejores periodistas radiales y de cultura: Gustavo Gómez, director de 6 am 9 am de Caracol Radio; Jaime Andrés Monsalve, director de programación de la Radio Nacional de Colombia; Juan Manuel Ruiz, de RCN Radio y don Alberto Casas, de la W Radio.