Ilona Libros: de la infancia y el origen de la eternidad
Laura Daza y Noelia Fajardo, fundadoras de esta editorial independiente de literatura infantil, organizaron donaciones de mercados, libros y juguetes en Ciudad Bolívar en esta Navidad.
Andrés Osorio Guillott
Ver el nombre de Ilona, ver la sombrilla que cobija su nombre y ver las gotas de lluvia. Inmediatamente pensar en Álvaro Mutis y la historia de aquella mujer que “tenía esa tan rara condición de transmitir la felicidad, de hacerla brotar a cada instante, así, gratuitamente, sin razón alguna, porque sí, porque venía con ella, con sus gestos, con su risa, con su amor por la gente, por los animales, por los atardeceres en el trópico y las para ella siempre infantiles e inexplicables ocupaciones y preocupaciones de los hombres”.
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Ver el nombre de Ilona, ver la sombrilla que cobija su nombre y ver las gotas de lluvia. Inmediatamente pensar en Álvaro Mutis y la historia de aquella mujer que “tenía esa tan rara condición de transmitir la felicidad, de hacerla brotar a cada instante, así, gratuitamente, sin razón alguna, porque sí, porque venía con ella, con sus gestos, con su risa, con su amor por la gente, por los animales, por los atardeceres en el trópico y las para ella siempre infantiles e inexplicables ocupaciones y preocupaciones de los hombres”.
Recordar a Mutis y un relato que no se libra de lo trágico y lo nostálgico, pero también traer a la memoria aquello que caracteriza a Ilona y que le da total sentido a la elección de Laura Daza y Noelia Fajardo para nombrar así su editorial de literatura infantil: “Nuestra novela favorita de literatura colombiana es Ilona llega con la lluvia. Y siempre hemos dicho que lo que más representa a ese personaje es que es una mujer efímera en contacto y eterna en recuerdo. Es lo que nosotros queremos hacer con muchos libros: cogerlo, leerlo... Es tan lindo que siempre voy a querer volver a él y va a estar en mi recuerdo”, destacaron.
Librarse del prejuicio que viene de la academia y que resaltó Noelia Fajardo de subestimar la literatura infantil. Ver en sus fábulas, en sus historias, en sus colores vivos y sus enseñanzas, que muchas veces parecen la caricia de una madre, un poder que tienen los libros en general, pero que desde este género en especial se hace aun más latente: transformar vidas y cambiar la forma en que observamos y nos reconocemos en el mundo: “Nunca fui feliz en los colegios en los que estuve. Lo único que me alejaba de esa tristeza y esa monotonía eran los cuentos infantiles. Ellos me permitían crear universos paralelos en los que me podía extraer de la realidad. La literatura infantil tiene mucha magia, en el sentido de que puede transformar desde las mentes más chiquitas hasta las más grandes”, dijo Laura.
Peripecias que nunca faltan en los viajes que nos llevan a nuestras Ítacas. Recordar con risas la burocracia que traba todo en este país y que deja anécdotas de papeleos que parecen infinitos y que no dejan de poner obstáculos para que la realización de un sueño tenga el rótulo de legalidad. Detrás de Margarita y las estrellas, de Edinson Fierro, y de Cuadrúpedo, de Emepé, los libros que ha publicado Ilona en estos años, hubo varios miedos y días de correr de una oficina a otra en la Cámara de Comercio, de hacer y leer los estatutos, de hacer de tantas primeras veces una odisea que aumenta el valor de los logros conseguidos e inyecta algo de la felicidad que, por cierto, muchas veces reflejó la mujer que llegó a Panamá a salvar a Maqroll el Gaviero.
En las juventudes de Noelia y Laura hay energía de sobra para que su editorial crezca y deje huella. Y como en la mayoría de juventudes, los anhelos de las victorias y las fuerzas por hacer realidad las pequeñas y grandes utopías se anclan a pasiones, a esos recuerdos que se escapan de la memoria y se introducen en el cuerpo para hacer de esos instantes de magia pequeños corrientazos que circulan por los brazos y se engrandecen en el corazón. Fue y es la colección de Chigüiro para Noelia, fueron y son los libros de Maurice Sendak y Yolanda Reyes para Laura.
Aguardar la esperanza en la sonrisa de un niño. Lograr que su inocencia y sus ansias de descubrir algo nuevo en un mundo que se puede mostrar bello desde los ojos de quienes aún desconocen lo sombrío de la humanidad los lleve a coger un esfero y escribir sobre los universos que soñaron e imaginaron mientras cogieron una pelota, un carro, una muñeca o su peluche favorito. Entregarles a ellos historias que dejen la huella que Laura y Noelia tienen desde hace varios años, cuando descubrieron en un libro algo que las cambió para siempre, algo que no entendieron en ese instante pero que se resume en el sentido de la existencia, algo que es esencial para mantener el rumbo y soñar con mucho de nobleza y poco de realidad el vasto mundo que habitamos.
Y con ese anhelo de cambiar es que ahora, en Navidad, están en jornadas de donaciones de libros, mercados y juguetes. Laura y Noelia esperan entregar en las manos de los niños de Ciudad Bolívar algo que los aleje de este contexto que sigue siendo incomprensible, pero no para que crezcan indiferentes, sino para entender que aquello que nos determina se podrá ver y entender mejor si nos distanciamos y nos reconocemos como humanos.
“Ilona es una editorial que está interesada en dejar un aporte a la sociedad. No es solo hacer libros, venderlos y crecer económicamente. Queremos dejar huella y llegar a esta población que no tiene ese acceso para llegar a la literatura. Pensamos en donar 300 libros, 300 juguetes y 300 mercados. Junto con la Secretaría del Hábitat nos organizamos para llegar a Ciudad Bolívar y entregarles a los niños estos textos y hacer algunas actividades en torno a los libros, para que ellos puedan apreciar estos regalos que estamos dando. Así nos involucramos con el proyecto ‘Calles mágicas’, que es de la Secretaría y la Alcaldía. La idea es tomarse algunos espacios para sacarlos del confinamiento y reunir a las familias bajo todos los protocolos de bioseguridad”.