“La trova es improvisación, es tomar riesgos”: James Alzate, rey de la trova
El nuevo rey de la trova de la Feria de Manizales 2023 habla sobre la conexión entre la escritura y esta manifestación musical, así como de la necesidad de que las tradiciones se reinventen para atraer nuevos públicos.
Daniela Cristancho
¿Cómo incursionó en el mundo de la trova?
Desde muy niño me interesé por el tema del arte y la cultura. Empecé estudiando teatro en un municipio cercano a Medellín que se llama Marinilla. En la Casa de la Cultura también daban clases de trova, y ahí me empecé a interesar por el asunto gracias a Germán Carvajal, un trovador y humorista de vieja guardia, que era el profesor. Él, en 2005 o 2006, pasó a ser el director artístico de la Feria de las Flores, y junto con Sergio Valencia se inventaron algo que se llamó “La familia Flores”, creada para promocionar la feria. Me presenté al casting para eso y ahí comencé con un personaje que se llamaba Cartucho. Todos teníamos nombres de flores y por eso mi seudónimo era ese. Así comencé con el tema de la trova y nunca lo dejé.
¿Qué es lo que le interesa de este tema?
Tengo un profundo amor por todas las manifestaciones artísticas y culturales, y parte de mi trabajo es la gestión cultural. En el caso particular de la trova, tengo una profunda admiración y respeto por los trovadores, creo que cuentan con un ingenio increíble para resolver problemas en cuestión de segundos. La trova es improvisación, es tomar algunos riesgos que pueden salir bien o salir mal, pero de eso se trata el espectáculo. Me parece increíble cómo juegan con los campos semánticos, con la lingüística, con la rima, con la musicalidad, y cómo logran que la gente se emocione con una idea suya.
¿Considera que su carrera como comunicador ha beneficiado su rol de trovador?
Creo que es al contrario, que ser trovador me ha servido para ser comunicador. Ahora, en la universidad adquirí un hábito de lectura mucho más fuerte y amplio, y obviamente leer enriquece mucho para la generación de ideas en la trova. Considero que es una relación de reciprocidad y complementariedad.
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¿Y qué referentes adquirió?
En términos literarios, me gustan los escritores que saben a papa y yuca, me gusta mucho la literatura colombiana. Leo a Ricardo Silva Romero, Margarita García Robayo, Tomás González y Gabriel García Márquez. También la literatura latinoamericana, con personajes como Juan José Arreola y Julio Ramón Ribeiro. No sabría cómo definir ese tipo de literatura, pero siento que es aquella que conversa muy bien con dos cosas que a mí me gustan mucho: el campo y la ciudad. Siento que ahí hay un mundo narrativo para lo que hago y lo que digo, en el cual me siento bien y hay unas apropiaciones que disfruto y me siento cómodo. Pero también está el tema del rap con Alcolyrikoz.
Hablemos de esa conexión del rap y la trova.
Acá en Medellín hemos hecho trova versus rap, que es cuando un rapero que en un momento intenta trovar, y uno como trovador intenta rapear y hacer freestyle. Eso parece muy diferente y lejano, pero en realidad es improvisación, solo que con otros parámetros. En freestyle la métrica es otra, los temas y la rima son otros. Eso ha sido muy interesante, poner en conversación la trova y el freestyle. Tenemos un referente muy grande que es Loquillo, quien fue trovador y hoy es improvisador de freestyle. Hay que mostrar nuevas cosas, porque lo que sucede con este tipo de tradiciones como la trova es que si no empiezan a conversar con otros formatos o manifestaciones culturales se van a quedar sin público. Si uno pone en un comparativo las formas de improvisar tradicionales en Argentina, Cuba, Chile y Panamá el público que ellos tienen es muy reducido y es un público mayor. Acá en Colombia, con el tema de la trova específicamente, es el caso contrario: reúne a miles de personas a disfrutar un espectáculo público de una manifestación cultural tradicional.
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Y esto responde a estas nuevas formas que se les da a la tradición...
Sí, eso responde a que, primero, los trovadores somos muy jóvenes en la gran mayoría. Ya no nos subimos a las tarimas con alpargatas, carrieles y ponchos. Empezamos a identificarnos más con la juventud, y eso ayudó mucho a que la trova ganara ese tipo de público. Además, esta generación de trovadores entendimos que la trova debía tener un tinte mucho más cultural, porque tenía un estigma muy grande de que los trovadores eran borrachines, que se burlaban de la gente, un montón de relaciones negativas que esta generación ha ido cambiando. Eso ha permitido que muchas personas lleguen y admiren nuestro arte y que nuestro arte tenga espacios tan importantes como el de la Feria de Manizales, el de la Feria de las Flores, en las Fiestas del Libro, entre otros.
¿Ha escrito sobre trova?
De hecho, estoy terminando un libro de crónicas acerca de la relación del humor, la trova y el narcotráfico. Me di cuenta de que Pablo Escobar tuvo a un trovador de cabecera. Conocí esa historia y pensé que solo saldría una crónica, pero hablando con ese trovador me contó historias que le sucedieron a trovadores con el cartel del norte del Valle, otras en el proceso de paz del Caguán, etc. Entonces he ido compilando algunas historias, y espero que este año se publique el libro.
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¿Cómo incursionó en el mundo de la trova?
Desde muy niño me interesé por el tema del arte y la cultura. Empecé estudiando teatro en un municipio cercano a Medellín que se llama Marinilla. En la Casa de la Cultura también daban clases de trova, y ahí me empecé a interesar por el asunto gracias a Germán Carvajal, un trovador y humorista de vieja guardia, que era el profesor. Él, en 2005 o 2006, pasó a ser el director artístico de la Feria de las Flores, y junto con Sergio Valencia se inventaron algo que se llamó “La familia Flores”, creada para promocionar la feria. Me presenté al casting para eso y ahí comencé con un personaje que se llamaba Cartucho. Todos teníamos nombres de flores y por eso mi seudónimo era ese. Así comencé con el tema de la trova y nunca lo dejé.
¿Qué es lo que le interesa de este tema?
Tengo un profundo amor por todas las manifestaciones artísticas y culturales, y parte de mi trabajo es la gestión cultural. En el caso particular de la trova, tengo una profunda admiración y respeto por los trovadores, creo que cuentan con un ingenio increíble para resolver problemas en cuestión de segundos. La trova es improvisación, es tomar algunos riesgos que pueden salir bien o salir mal, pero de eso se trata el espectáculo. Me parece increíble cómo juegan con los campos semánticos, con la lingüística, con la rima, con la musicalidad, y cómo logran que la gente se emocione con una idea suya.
¿Considera que su carrera como comunicador ha beneficiado su rol de trovador?
Creo que es al contrario, que ser trovador me ha servido para ser comunicador. Ahora, en la universidad adquirí un hábito de lectura mucho más fuerte y amplio, y obviamente leer enriquece mucho para la generación de ideas en la trova. Considero que es una relación de reciprocidad y complementariedad.
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¿Y qué referentes adquirió?
En términos literarios, me gustan los escritores que saben a papa y yuca, me gusta mucho la literatura colombiana. Leo a Ricardo Silva Romero, Margarita García Robayo, Tomás González y Gabriel García Márquez. También la literatura latinoamericana, con personajes como Juan José Arreola y Julio Ramón Ribeiro. No sabría cómo definir ese tipo de literatura, pero siento que es aquella que conversa muy bien con dos cosas que a mí me gustan mucho: el campo y la ciudad. Siento que ahí hay un mundo narrativo para lo que hago y lo que digo, en el cual me siento bien y hay unas apropiaciones que disfruto y me siento cómodo. Pero también está el tema del rap con Alcolyrikoz.
Hablemos de esa conexión del rap y la trova.
Acá en Medellín hemos hecho trova versus rap, que es cuando un rapero que en un momento intenta trovar, y uno como trovador intenta rapear y hacer freestyle. Eso parece muy diferente y lejano, pero en realidad es improvisación, solo que con otros parámetros. En freestyle la métrica es otra, los temas y la rima son otros. Eso ha sido muy interesante, poner en conversación la trova y el freestyle. Tenemos un referente muy grande que es Loquillo, quien fue trovador y hoy es improvisador de freestyle. Hay que mostrar nuevas cosas, porque lo que sucede con este tipo de tradiciones como la trova es que si no empiezan a conversar con otros formatos o manifestaciones culturales se van a quedar sin público. Si uno pone en un comparativo las formas de improvisar tradicionales en Argentina, Cuba, Chile y Panamá el público que ellos tienen es muy reducido y es un público mayor. Acá en Colombia, con el tema de la trova específicamente, es el caso contrario: reúne a miles de personas a disfrutar un espectáculo público de una manifestación cultural tradicional.
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Y esto responde a estas nuevas formas que se les da a la tradición...
Sí, eso responde a que, primero, los trovadores somos muy jóvenes en la gran mayoría. Ya no nos subimos a las tarimas con alpargatas, carrieles y ponchos. Empezamos a identificarnos más con la juventud, y eso ayudó mucho a que la trova ganara ese tipo de público. Además, esta generación de trovadores entendimos que la trova debía tener un tinte mucho más cultural, porque tenía un estigma muy grande de que los trovadores eran borrachines, que se burlaban de la gente, un montón de relaciones negativas que esta generación ha ido cambiando. Eso ha permitido que muchas personas lleguen y admiren nuestro arte y que nuestro arte tenga espacios tan importantes como el de la Feria de Manizales, el de la Feria de las Flores, en las Fiestas del Libro, entre otros.
¿Ha escrito sobre trova?
De hecho, estoy terminando un libro de crónicas acerca de la relación del humor, la trova y el narcotráfico. Me di cuenta de que Pablo Escobar tuvo a un trovador de cabecera. Conocí esa historia y pensé que solo saldría una crónica, pero hablando con ese trovador me contó historias que le sucedieron a trovadores con el cartel del norte del Valle, otras en el proceso de paz del Caguán, etc. Entonces he ido compilando algunas historias, y espero que este año se publique el libro.
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