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Humboldt, ilustración y eurocentrismo (El teatro de la historia)

La obra de Alexander von Humboldt sobre América ha sido vista como una celebración de la belleza y la riqueza natural del nuevo mundo; no obstante, la imagen con la cual el explorador presenta su “Atlas geográfico y físico del nuevo continente” revela la autopercepción europea como centro cultural del mundo entero.

Mauricio Nieto Olarte
26 de febrero de 2024 - 01:04 a. m.
El grabado de François Gérard, creado como frontspicio para el Atlas de Humboldt, está enmarcado dentro del estilo neoclásico.
El grabado de François Gérard, creado como frontspicio para el Atlas de Humboldt, está enmarcado dentro del estilo neoclásico.
Foto: Archivo Particular
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La obra de Alexander von Humboldt ha sido ampliamente comentada. La literatura sobre sus viajes y sus escritos son una industria creciente. Ya muchos árboles se han sacrificado para imprimir libros sobre —para algunos— el padre del pensamiento ecológico moderno. La invención de la naturaleza, reciente y reiteradamente aclamado libro de Andrea Wulf, un best seller mundial con más de 15 premios internacionales, es una muestra más de la prolífica literatura humboldtiana que repite lugares comunes y refuerza una imagen algo idealizada de un personaje clave de la Ilustración europea. Con buenas razones, para Alemania en particular, los hermanos Wilhelm y Alexander von Humboldt son parte importante de un pasado intelectual europeo memorable que se celebra con insistencia. Wilhelm es un hito en la reflexión sobre la educación y Alexander es una figura emblemática de los viajes de exploración en el periodo de la Ilustración. Sus escritos sobre América se convirtieron en el paradigma de una nueva mirada sobre el Nuevo Mundo. A diferencia de importantes autores europeos, como Buffon y Hegel, Humboldt se negó a aceptar la inferioridad de la naturaleza americana y fue explícito en sus posiciones liberales, su cuestionamiento de la esclavitud y los abusos imperiales en América. Esto ha facilitado que en repetidas oportunidades Humboldt se perciba como un gran promotor del americanismo y en ocasiones ha sido presentado como el “segundo descubridor de América”, algunos incluso han argumentado que influyó sobre los movimientos de emancipación americana. Humboldt es símbolo de liberalismo y libertad, su carácter romántico y su “independencia” política, económica y científica han hecho de él un símbolo de la “edad de la razón”. Sin duda, se trata de un personaje fascinante que merece toda la atención de los historiadores y tenemos razones de sobra para apreciar la extraordinaria obra del explorador prusiano, pero creo que hay otras historias que contar.

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Es importante ver al personaje como un hombre de su tiempo y su obra como parte de un gran proyecto de la Ilustración europea por comprender, clasificar y ordenar el mundo entero dentro de marcos de referencia propios de la ciencia y la cultura occidental. No hay que olvidar que los viajes de exploración en el periodo de la Ilustración fueron un componente imprescindible del proceso cultural a través del cual Europa proclamó su dominio global.

La imagen elegida por Humboldt como portada de su gran Atlas géographique et physique du Nouveau Continent, al igual que su obra escrita han sido útiles para exaltar el americanismo humboldtiano. La pintura parece celebrar un encuentro amigable y respetuoso entre el Viejo y el Nuevo Mundo; en el cual de hecho se ensalza la incorporación de América y sus culturas aborígenes a la civilización. Teniendo como fondo en el paisaje la inmensidad del Chimborazo, aparecen Hermes-Mercurio (dios del comercio y mensajero de los dioses) y Atenea-Minerva (diosa de la sabiduría y las artes), quienes representan la civilización europea, en este caso rescatando al mundo americano de su ruina.

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La imagen, no obstante, se presta para una lectura distinta, que ayudaría a ver otra cara del americanismo humboldtiano, en la que la inclusión de América como parte del mundo europeo es una contundente expresión de eurocentrismo. Estas deidades parecen mirar con compasión y tal vez lástima a una América triste, abnegada y humilde que se levanta de la mano de Mercurio. Europa, la cultura, el arte y el conocimiento ayudan a América a recuperar su dignidad y ponerse de pie. Al lado de la figura que presenta a América (un príncipe azteca que lleva una túnica y una corona que es muestra de nobleza) son visibles los restos de una civilización perdida. Por un lado, se ve la estatua de una sacerdotisa azteca y, por el otro, las armas en el suelo de un guerrero alguna vez derrotado. Minerva lleva en la mano un ramo de olivo que parece entregar a América como símbolo de paz. América fue vencida, pero es ahora guiada por la mano sabia y generosa de sus conquistadores. Así, el nuevo continente podría formar parte del mundo civilizado. En el fondo son visibles un cactus, algunas palmeras y una pirámide. No solo la naturaleza, sino la población americana, sin la necesidad de la brutalidad de los conquistadores, debe someterse a la superioridad de la razón europea.

En la parte inferior se leen las palabras “Humanitas, Litterae, Fruges”, que el mismo Humboldt relacionó con la idea —ya expresada antes por Plinio el Joven— de que los griegos les han heredado a los demás pueblos la civilización, las letras y el trigo. Así, los dioses griegos y romanos representan la riqueza y la superioridad de Europa; la cultura que entonces era llevada al Nuevo Mundo por los europeos ilustrados. La imagen está acompañada de una leyenda que afirma: L’Amerique relevée de sa ruine par le commerce et par l’industrie. Si bien esta imagen ha sido interpretada en ocasiones como una muestra de la simpatía de Humboldt por el Nuevo Mundo y que expresa su deseo de integración respetuosa de los pueblos, esta es, al mismo tiempo, una potente celebración de los valores de la Ilustración, de un sueño cosmopolita centrado en Europa.

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Lecturas recomendadas sobre Humboldt:

- Para un análisis detallado de la imagen, recomiendo leer el texto de Helga von Kügelen, “La alegoría de América en el Frontispicio de Viaje de Humboldt y Bonpland”, que encuentra en: Alejandro de Humboldt en México, publicado en 1997.

- Sobre eurocentrismo y las relaciones de Humboldt y Francisco José de Caldas, recomiendo leer: Americanismo y eurocentrismo. Alexander von Humboldt y su paso por el Nuevo Reino de Granada, un texto que publiqué en 2010.

- Como referente en el medio colombiano, sugiero los trabajos de Alberto Gómez sobre Humboldt.

*Profesor titular del Departamento de Historia y Geografía de la Universidad de los Andes.

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Mauricio Nieto Olarte

Por Mauricio Nieto Olarte

Mauricio Nieto Olarte es filósofo de la Universidad de los Andes y doctor en Historia de las Ciencias de la Universidad de Londres.

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Cincinatus(46377)26 de febrero de 2024 - 04:29 a. m.
Independientemente de las manidas auto-percepciones posmodernas, el método científico moderno y el republicanismo son necesarios para el desarrollo de los pueblos (incluso de los no europeos) Y si con el desarrollo luego llega la democracia liberal, mejor aún. Ciencia moderna, Repúblicanismo y Democracia liberal son creaciones europeas (nos guste o no). Finalmente, los estragos ecológicos debido al desarrollo pueden requerir menos liberalismo para "salvar" el mundo y más autoritarismo.
  • Eduardo Sáenz Rovner(7668)26 de febrero de 2024 - 06:01 p. m.
    De acuerdo. Es más, Domingo Faustino Sarmiento tenía toda la razón.
Eduardo Sáenz Rovner(7668)26 de febrero de 2024 - 02:13 a. m.
Humboldt hizo parte del movimiento romántico que arrancó en Alemania y se esparció rápidamente por Europa. El Romanticismo exhaltaba la naturaleza y las culturas percibidas como primitivas incluso a las de la Europa más atrasada (por ejemplo, a la misma España, ver "Carmen" de Prosper Mérimée y Georges Bizet). Al mismo tiempo se desengañaron de la Revolución Francesa y la idea del Progreso. Saludos.
  • Eduardo Sáenz Rovner(7668)26 de febrero de 2024 - 02:42 a. m.
    En cuanto al eurocentrismo Fredrick Engels manifestó: "Magnífica California arrebatada a los mexicanos que no sabían que hacer con ella".
María(17011)26 de febrero de 2024 - 01:56 a. m.
Me encantó la novela de William Ospina, Pondré mi oído en piedra hasta que hable. Maravillosa.
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