Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
James Mangold (Nueva York,1963) quiere dejar las cosas claras. Una vez concluida ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’, da fe que “durante un año la película estuvo bajo llave, no sufrió re-escritura ni reedición”. Con esto el director de la última entrega del arqueólogo aventurero zanja las dudas y los rumores.
“¡Qué locura!”, exclama entre aliviado y triunfal, después del estreno mundial en el Festival de Cannes, refiriéndose a los dimes y diretes que durante meses estuvieron rondando el esperado filme.
La despedida de Harrison Ford de Indiana Jones, su personaje más emblemático, tenía que ser por todo lo alto, lo cual constituía un proyecto bastante difícil de afrontar. Entre tantas expectativas, James Mangold aceptaría el reto para dirigir la última entrega de la saga, no sin antes aplacar sus propios dilemas.
“No quería que sencillamente me ofrecieran el trabajo, quería que me quisieran por lo que podía ser capaz de hacer con el proyecto”, el deseo en forma de trabalenguas de Mangold no tenía que ver con un capricho, sino con todas las implicaciones de esta significativa franquicia.
Lea: Sobre Asteroid City, la última película de Wes Anderson y su mundo de fantasía
Las cuatro películas anteriores, y que compone la saga, fueron dirigidas por Steven Spielberg. “Eso abruma”, se sinceraba en Cannes el realizador neoyorquino conocido por las multipremiadas Johnny & June – Pasión y locura (2005), Logan (2017) o Contra lo imposible (2019).
Sentado frente a una taza de café y un vaso de coca-cola, se apura en hacer otra aclaración. “No tomé el sitio de Spielberg”, afirmaba con su voz grave y potente, y entonces se remonta al instante cuando Kathleen Kennedy, la presidenta de Lucasfilm, Spielberg y Harrison Ford le propusieron poner en sus manos el proyecto.
“No me gustó nada el material que tenían en aquel momento”, relata que reunido con ellos les hizo ver que era un error evitar la edad de Indiana. Para Mangold era crucial examinar y afrontar el tiempo, la vejez, el arrepentimiento, “y no solo en relación a Indy, sino también en cuanto a los nazis y al personaje de Phoebe [Waller-Bridge, que interpreta a Helena Shaw, la ahijada de Jones, además un potente rol femenino]”.
Mangold se emociona cuando relata los primeros 25 minutos de Indiana Jones y el Dial del Destino, la vertiginosa secuencia para la que además se usó la técnica de rejuvenecimiento digital, ya que se sitúa en los años 30.
“En aquel tiempo el mal era el mal y el bien era el bien, la vida era simple, y la búsqueda de los objetos arqueológicos tenía el fin de salvarlos, de evitar de que cayeran en las manos equivocadas, es decir de los nazis”, describe. En El Dial del Destino el villano interpretado por Mads Mikkelsen es el Dr. Voller, inspirado en el ingeniero aeroespacial Wernher von Braun, que trabajó en la NASA durante la carrera espacial de los años 60 aunque estuvo ligado al Nacionalsocialismo alemán.
La historia da un salto en el tiempo para situarse en 1969. El profesor Jones está a punto de jubilarse, es la época de la Guerra fría y de las armas nucleares, cuando pululan los espías y dobles agentes, con la conquista del espacio en pleno apogeo, y el rock and roll se escucha por todas partes.
“Es un mundo tan diferente que ni siquiera se puede identificar con facilidad al villano”, describe el realizador, y allí en medio de la modernidad y la complejidad, está Indiana llevando una vida anodina, condenado a la vejez.
Para reforzar la idea “del inexorable paso del tiempo”, el Dial del Destino, un artilugio que permite viajar al pasado, es el codiciado objeto en esta última entrega. James Mangold cuenta que llevaron a cabo investigaciones y en efecto se toparon con la creencia de que Arquímedes (físico, matemático, astrónomo e inventor griego que vivió entre el 287 y 212 a.C.) había construido ese artefacto. La historia había encontrado pues su MacGuffin.
Ir contra la corriente
Si se piensa que la industria cinematográfica está obsesionada con la juventud, ¿qué tanta osadía se necesita para hacer una película protagonizada por un octogenario? Mangold lanza una risotada al escuchar la pregunta.
Que de atrevido no tiene nada, dice, que todo se debe al azar de las oportunidades, y en este caso el chance le resultó lo suficientemente atractivo. No siempre se da el caso.
“Si me pones a elegir entre hacer un filme sobre un tipo viril, un semental con bíceps musculosos pateando traseros, y rodar una película sobre un octogenario que se enfrenta a una crisis de vida y que sin quererlo ejecuta actos heroicos, naturalmente que escojo al tipo de 80 años porque la otra opción sencillamente me aburre”, sentencia.
- Pero ¿no cree que la industria cinematográfica va en otra dirección?
- ¡¿A quién le importa?! ¡Yo no soy la industria!, o tal vez sí forme parte de ella, lo cual me da más razón para nadar en la dirección opuesta.
James Mangold gesticula, su voz de barítono y su contagiosa risa estruendosa retumban en la suite del Hotel Carlton de Cannes. Retornamos a aquellas primeras reuniones con Kathleen Kennedy, Steven Spielberg y Harrison Ford, a la fase de negociaciones.
“No lo tomes como arrogancia, pero si no puedo controlar la película, no quiero involucrarme”, despliega su catálogo de condiciones, “si huelo que sólo voy a ser un empleado al servicio de la agenda de otra persona y que no me divertiré, yo no soy el indicado. Incluso, lo peor sería fingir que es mi visión, eso es horrible y doloroso”.
A Mangold no le atrae la gloria en detrimento de su salud mental. Admite que aprendió de la no tan placentera experiencia de Wolverine: Inmortal (2013), aunque cuando le ofrecieron Logan, puso sus condiciones, “la sentí como mi película”, afirma.
No se hubiera puesto al frente de Indiana Jones y el Dial del Destino de no haber tenido la autonomía que le otorgaron “los involucrados” – se refiere a Kennedy, Ford y Spielberg - , “pero desde el principio eso lo dejamos claro, y resultó una de las experiencias más maravillosas”, sonríe satisfecho con el resultado.
Que la saga se haya quedado anclada en el imaginario y trascendido a lo largo de varias generaciones, James Mangold no duda en apuntar que se debe a la conjugación del magnífico personaje creado por George Lucas, a la puesta en escena de Spielberg, “uno de los directores más talentosos de todos los tiempos”, y a Ford, “uno de los actores más dinámicos y excepcionales de la historia de Hollywood”.
“Indiana Jones es un tipo increíblemente valiente, pero a la vez es absolutamente cobarde, es brillante pero al mismo tiempo en estúpido, además usa un látigo y una pistola pero también es académico”, describe divertido, “no es un tipo con músculos que lleva un ícono en el pecho, sino un hombre real lleno de conflictos, celos, debilidades, que está tratando de hacer lo correcto y que sale airoso de las reyertas más por suerte y milagro que por su propia habilidad. En esa serie de contradicciones es donde precisamente radica la belleza y el encanto de Indiana Jones”.