Incertidumbres de papel
Desde el 2021 el mundo viene afrontando un desabastecimiento de papel. La industria editorial y gráfica se han visto afectadas debido a esta problemática, aunque la venta de libros se ha incrementado.
Danelys Vega Cardozo
Por allá en el siglo II a. C., en China, se inventó un material que revolucionó nuestra vida y terminó permeando cada uno de los espacios de nuestro día a día: el papel. Al principio el privilegio era de unos pocos: los chinos. Luego, con el tiempo, se fue expandiendo a otras latitudes. España fue el primer lugar de Occidente, en el siglo XI, a donde llegó semejante creación. Y un día, a Latinoamérica —gracias a los españoles— le tocó el turno. Y entonces nuestras vidas fueron cubiertas de papel. Cubiertas aquí y en el mundo. Y el mundo también fue cubierto de libros. Pero quién diría que el papel, hecho en su gran mayoría de pulpa celulosa, que se obtiene de la madera, de un momento a otro, empezaría a escasear.
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Por allá en el siglo II a. C., en China, se inventó un material que revolucionó nuestra vida y terminó permeando cada uno de los espacios de nuestro día a día: el papel. Al principio el privilegio era de unos pocos: los chinos. Luego, con el tiempo, se fue expandiendo a otras latitudes. España fue el primer lugar de Occidente, en el siglo XI, a donde llegó semejante creación. Y un día, a Latinoamérica —gracias a los españoles— le tocó el turno. Y entonces nuestras vidas fueron cubiertas de papel. Cubiertas aquí y en el mundo. Y el mundo también fue cubierto de libros. Pero quién diría que el papel, hecho en su gran mayoría de pulpa celulosa, que se obtiene de la madera, de un momento a otro, empezaría a escasear.
La escasez es mundial y no es un cuento actual. Desde el año pasado vino el desabastecimiento debido a diversos factores, ocasionando un impacto en varias industrias, entre ellas la gráfica y la editorial. Durante la pandemia nuestras formas de consumo cambiaron, originando un crecimiento en la demanda de otros productos. El e-commerce se disparó, entonces la mirada se centró en el cartón, los empaques y las etiquetas. En Colombia, en el 2021, el crecimiento de este tipo de comercio fue del 40 %, según indican cifras compartidas por BlackSip y la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico. Otro factor fue el cierre de algunos molinos que producen el papel. Sin mencionar que los que se mantuvieron en pie optaron por producir cartón, y algunos más siguieron fabricado papel, pero en otro segmento, el más demandado y rentable en el mercado en ese tiempo: los empaques. Mientras tanto, el papel de libro, de oficina y de periódico estaban en cuidados intensivos.
Hasta que un día la demanda de estos papeles se empezó a incrementar. Algunos molinos volvieron a abrir, pero era evidente que tenían retrasos en las entregas, y poner a operar las máquinas de nuevo no era un proceso que pudieran realizar de la noche a la mañana. “Las máquinas, luego de detenerlas requieren ponerlas a punto nuevamente, entonces, en ese proceso de poner al punto, la máquina no puede funcionar al 100 % de inmediato”, comenta Tatiana Duarte, presidenta ejecutiva de la Asociación Colombiana de la Industria de la Comunicación Gráfica (Andigraf).
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El año pasado, en Colombia, —que también es productor de papel, sobre todo bond—, la crisis de papel se agudizó por el paro nacional, pues las principales fábricas importadoras y los molinos están en el Valle del Cauca. “Hace un año, exactamente, cuando hubo el problema del paro nacional, que se juntó con esta escasez, hubo momentos en donde durábamos hasta una semana y media esperando que el papel llegara de Cali a Bogotá, y eso generó muchos retrasos en las entregas”, comenta Carlos Salcedo, jefe de preimpresión de Xpress Estudio Gráfico y Digital. La industria gráfica en el país también venía soportando retrasos en la llegada de este material debido a problemas logísticos ocasionados por la pandemia, pues esto dificultaba el ingreso de producto importado. Y es que países como Estados Unidos, Brasil, China, Finlandia, Alemania, Chile, México, Ecuador, España y Suecia son nuestros principales proveedores de papel.
Luego de que el paro finalizó, la crisis del papel continuó debido a la devaluación del peso colombiano, que en 2021 fue del 17 %. Mientras nuestra moneda se devaluaba, el dólar subía su precio, acentuando aún más la crisis de papel en el país, pues aquello ocasionó un alza en el costo de importación. “Antes traer un contenedor de España costaba US$5.000, hoy puede llegar a costar hasta US$20.000″, afirma Oswaldo Almeida M., director general de Ecuador, Perú y Colombia del Grupo Editorial Océano. Y es que a los impresores les llega el papel por el mar. Por eso, el cierre del puerto de Shanghái, debido al confinamiento estricto por cuenta del covid-19 retrasa aún más los tiempos de entrega de la mercancía. “No es que todos sean de papel, pero son los contenedores que llegan de otros puertos ocupados, en donde tú los llenas de papel y los traes”, dice Duarte. Róterdam y Long Beach son otros de los principales puertos marítimos, que, aunque no están cerrados, sí han dificultado la importación del producto, haciendo que la escasez de papel se agudice no solo en Colombia, sino en el mundo, ocasionando un aumento de su precio.
Aumento que también impacta a las imprentas, que en muchas ocasiones quedan envueltas en un dilema entre traer papel o no. “Si te sale más caro traerlo de China, pues simplemente no lo traigas porque el público no lo va a pagar”, asegura Adriana Beltrán, gerente de Diverarte Sas. Y lo dice por experiencia propia, porque en más de una ocasión llegan a cotizar a su imprenta, pero al final los clientes le dicen que “el proyecto no es viable” por el costo tan elevado del papel. “Yo creo que a todas las editoriales nos ha tocado cotizar como en tres o cincos imprentas e ir mirando”, dice Felipe González, director editorial de Laguna Libros. Y es que, según Beltrán y Salcedo, ambos pertenecientes a la industria gráfica, el alza en los precios de este material ha sido del 30 % al 50 %. Y si de libros hablamos, el 60 % o 80 % de una cotización corresponde solo al papel, entonces su producción se encarece.
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Almeida ha notado que “no en todos los libros ha subido igual, pero sí puedo decir que a nivel internacional se ha sentido el incremento hasta de un 10 %, y es fuerte”. Para Lucía Donadío, directora general de Sílaba Editores, el aumento en el costo de producción de los libros ha sido más elevado. “El incremento fue casi del 45 % en relación con el año pasado; eso no es usual”. Pero el alza de los precios también depende del tipo de libros y de las ilustraciones que los acompañen. “En mi caso es más fuerte aún, porque yo tengo libros ilustrados que van 4 x 4 en tinta, son a full color. Un libro que antes me hubiese costado $2 millones me está costando casi $5″, afirma Juan Sebastián Montoya, director editorial de Siete Gatos.
El desabastecimiento de papel no es la única problemática a la que se enfrenta la industria editorial y gráfica, porque otros insumos necesarios para la elaboración de libros también son importados. Entonces, las tintas, las planchas y los repuestos también han presentado escasez, sin mencionar el alza en sus precios. Por eso Tatiana Duarte, desde que conoció el borrador del Decreto 307 de 3 de marzo de 2022, “por el cual se modifica parcialmente el arancel de aduanas para la importación de productos que inciden en la canasta de consumo de los hogares”, envió una solicitud al Gobierno para que incluyeran más posiciones arancelarias que beneficiaran a la industria gráfica. En el acto administrativo solo quedaron diez segmentos de papel incluidos —los que se inician con el número 48—, que están libres por seis meses de impuestos de importación. Ninguna de estas excepciones aplica para el papel empleado en los libros.
A Duarte le respondieron que iban a sacar un decreto nuevo, pero hasta el sol de hoy todo sigue igual. Y aunque es cierto que los libros ya de por sí tienen excepciones de IVA en el país, hay que tener en cuenta que estas nuevas posiciones arancelarias beneficiarían no solo a las editoriales, sino también a la industria gráfica e incluso a nosotros como consumidores. Porque la escasez de papel no solo afecta a los libros, también hay desabastecimiento de empaques y etiquetas. En el caso de las etiquetas, esta problemática se acrecentó por el paro de la fábrica UPM, en Finlandia, que aconteció este año durante tres meses. Y ese país, de hecho, es el principal proveedor de etiquetas del mundo. El problema es que los alimentos, las bebidas y los medicamentos no pueden salir al mercado sin empaques. Ni hablar de que la mayoría de los productos que consumimos vienen con etiquetas. “Lo que más nos preocupa es con respecto a los envases de los alimentos, bebidas y medicamentos; que las etiquetas no estén disponibles para eso, que no tengamos el material, el cartón para los empaques, esa es una cosa muy seria, y que no tengamos el material para apoyar a la industria editorial, que es uno de los principales segmentos que exporta, no es bueno para el país ni para la industria”, asevera Tatiana Duarte.
Mientras tanto, Andigraf dice que cerca de 90.000 empleos podrían estar en riesgo a causa del desabastecimiento de papel. Ese mismo que quién sabe a ciencia cierta hasta cuándo se prolongue. “Ayer tuvimos una reunión aquí en la Feria, vino la presidenta mundial de la Unión Internacional de Editores, ella es la presidenta de la Cámara del Libro de los Emiratos Árabes, y nos dio una charla, y en la Unión Internacional de Editores, que es un gremio que abarca a todas las cámaras de libros del mundo, ellos estiman que hasta finales de 2023 puede seguir la escasez de papel”, dice Emiro Aristizábal Álvarez, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro. Sin embargo, nunca se sabe qué puede pasar, sobre todo en medio de una guerra. Como comenta Tatiana Duarte, la guerra en Ucrania complica todo el tema de logística en los puertos debido a los países que, directa o indirectamente, han quedado en medio del conflicto. “Quién se va a poner a invertir en un puerto cuando estás preocupado en Alemania que de pronto te van a atacar o cuando Estados Unidos está muy atento a defender”.
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La realidad es que la pandemia sumada a la escasez de papel ya han causado estragos directos en los empleos relacionados con fabricación de papel y actividades de impresión. Una imprenta, que llevaba aproximadamente treinta y ocho años en el mercado, tuvo que cerrar sus puertas en septiembre del año pasado, porque, como menciona una de sus exsocias, “cada vez la industria es más difícil”. Y eso que ellos elaboraban el 50 % de la producción nacional de libros. Unos 200 empleos se vieron afectados con el cierre de esta empresa. Pero este no un caso aislado, pues el jefe de preimpresión de Xpress Estudio Gráfico y Digital comenta que conoce de otras imprentas que han optado por la misma vía. “De hecho, de ahí ha salido personal que viene a buscar trabajo con nosotros y pues uno trata hasta donde uno puede, pero si los números no dan, pues tampoco uno puede ofrecer de más”. Incluso, la gerente de Diverarte Sas quizá siga ese mismo camino de puertas cerradas. “En estos momentos siento que hay muchos peros para mí, entonces dije: ‘Bueno y si no, pues se pueden comenzar a hacer libros digitales’”.
Los libros digitales son, de hecho, la apuesta que hizo, hace dos años, el director editorial de Siete Gatos para contrarrestar el impacto de la pandemia. Se arriesgó y terminó ganando. “Nos ha registrado buenas cifras, de hecho, algunos libros que no habían tenido recuperación en impreso ya están alcanzando la recuperación desde lo digital. Hay una particularidad: el que se mueve en impreso, se mueve en digital”. Entonces, dice que cuando llegó la crisis de papel, ellos “ya iban medio paso adelante”. Sin embargo, el director editorial de Laguna Libros señala que los libros electrónicos no son ni siquiera una alternativa para él ante el desabastecimiento de papel, ya que no hay un mercado consolidado. Visión que es compartida por otros como Fernando Rojas Acosta, gerente de Panamericana Editorial. “El soporte digital creció fuertemente durante unos años, y ahora tiene un crecimiento, llamémosle así, natural, orgánico”. Incluso el presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro coincide con la preponderancia del libro físico. Ese que dice que tuvo una disminución en ventas en el 2020, pero que el año pasado y este ha tenido un aumento exponencial.
Ante el desabastecimiento de papel, algunas editoriales han disminuido el gramaje del producto, “porque el papel mientras el gramaje es más alto es más caro”, dice Emiro Aristizábal Álvarez. Otras han ajustado el tiraje de los libros. “No estamos imprimiendo ni 1.000 ni 1.2000, estamos con ejemplares bajos, entre 300 y 500 ejemplares, como para prevenir un poco”, comenta Montoya, director editorial de Siete Gatos. Algunas han optado por aumentar el precio de sus libros. “Los aumentos de precios han sido aumentos que no alcanzan a compensar el aumento de costos”, asegura Aristizábal.
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Sílaba Editores, de hecho, ha optado por esta vía de un ajuste en los precios de los libros. Además, han aumentado el número de impresiones digitales, ya que son más económicas que las realizadas en offset, y han postergado la impresión de algunos ejemplares. Laguna Libros y Editorial Siete Gatos decidieron adaptarse a la demanda de papel, obligándolos a imprimir en un papel distinto al que tenían pensado. “En esta edición de la Feria no había papel y tocó imprimir muchas de las novedades en el papel que hubiera. Conozco, de hecho, el caso de libros que tienen cien ejemplares en un papel y cien ejemplares en otros”, cuenta Montoya.
La apuesta del Grupo Editorial Océano ha sido ofertar lo que está en stock. “Muchas editoriales sacan muchas novedades en ciertas épocas del año y eso provoca que haya mucha novedad en el mercado, y la reacción del mercado es concentrase en las novedades, y títulos que han salido antes quedan un poco más fríos”, dice Oswaldo Almeida M. En Panamericana Editorial, Fernando Rojas Acosta comenta que, aunque el desabastecimiento mundial de papel ha ocasionado algunas dificultades para imprimir novedades, por el momento no se han visto tan afectados. “Durante el tiempo de la pandemia en que estuvimos cerrados, pues nuestros inventarios dejaron de vender, no había comercio, entonces tenemos las bodegas con excedentes de producción”.
Pero en medio de la incertidumbre que trae una crisis, ha resurgido la esperanza. Las editoriales consultadas dicen que pese al temor que tenían de la posible respuesta de la gente en la Filbo, en medio de una pandemia, el balance de ventas ha sido positivo. Al parecer, como dice Adriana Beltrán, “los libros son magia”.