Jaime Manrique: ‘Bogoshorts vio nacer a la mayoría de directores de cine del país’
El fundador y director del Bogotá Short Film Festival / Festival de Cortos de Bogotá - BOGOSHORTS, habló para El Espectador sobre la edición 20 del Festival, que se inaugura este 6 de diciembre. La edición de la luz, así llamaron a la versión 2022 de este evento que, además, tiene nuevas secciones para productos que harán parte de la selección oficial, pero no competirán.
Comencemos hablando de la luz. Teniendo en cuenta este enfoque, ¿cómo empezó a planearse la edición número 20 de este festival y por qué dicen que es la edición de la de la luz?
El primer momento en el que pensé en una edición de la luz, fue para la número 19: era el año en el que íbamos a salir de la pandemia. Para mí, el 2020 fue un año muy complejo y para el festival también, pero, curiosamente, también fue el único festival de cine que se pudo hacer en Colombia de forma presencial (edición 18). Sin embargo, eso generó demasiados retos en el equipo. Fueron momentos de oscuridad y pensé en que la siguiente edición tenía que ser más luminosa. Cuando llegó 2021, eso no sucedió. Llegó mitad de año y todo siguió viéndose difícil, aunque con algunos cambios. Por esto decidí que esa no debía ser la edición de la luz, sino de la búsqueda, del mapa: seguíamos un poco perdidos. En ese momento se volvió más coherente aplazar la edición de la luz para la número 20, al ser este un número cerrado y especial. No era solamente un tema de salir del túnel oscuro en el que habíamos estado los últimos dos años, sino también la celebración de la virgen de Santa Lucía, que es nuestro símbolo y nuestra virgen del cine. Ella perdió los ojos y es un símbolo de la luz misma. Esos fueron los dos elementos que terminaron combinándose para entender que la edición 20 debía ser la de la luz. Por otro lado, conceptualmente, cuando un realizador saca sus primeros cortometrajes, está dando a luz a una carrera cinematográfica. Bogoshorts es, de alguna forma, el festival que vio nacer a la mayoría de directores de cine en este país.
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Justamente, ahora que menciona a Santa Lucía, me parece interesante profundizar en esta figura para el festival. Hablemos de la virgen ciega, la patrona de Bogoshorts y, sobre todo, de lo que significa este símbolo...
En el festival, la Santa Lucía aparece en 2006. Ese fue el primer momento en que empezamos a pensar en esto. Necesitábamos darle un contenido más profundo y sólido que pudiera generar una conexión con los realizadores. Había una idea que a mí me daba vueltas en la cabeza en eso de poner la conexión religiosa. Cuando hacíamos In Vitro, la gente iba todos los martes a ver un cortometraje y se llenaba con 300 personas. Era una cita religiosa. Eso me empezó a calar en la cabeza en esa época, pero, por otro lado, quien hace un cortometraje y quiere meterse en el mundo audiovisual cinematográfico, la tiene difícil: la construcción de contenido es un proceso complejo. Tener una carrera sólida en el cine no es para nada fácil. Este festival está al inicio de la cadena, así que premiar a la gente con una virgen era un poco decirle: “Qué la virgen lo acompañe: lo que viene hacia adelante es muy jodido”. Esos dos elementos me hicieron pensar en que quería una figura religiosa, pero no porque realmente me interesara la religión, sino por esa suerte de religiosidad ficticia que tenemos los colombianos, donde a la gente se le dicen una cantidad de frases que vienen de generaciones anteriores y que contienen una carga histórica. Empecé a buscar una figura que tuviera una conexión con el ejercicio cinematográfico. Luego encontré esta frase que dicen las mamás: “Después de ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga” y eso me llevó a pensar sobre ella, porque no sabía que había una virgen de los ojos. Esto es fundamental en el ejercicio que nosotros realizamos. Cuando se dio la combinación de esos tres elementos, llegué a la conclusión de que Santa Lucía tenía que ser la estatuilla de Bogoshorts y la pudimos lanzar en 2007.
Dice que los cortometrajes son la base para la existencia de una cinematografía sólida. Parece obvio, pero ¿por qué esta base es tan importante?
Hay muchas razones. La primera es una razón histórica, el cine nació con el cortometraje. Para la gente, el corto es como el hijo pequeño del cine, pero realmente es el papá. Todas las bases de la narración cinematográfica y audiovisual son exploraciones de cortometrajes. Ahora, para hacer cine hay una complejidad profunda en lo que implica lo técnico, lo artístico y lo industrial. Hacer un cortometraje profesional está en un rango de los 50 a los 100 millones de pesos, pero con un largo, el rango cambia diametralmente: no baja de los 1.500 o 2.000 millones de pesos. Y hay que tener una formación. El cortometraje es, entonces, la pista de pruebas. ¿Eres capaz de hacer un largo? Primero, pasa por el corto. Uno de los problemas en la cinematografía nacional es que la gente no hace cortos.
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Y eso es un problema porque llegan a hacer largometrajes sin mucha experiencia, ¿sí? Hablemos más de esto, de la experiencia que dan los cortometrajes para dirigir productos más exigentes...
Exacto, terminan haciendo unas películas espantosas, insufribles que nadie se quiere ver. Si la gente hiciera más cortos, entendería y dominaría mejor el lenguaje. El ejercicio de lo cinematográfico es muy costoso e implica mucha gente y tiene que adicionar el desarrollo y la conjunción de muchos profesionales. Entonces, la ecuación es sencilla: si tenemos más cortos, tenemos una industria más sólida.
Aquí hablamos de industria, de hacer cine, pero qué rol cumple el corto en la formación de audiencias...
Las audiencias en Colombia fueron formadas a través del largometraje: la gente se acostumbró a ver cine norteamericano, que es menos exigente, así que no hay mucha diversidad. Cuando te dicen que la película es japonesa o ecuatoriana o tailandesa, lo piensas dos veces. El audiovisual no tiene un único sabor y hay que aprender a probarlos todos. Es decir, no es fácil comenzar a adquirir el hábito de ver más tipos de narraciones, porque los personajes son más densos, porque los ritmos de estas películas cambian, por la atmósfera. Los cortos entrenan la diversidad, construyen la posibilidad de que haya un cine colombiano y latinoamericano que funcione en las salas de cine.
Hablemos de las novedades de esta edición. Hay, por ejemplo, una sección oficial en la que habrá cortos que no competirán, pero que presentarán novedades de figuras muy representativas de la cinematografía como Lucrecia Martel, Apichatpong Weerasethakul y Lois Patiño...
Por ejemplo, esa que mencionas fue una búsqueda del jefe de programación, Andrés Suárez, que se enfocó mucho en ella. Quería lograr una selección oficial, pero fuera de competencia: no puedes tener cortos dirigidos por personas con mucha experiencia con aquellos que están comenzando. Y si lo ponemos en términos de literatura, que tengas una novela no significa que no puedas tener una idea para un cuento. En el proceso artístico, el tiempo y la extensión dependen del valor de la obra. Muchos directores muy reconocidos siguen haciendo cortos porque, además, es el lugar de la libertad: en un largometraje tienes que recuperar el dinero invertido y responder a una serie de intereses y responsabilidades que en el corto puedes lidiar de otra manera, todo eso tiene otro sentido. Por eso, en el corto, el lenguaje se expande: puedes experimentar mucho más.
***
Bogoshorts se inaugurará este 6 de diciembre y contará con la selección oficial de cortos que competirán en el festival, además de El Minikino Film Week - Bali International Short Film Festival, uno de los Festivales especializados en el formato corto de mayor impacto en el sudeste asiático, que tendrá un programa retrospectivo de sus últimas cuatro ediciones en la sección World Tour de la programación de #20BOGOSHORTS. También habrá dos secciones donde el cine francés será el protagonista gracias a L’agence du court métrage, el Especial God(ard): El Faro, en conmemoración de la muerte del director francés, y la sección Viva la ciudad, que hace un homenaje a la ciudad invitada de esta edición, París.
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Comencemos hablando de la luz. Teniendo en cuenta este enfoque, ¿cómo empezó a planearse la edición número 20 de este festival y por qué dicen que es la edición de la de la luz?
El primer momento en el que pensé en una edición de la luz, fue para la número 19: era el año en el que íbamos a salir de la pandemia. Para mí, el 2020 fue un año muy complejo y para el festival también, pero, curiosamente, también fue el único festival de cine que se pudo hacer en Colombia de forma presencial (edición 18). Sin embargo, eso generó demasiados retos en el equipo. Fueron momentos de oscuridad y pensé en que la siguiente edición tenía que ser más luminosa. Cuando llegó 2021, eso no sucedió. Llegó mitad de año y todo siguió viéndose difícil, aunque con algunos cambios. Por esto decidí que esa no debía ser la edición de la luz, sino de la búsqueda, del mapa: seguíamos un poco perdidos. En ese momento se volvió más coherente aplazar la edición de la luz para la número 20, al ser este un número cerrado y especial. No era solamente un tema de salir del túnel oscuro en el que habíamos estado los últimos dos años, sino también la celebración de la virgen de Santa Lucía, que es nuestro símbolo y nuestra virgen del cine. Ella perdió los ojos y es un símbolo de la luz misma. Esos fueron los dos elementos que terminaron combinándose para entender que la edición 20 debía ser la de la luz. Por otro lado, conceptualmente, cuando un realizador saca sus primeros cortometrajes, está dando a luz a una carrera cinematográfica. Bogoshorts es, de alguna forma, el festival que vio nacer a la mayoría de directores de cine en este país.
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Justamente, ahora que menciona a Santa Lucía, me parece interesante profundizar en esta figura para el festival. Hablemos de la virgen ciega, la patrona de Bogoshorts y, sobre todo, de lo que significa este símbolo...
En el festival, la Santa Lucía aparece en 2006. Ese fue el primer momento en que empezamos a pensar en esto. Necesitábamos darle un contenido más profundo y sólido que pudiera generar una conexión con los realizadores. Había una idea que a mí me daba vueltas en la cabeza en eso de poner la conexión religiosa. Cuando hacíamos In Vitro, la gente iba todos los martes a ver un cortometraje y se llenaba con 300 personas. Era una cita religiosa. Eso me empezó a calar en la cabeza en esa época, pero, por otro lado, quien hace un cortometraje y quiere meterse en el mundo audiovisual cinematográfico, la tiene difícil: la construcción de contenido es un proceso complejo. Tener una carrera sólida en el cine no es para nada fácil. Este festival está al inicio de la cadena, así que premiar a la gente con una virgen era un poco decirle: “Qué la virgen lo acompañe: lo que viene hacia adelante es muy jodido”. Esos dos elementos me hicieron pensar en que quería una figura religiosa, pero no porque realmente me interesara la religión, sino por esa suerte de religiosidad ficticia que tenemos los colombianos, donde a la gente se le dicen una cantidad de frases que vienen de generaciones anteriores y que contienen una carga histórica. Empecé a buscar una figura que tuviera una conexión con el ejercicio cinematográfico. Luego encontré esta frase que dicen las mamás: “Después de ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga” y eso me llevó a pensar sobre ella, porque no sabía que había una virgen de los ojos. Esto es fundamental en el ejercicio que nosotros realizamos. Cuando se dio la combinación de esos tres elementos, llegué a la conclusión de que Santa Lucía tenía que ser la estatuilla de Bogoshorts y la pudimos lanzar en 2007.
Dice que los cortometrajes son la base para la existencia de una cinematografía sólida. Parece obvio, pero ¿por qué esta base es tan importante?
Hay muchas razones. La primera es una razón histórica, el cine nació con el cortometraje. Para la gente, el corto es como el hijo pequeño del cine, pero realmente es el papá. Todas las bases de la narración cinematográfica y audiovisual son exploraciones de cortometrajes. Ahora, para hacer cine hay una complejidad profunda en lo que implica lo técnico, lo artístico y lo industrial. Hacer un cortometraje profesional está en un rango de los 50 a los 100 millones de pesos, pero con un largo, el rango cambia diametralmente: no baja de los 1.500 o 2.000 millones de pesos. Y hay que tener una formación. El cortometraje es, entonces, la pista de pruebas. ¿Eres capaz de hacer un largo? Primero, pasa por el corto. Uno de los problemas en la cinematografía nacional es que la gente no hace cortos.
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Y eso es un problema porque llegan a hacer largometrajes sin mucha experiencia, ¿sí? Hablemos más de esto, de la experiencia que dan los cortometrajes para dirigir productos más exigentes...
Exacto, terminan haciendo unas películas espantosas, insufribles que nadie se quiere ver. Si la gente hiciera más cortos, entendería y dominaría mejor el lenguaje. El ejercicio de lo cinematográfico es muy costoso e implica mucha gente y tiene que adicionar el desarrollo y la conjunción de muchos profesionales. Entonces, la ecuación es sencilla: si tenemos más cortos, tenemos una industria más sólida.
Aquí hablamos de industria, de hacer cine, pero qué rol cumple el corto en la formación de audiencias...
Las audiencias en Colombia fueron formadas a través del largometraje: la gente se acostumbró a ver cine norteamericano, que es menos exigente, así que no hay mucha diversidad. Cuando te dicen que la película es japonesa o ecuatoriana o tailandesa, lo piensas dos veces. El audiovisual no tiene un único sabor y hay que aprender a probarlos todos. Es decir, no es fácil comenzar a adquirir el hábito de ver más tipos de narraciones, porque los personajes son más densos, porque los ritmos de estas películas cambian, por la atmósfera. Los cortos entrenan la diversidad, construyen la posibilidad de que haya un cine colombiano y latinoamericano que funcione en las salas de cine.
Hablemos de las novedades de esta edición. Hay, por ejemplo, una sección oficial en la que habrá cortos que no competirán, pero que presentarán novedades de figuras muy representativas de la cinematografía como Lucrecia Martel, Apichatpong Weerasethakul y Lois Patiño...
Por ejemplo, esa que mencionas fue una búsqueda del jefe de programación, Andrés Suárez, que se enfocó mucho en ella. Quería lograr una selección oficial, pero fuera de competencia: no puedes tener cortos dirigidos por personas con mucha experiencia con aquellos que están comenzando. Y si lo ponemos en términos de literatura, que tengas una novela no significa que no puedas tener una idea para un cuento. En el proceso artístico, el tiempo y la extensión dependen del valor de la obra. Muchos directores muy reconocidos siguen haciendo cortos porque, además, es el lugar de la libertad: en un largometraje tienes que recuperar el dinero invertido y responder a una serie de intereses y responsabilidades que en el corto puedes lidiar de otra manera, todo eso tiene otro sentido. Por eso, en el corto, el lenguaje se expande: puedes experimentar mucho más.
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Bogoshorts se inaugurará este 6 de diciembre y contará con la selección oficial de cortos que competirán en el festival, además de El Minikino Film Week - Bali International Short Film Festival, uno de los Festivales especializados en el formato corto de mayor impacto en el sudeste asiático, que tendrá un programa retrospectivo de sus últimas cuatro ediciones en la sección World Tour de la programación de #20BOGOSHORTS. También habrá dos secciones donde el cine francés será el protagonista gracias a L’agence du court métrage, el Especial God(ard): El Faro, en conmemoración de la muerte del director francés, y la sección Viva la ciudad, que hace un homenaje a la ciudad invitada de esta edición, París.
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