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In memoriam, Geometría sensible, John Castles, (Meninas frente al espejo)

Esta semana falleció John Castles a sus 77 años, uno de los grandes escultores colombianos.

María Elvira Ardila
16 de diciembre de 2023 - 05:27 p. m.
John Castles es uno de los referentes más importantes del desarrollo del modernismo escultórico en Colombia. Para él, que todos los días tenía crisis creativas, los momentos que más disfrutó fue cuando le sorprendieron los resultados de sus creaciones. Así se lo dijo al periódico El Tiempo.
John Castles es uno de los referentes más importantes del desarrollo del modernismo escultórico en Colombia. Para él, que todos los días tenía crisis creativas, los momentos que más disfrutó fue cuando le sorprendieron los resultados de sus creaciones. Así se lo dijo al periódico El Tiempo.
Foto: Carlos Martínez/Semana
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Al escribir estas Meninas, no solo pienso en su carrera como artista, sino que evoco su trabajo como docente y su extenso conocimiento de la Historia del Arte Colombiano. Hace unos meses, en el marco de la exposición de la Consolidación de la Modernidad, realizamos un conversatorio, donde demostró su erudición y lucidez en torno a nuestra historia. También, se desempeñó como curador y hay que recordar su metódica investigación de Marco Ospina, artista que es considerado como el primer artista abstracto en nuestro país. Al igual, Castles, trabajó como director de montaje de varias exposiciones como los Salones Nacionales en los años 90, combinando su habilidad espacial con su sapiencia en el arte.

Su carrera inicia en Medellín en los años 70, cuando un grupo de estudiantes de arquitectura, en su mayoría y de últimos semestres, como: Ronny Vayda, Alberto Uribe, Luis Fernando Peláez y John Castles, entre otros, derivaron en el arte y empezaron a replantear la escultura y señalar un gran interés por la economía de medios, la utilización de geometrías elementales, la austeridad y la incorporación del espacio arquitectónico en sus trabajos.

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Así, la obra de Castles se afirma con estos postulados y es invitado a participar en la III Bienal de Arte de Coltejer en 1972. Allí presentó una escultura titulada Pórticos, una obra realizada con tubos prefabricados, que fue señalada por la crítica como una de las obras que dio el inicio al minimalismo en Colombia. Dos años después, en el XXV Salón Nacional de Artistas, recibió el primer premio con Modulación vertical, una escultura arquitectónica simétrica e ilusoria, construida en metal y de color amarillo y en la que se siente su admiración por el escultor Edgar Negret. En los años 80, acudió al hierro para la realización de sus esculturas, las cuales se caracterizaron por una geometría inscrita en los ejes de un hexaedro, y la repetición rítmica de un módulo. Utilizaba láminas de hierro de un calibre grueso, las cuales trabajaba con gran plasticidad. Por ejemplo, los transeúntes de la Carrera 7 con calle 26 encuentran una escultura pública ubicada en la plazoleta triangular en Helm Bank, antiguo Banco de Crédito y realizada en 1984. La obra corre paralela a la avenida, por el interior presenta un arco, lo que permite que los transeúntes la recorran, un tanto obligados, para poder entrar al banco o salir a la calle.

Al revisar aspectos puntuales de su trayectoria del artista, podemos acercarnos a los procesos de uno de los escultores colombianos que abordó el espacio público urbano de una manera rigurosa. Sus proyectos públicos siempre fueron concebidos para un lugar específico, atendiendo las características urbanas propias del lugar: ejes visuales, entorno y flujos peatonales y vehiculares. Después de analizar el sitio, trabajaba sobre los planos y realizaba un estudio minucioso de esas determinantes urbanísticas y de uso de los transeúntes. Castles realizaba dibujos, tomaba fotografías y hacía maquetas para la realización de sus proyectos realizados en ciudades como Bogotá, Medellín, Washington, y su última escultura ubicada en Barranquilla, hay que anotar que uno de sus hijos, el arquitecto Andrés Castles le ayudó a instalar esta obra, debido ya a sus quebrantos de salud.

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Su proceso era muy riguroso, determinaba la escala adecuada y el tamaño de la obra propuesta con respecto a su entorno; planos con vistas, elevaciones y plantas, para luego construir la escultura en el espacio, sin riesgo a la equivocación en su direccionamiento, volúmenes, luces y sombras.

En los 90 la lámina de metal continúa siendo el material predilecto para la construcción de sus esculturas. Y como lo anota la Curadora, Carmen María Jaramillo: “Solo que ahora explora su máximo potencial de flexibilidad, confiriéndoles un carácter leve y poético. Mediante la torsión de monumentales cintas de hierro y acero, vuelve liviano lo pesado, flexible lo rígido y aéreo lo pedestre.” En el 1997 fue uno de los artistas seleccionados para participar en el Primer Premio Luis Caballero, concurso para artistas mayores de 35 años y que se fundamentaba en las obras realizadas específicamente para el espacio de la Galería Santa Fe, que en ese momento se ubicaba en el Planetario Distrital. Castles presentó Intersecciones, un conjunto de esculturas que abordaron el espacio como una continuidad de sus obras y como lo señala el Crítico Luis Fernando Valencia: “El movimiento de todas las piezas Intersecciones es la captura del espacio, pero no ya para crearnos conciencia sobre toda la situación espacial que nos rodea, sino para poner el espacio al servicio directo de la pieza-espacio-conciencia, porque él constituye su verdadero aporte: espacio-pieza-conciencia. La obra que prolonga el mismo material del piso de la sala y lo vincula hacia sí…”

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Tal vez, mi escultura favorita sea Américas, ubicada en la caja de compensación Compensar en Bogotá, realizada con láminas de acero y realizada por un elemento único, que se dobla como una cinta sin ninguna resistencia, una doble curva que juguetea con el lugar. El transeúnte puede caminar o recorrerla por sus ondulaciones, la escultura es de colores óxido y tierra. Se presenta como una abstracción de nuestra geografía y en esta obra los cánones constructivos quedan atrás, Castles pasó a lo que podríamos llamar a una geometría sensible, más suelta y orgánica.

En nuestra última conversación hablamos de la modernidad y le expresé que era un proyecto que había fracasado, él me afirmó: “Soy un hombre moderno y me gusta la modernidad”. Yo le respondí, mira la Avenida Caracas, tan moderna, me miró y se río.

Castles deja una obra contundente, un legado de conocimientos en sus estudiantes, un insondable vacío en su esposa, la escultora Consuelo Gómez, en sus hijos y un sentimiento de tristeza en todos los que tuvimos el privilegio de ser sus amigos.

Por María Elvira Ardila

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