Ignacio Rodríguez: “La función del arte no es decir verdades”
Una entrevista con Mario Ignacio Ramírez Bejarano, el director de “Los Martíres”, una de las obras que se presentó durante el Festival de Teatro Alternativo. El director habló sobre la función del arte, la distopía narrada en esta pieza y las características del trabajo de Umbral Teatro.
Laura Camila Arévalo Domínguez
En El galponcito de Umbral se presentan obras de teatro que incluyen música y cantos como ingredientes esenciales de su narración. “Los Martíres”, que está recién estrenada (cinco o seis funciones), ha despertado el interés de los jóvenes. En su única presentación durante el Festival de Teatro Alternativo, muchos de ellos se le acercaron al director, Ignacio Rodríguez Bejarano, para decirle que lo que vieron “los tocó” y que se conmovieron con las preguntas que les suscitó esta pieza, una reafirmación de los intereses de Umbral teatro: producciones con enfoques en temas sociales.
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En El galponcito de Umbral se presentan obras de teatro que incluyen música y cantos como ingredientes esenciales de su narración. “Los Martíres”, que está recién estrenada (cinco o seis funciones), ha despertado el interés de los jóvenes. En su única presentación durante el Festival de Teatro Alternativo, muchos de ellos se le acercaron al director, Ignacio Rodríguez Bejarano, para decirle que lo que vieron “los tocó” y que se conmovieron con las preguntas que les suscitó esta pieza, una reafirmación de los intereses de Umbral teatro: producciones con enfoques en temas sociales.
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“Los Martíres”, con tilde en la í, le habla al espectador desde la cercanía de lo familiar: todos tenemos o tuvimos algún tipo de lazo tan propio que nos formó e incidió en lo que somos. Es íntima y deja tantos interrogantes en el aire que despierta un interés por repetir cada uno de sus fragmentos para reinterpretar sus sugerencias. Es sutil: nada de lo que propone está desarrollado al detalle por, precisamente, un interés de que el espectador tome lo que le sirva, se pregunte desde su subjetividad y se responda desde sus carencias o experiencias.
Ignacio Rodríguez Bejarano, director de la obra, habló para El Espectador sobre esta presentación durante el festival y los intereses de esta obra, escrita por Carolina Vivas Ferreira: “‘Los Martíres’ es una propuesta de teatro multidisciplinar que, con elementos del musical, nos entrega la visión de una realidad distópica donde la inversión de valores ha llevado a la especie humana al caos, afectando a ricos y desposeídos por igual. Una comedia de humor negro, que hace uso de diversas técnicas, como la ilustración, el mapping arquitectónico, la animación e instalaciones sonoras, que permiten construir un universo familiar fracturado, metáfora de un afuera de destrucción, donde la sociedad de clases ha conducido a la especie a la barbarie”.
Comencemos por el nombre: por qué “Los Martíres”, supongo que es un apellido, pero debe tener que ver con el padecimiento de los personajes y su historia…
Es una especie de alusión a una familia y para no entrar a decir directamente Los Martínez, la autora Carolina Vivas, se da esa licencia y crea esa ambigüedad que contiene esos dos elementos: el sufrimiento de estas personas y el apellido.
Sobre la música y los apoyos visuales: es un musical amargamente gracioso, pero por qué el musical y cómo decidieron que estos apoyos funcionarían para la narración…
Las características de nuestro lenguaje en Umbral Teatro son la intromisión de la música y de lo coral. La obra tiene varios elementos de teatro musical o cantata. La música en vivo nos parece que es una muy buena combinación con la dramaturgia. Este diálogo entre lo audiovisual, lo plástico, lo dancístico y lo musical nos ayuda a reforzar el tono de esta pieza, que es de carácter multidisciplinar: muchos elementos al servicio del teatro.
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Es confusa. La obra tiene un hilo narrativo que se entiende hacia la mitad de la obra, pero hay personajes, como el de la mosca, por ejemplo, que pueden resultar confusos y se presentan para interpretaciones diversas. ¿Qué les han dicho las personas que ya la han visto y qué pretenden ustedes con estas pistas que quedan un poco inconclusas?
Creo yo que la idea del teatro no es dar de manera directa ciertos detalles. Esta obra en particular pertenece a un periodo del teatro (años 90) que dio origen a la ruptura con el teatro tradicional y la necesidad de contar historias casi de manera aristotélica. Hemos recibido muchos comentarios: que es una serie de viñetas. La obra es fraccionada y pretende provocar distintas posibilidades de interpretación. La función del arte no es decir verdades ni debe querer cambiar el mundo, sino lo polivalente, la multiplicidad de significados, que está en esas interpretaciones y posibles historias que los espectadores puedan construir.
Durante la introducción que dio antes de que se iniciara la obra, dijo que la habían preparado en pandemia y que le había parecido oportuna para la época ¿por qué?
Porque la obra, que fue escrita en los años 90, tiene una especie de premonición: se habla de una sociedad en caos donde seguramente hay un contexto bastante explosivo de protesta social y de personas buscando escapar de eso, que fue un poco lo que pasó con la pandemia. De fondo está lo que se convirtió en realidad con el covid: muchos tuvimos que irnos, salir de la ciudad y muchos otros se empobrecieron. Me parece que esta obra es pertinente porque te permite percibir ese caos en el que actualmente estamos.
Hay un asesinato familiar y hasta un caso de incesto dentro de estas familias, que además resulta ser una sola, pero está fracturada. ¿Por qué apelar a estos temas tan extremos?
Somos una sociedad en la que todas esas conductas atípicas en el entorno familiar, están normalizadas. Todos podemos entender que en muchas clases sociales y familias, existen violaciones, torturas, castigos, etc. Lo que pasa es que lo normalizamos y, vistas desde otro punto de vista, podrían parecer absurdas. Lo terrible no está en la obra, sino en la sociedad y en las asociaciones que uno puede hacer en ese contexto.