“Huellas de la desaparición”: ser colombiano y saber, sin querer, de violencia
“Huellas de la desaparición” es una investigación que consiste en el esclarecimiento de violaciones de derechos humanos con metodologías de investigación espaciales y tecnológicas, generando resultados audiovisuales artísticos: reconstrucción de desapariciones, masacres y despojos en 3D. Disponible en el Museo La Tertulia, de Cali.
Laura Camila Arévalo Domínguez
Si nació colombiano, es casi seguro que se sabe, por lo menos, unas cinco historias de familias víctimas de la violencia en este país. Es casi seguro que, si no le pasó a su familia, fijo sí a su vecina o a la amiga de su vecina o a la hermana de la amiga de su vecina, y entonces alguna idea tiene de lo que implica el despojo, la desaparición forzada, el secuestro o el asesinato.
Mientras uno escucha esas historias, van apareciendo imágenes en la cabeza que se asemejan a las que uno ve en los noticieros, los periódicos o las películas: secuestrados delgadísimos, amarrados y con la mirada perdida. Filas de campesinos caminando por las trochas que los conducen a quién sabe dónde, pero no a sus casas. De allá están huyendo, de allá los echaron a la fuerza. Montañas colombianas repletas de guerrilla y ejército que se disparan entre sí. Uno allá no ha estado, pero se lo imagina y casi que lo hace con los colores y hasta los olores indicados. Nadie graba un secuestro y, mucho menos, una masacre. No hay registros de ese horror (por fortuna).
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Hace unos años, la Comisión de la Verdad y la agencia de investigación Forensic Architecture se aliaron. Ellos tampoco tuvieron registros muy gráficos de los despojos ni de las desapariciones, pero después de más de año y medio de investigación conjunta, reconstruyeron algunos de los lugares en los que ocurrieron hechos como las masacres de Honduras y La Negra, ocurridas el 4 marzo de 1988, y que son emblemáticas porque ejemplifican o son un punto de partida para lo que años después seguirían replicando “actores del Estado privados e ilegales”. Por medio de tecnología 3D, las personas que asistan a la exposición podrán ver la infraestructura o la zona en la que ocurrieron hechos como estos. No es un intento por reconstruir el horror, sino más bien una recuperación de memoria precisa para que se conozca qué fue lo que pasó y, además, para que jamás se repita.
La exposición, que ya se exhibió en el Museo Miguel Urrutia (MAMU) del Banco de la República, y en el Museo de Antioquia, es una investigación generada a partir de un proceso metodológico de “verificación abierta”, basado en un proceso abierto y en la creación de una amplia comunidad de prácticas fundamentada en el reconocimiento de una diversidad de formas de conocimiento y que incluyó una red de campesinos, activistas, abogados, historiadores, científicos, geógrafos, diseñadores, periodistas, estudiantes, artistas y arquitectos. Con esta muestra, los resultados se abren a la sociedad para plantear nuevas preguntas y caminos investigativos a partir de la sintonía con las huellas de los eventos de desaparición, al igual que con los rastros de los intentos de borrarlas.
“Huellas de la desaparición” estará disponible hasta mayo de 2024 en el Museo La Tertulia, en Cali. Los visitantes encontrarán en los tres pisos del Edificio de Colección –600 metros cuadrados– gigantografías con infografías e imágenes producto de recreaciones digitales; videos desarrollados por F.A especialmente para este proyecto; reproducciones facsimilares de material de archivo que recogen evidencias utilizadas para contrastar las versiones oficiales de estos hechos, y piezas gráficas y documentales diversas, resultado de la confluencia de diferentes métodos de investigación que articulan herramientas tradicionales de las ciencias sociales con el uso de nuevas tecnologías como la construcción de modelos digitales, animaciones en 3D, análisis de datos y entornos de realidad virtual.
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“Acoger esta exposición en el Museo La Tertulia se considera como una oportunidad para incentivar el pensamiento crítico, propiciar espacios de diálogo y apoyar la divulgación de memoria en torno a hechos ocurridos en el contexto del conflicto armado colombiano, los cuales continúan teniendo un profundo impacto en nuestro presente y en la producción artística de nuestro país”, dijo Melissa Aguilar, curadora del Museo La Tertulia.
Se puede ver la violencia ambiental, aún en curso, que afecta las tierras y al pueblo Nukak. La imagen presenta una constelación de prácticas de destrucción que incluyen no solo las consecuencias del conflicto armado entre las fuerzas militares, paramilitares y guerrilla en las tierras de los Nukak, sino también el resultado de las economías formales e ilícitas que incluyen el cultivo de la coca y su destrucción.
En la muestra, entonces, no solamente está el resultado audiovisual con animaciones 3D y entornos de realidad virtual, sino una serie de apoyos gráficos como murales y maquetas que ayudan a entender mejor las representaciones que usaron en el video de la retoma del Palacio de Justicia, etc.
Pero centrándonos en los videos, esta investigación tuvo en cuenta tres zonas o casos concretos: el despojo en la región bananera del Urabá antioqueño, la desaparición forzada tras la toma y la retoma del Palacio de Justicia y la violencia que ha afectado a pueblos y territorios indígenas de la cuenca amazónica nororiental, específicamente al pueblo Nukak.
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Con mapas diagramáticos de las fincas, fotografías aéreas, imágenes de archivo, informes filtrados a la prensa del DAS en el que, además, se registró una técnica masiva para matar, esta investigación hizo una geografía de la masacre con detalles y texturas con base en fotografías y registros tomados luego de los hechos. Se reconstruyó lo que ocurrió tal y como lo describió el informe del extinto DAS, pero, además, con ayuda de algunas de las víctimas que, sin revelar su identidad, dieron detalles de lo que pasó.
Hay un video del Palacio de Justicia en el que están las imágenes que hemos visto durante años y años por cada una de las investigaciones o aniversarios de la toma y la retoma: los hechos fueron reconstruidos con ciertos detalles para revelar los hallazgos de la investigación. Las personas, incluido ejército, rehenes, policía, testigos, periodistas, etc., fueron modelados con colores que permiten entender su rol en algo que aún sigue siendo un trágico misterio en este caso: la desaparición de los rehenes que salieron vivos del Palacio, pero que nunca volvieron a aparecer, o que aparecieron muertos.
Los resultados de esta investigación se hicieron públicos el pasado 10 de diciembre de 2021, Día Internacional de los Derechos Humanos, como parte de los primeros hallazgos de investigación de la Comisión de la Verdad a ser divulgados.
Si nació colombiano, es casi seguro que se sabe, por lo menos, unas cinco historias de familias víctimas de la violencia en este país. Es casi seguro que, si no le pasó a su familia, fijo sí a su vecina o a la amiga de su vecina o a la hermana de la amiga de su vecina, y entonces alguna idea tiene de lo que implica el despojo, la desaparición forzada, el secuestro o el asesinato.
Mientras uno escucha esas historias, van apareciendo imágenes en la cabeza que se asemejan a las que uno ve en los noticieros, los periódicos o las películas: secuestrados delgadísimos, amarrados y con la mirada perdida. Filas de campesinos caminando por las trochas que los conducen a quién sabe dónde, pero no a sus casas. De allá están huyendo, de allá los echaron a la fuerza. Montañas colombianas repletas de guerrilla y ejército que se disparan entre sí. Uno allá no ha estado, pero se lo imagina y casi que lo hace con los colores y hasta los olores indicados. Nadie graba un secuestro y, mucho menos, una masacre. No hay registros de ese horror (por fortuna).
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La exposición, que ya se exhibió en el Museo Miguel Urrutia (MAMU) del Banco de la República, y en el Museo de Antioquia, es una investigación generada a partir de un proceso metodológico de “verificación abierta”, basado en un proceso abierto y en la creación de una amplia comunidad de prácticas fundamentada en el reconocimiento de una diversidad de formas de conocimiento y que incluyó una red de campesinos, activistas, abogados, historiadores, científicos, geógrafos, diseñadores, periodistas, estudiantes, artistas y arquitectos. Con esta muestra, los resultados se abren a la sociedad para plantear nuevas preguntas y caminos investigativos a partir de la sintonía con las huellas de los eventos de desaparición, al igual que con los rastros de los intentos de borrarlas.
“Huellas de la desaparición” estará disponible hasta mayo de 2024 en el Museo La Tertulia, en Cali. Los visitantes encontrarán en los tres pisos del Edificio de Colección –600 metros cuadrados– gigantografías con infografías e imágenes producto de recreaciones digitales; videos desarrollados por F.A especialmente para este proyecto; reproducciones facsimilares de material de archivo que recogen evidencias utilizadas para contrastar las versiones oficiales de estos hechos, y piezas gráficas y documentales diversas, resultado de la confluencia de diferentes métodos de investigación que articulan herramientas tradicionales de las ciencias sociales con el uso de nuevas tecnologías como la construcción de modelos digitales, animaciones en 3D, análisis de datos y entornos de realidad virtual.
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Se puede ver la violencia ambiental, aún en curso, que afecta las tierras y al pueblo Nukak. La imagen presenta una constelación de prácticas de destrucción que incluyen no solo las consecuencias del conflicto armado entre las fuerzas militares, paramilitares y guerrilla en las tierras de los Nukak, sino también el resultado de las economías formales e ilícitas que incluyen el cultivo de la coca y su destrucción.
En la muestra, entonces, no solamente está el resultado audiovisual con animaciones 3D y entornos de realidad virtual, sino una serie de apoyos gráficos como murales y maquetas que ayudan a entender mejor las representaciones que usaron en el video de la retoma del Palacio de Justicia, etc.
Pero centrándonos en los videos, esta investigación tuvo en cuenta tres zonas o casos concretos: el despojo en la región bananera del Urabá antioqueño, la desaparición forzada tras la toma y la retoma del Palacio de Justicia y la violencia que ha afectado a pueblos y territorios indígenas de la cuenca amazónica nororiental, específicamente al pueblo Nukak.
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Hay un video del Palacio de Justicia en el que están las imágenes que hemos visto durante años y años por cada una de las investigaciones o aniversarios de la toma y la retoma: los hechos fueron reconstruidos con ciertos detalles para revelar los hallazgos de la investigación. Las personas, incluido ejército, rehenes, policía, testigos, periodistas, etc., fueron modelados con colores que permiten entender su rol en algo que aún sigue siendo un trágico misterio en este caso: la desaparición de los rehenes que salieron vivos del Palacio, pero que nunca volvieron a aparecer, o que aparecieron muertos.
Los resultados de esta investigación se hicieron públicos el pasado 10 de diciembre de 2021, Día Internacional de los Derechos Humanos, como parte de los primeros hallazgos de investigación de la Comisión de la Verdad a ser divulgados.