Jesús Abad Colorado: “Mi compromiso es con la vida”
Con la influencia de Leo Matiz, con los retratos humanos de campesinos en Ecuador y Colombia, Abad Colorado optó por hacer de la fotografía el lenguaje con el cual narrar la historia de Colombia. A lo largo de 25 años, el fotoperiodista ha retratado el vacío y el dolor que la guerra ha dejado en el campo colombiano, así como las historias de resistencia de las comunidades, con la intención de aportar a la construcción de una memoria colectiva en Colombia.
María José Noriega Ramírez
Jesús Abad Colorado decidió seguir el camino del periodismo cuando entró a estudiar en la Universidad de Antioquia. Su aspiración era escribir, pero el contexto violento por el que atravesada el país lo desincentivó. Su alma máter se convirtió en un campo de guerra y con frecuencia llegaban a sus oídos las noticias de las muertes de profesores, como las de Pedro Luis Valencia y Luis Fernando Vélez, así como las de compañeros periodistas. “Perdí las ganas de escribir”, afirma en el documental El Testigo. Sin embargo, Abad Colorado encontró otro lenguaje para narrar la historia del país: la fotografía. Su lente ha capturado el dolor que ha dejado el conflicto armado, pero también los intentos de resistencia de las comunidades. Su intención no es otra distinta a la de construir paz.
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Jesús Abad Colorado decidió seguir el camino del periodismo cuando entró a estudiar en la Universidad de Antioquia. Su aspiración era escribir, pero el contexto violento por el que atravesada el país lo desincentivó. Su alma máter se convirtió en un campo de guerra y con frecuencia llegaban a sus oídos las noticias de las muertes de profesores, como las de Pedro Luis Valencia y Luis Fernando Vélez, así como las de compañeros periodistas. “Perdí las ganas de escribir”, afirma en el documental El Testigo. Sin embargo, Abad Colorado encontró otro lenguaje para narrar la historia del país: la fotografía. Su lente ha capturado el dolor que ha dejado el conflicto armado, pero también los intentos de resistencia de las comunidades. Su intención no es otra distinta a la de construir paz.
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Con un arraigo fuerte al territorio, de ahí que Abad Colorado haya recorrido parte del departamento de Antioquia y del Chocó en carro, en burro, en canoa y a pie, el fotógrafo recoge sus pasos revisitando los lugares por donde ha pasado la guerra y por donde su lente ha inmortalizado los rostros de algunas víctimas del conflicto armado en Colombia, pues, en palabras propias del fotoperiodista, “cada colombiano tiene una historia que contar”. Y es que su familia, como muchas otras en el país, ha sufrido en carne propia el dolor de los asesinatos y los desplazamientos a causa de la guerra.
Granda, Bojayá, San José de Apartadó y La Comuna 13 de Medellín son algunos de los lugares protagonistas de sus fotografías. Los rostros de las personas, pero también los símbolos, como el cristo mutilado de Bojayá y el rosario de Gloria Milena Aristizábal, víctima de desaparición y asesinato, hacen parte del registro visual que por 25 años Abad Colorado ha hecho de Colombia. Todo esto con una misma intención: que la guerra llegue a su fin.
Este relato visual de lo que ha vivido el país en los últimos años se suma a los múltiples esfuerzos que han hecho las comunidades por resistir ante la violencia y por crear iniciativas de paz. “Comunidad de Paz, San José de Apartadó”, “Granada, territorio de paz”, son algunos ejemplos de ello. Y es que los relatos del fotoperiodista se suman a los que se han elaborado desde los territorios. “Recuerdo que el 2 de mayo, fecha que no olvido yo, pasó un caso en Bella Vista, al mundo entero conmovió. Cuando yo entré a la iglesia y vi la gente destrozada se me apretó el corazón, mientras mis ojos lloraban”, canta Domingo, sobreviviente de la masacre de Bojayá, con quien Abad Colorado visitó de nuevo el epicentro de uno de los hechos más violentos del conflicto armado en Colombia. “Un mes después, como no pudieron cantarle los alabados y el gualí a los niños que fueron víctimas de la iglesia, se reunieron afuera de la catedral de Quibdó. Yo estaba aquí solo con la comunidad. Cogí una escalera y me trepé para hacer esta fotografía. Esas velas representan no solamente las víctimas, sino la esperanza del pueblo de Bojayá”, le dice Abad Colorado a Domingo, mientras señala una de las fotografías que hoy cuelgan en la iglesia del municipio. “La gente bailó currulao, y aquí bailaron mapalé, en el mismo lugar donde recogieron a los muertos. Ahí es donde digo que la resistencia del pueblo chocoano, en este caso de Bojayá, no se doblegó”, agrega el fotoperiodista.
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Estos esfuerzos, que incluyen dejar un registro fotográfico y oral de lo que ha sucedido en el país, responden a un intento por construir una narración colectiva alrededor del conflicto armado. “Colombia ya está cansada. La muerte de tantos inocentes en esta guerra sin sentido, sufrimos los campesinos. En esta guerra sin sentido, sufrimos los campesinos. Cosa que causó tristeza, lo que pasó en Bojayá. La muerte de tantos inocentes que jamás se olvidan”, canta Domingo en el documental El Testigo, mensaje que para el fotoperiodista es sinónimo de la humanidad y la valentía del pueblo afro.
Abad Colorado cree que la esencia del periodismo es contar historias, “es dejar un testimonio” para la humanidad. Sus fotografías no son tan descriptivas, a él no le gusta que sean así, pues su interés es generar reflexión en quien las ve. “Uno lo que tiene que hacer con su trabajo periodístico, fotográfico, es provocar que la gente piense. Por ejemplo, si así quedó el cristo (de Bojayá), así quedó también la gente”. Con la convicción de que la paz es más que solo el silenciamiento de los fusiles y que su trabajo va más allá de los colores políticos, Abad Colorado piensa que sus fotografías responden al compromiso que tiene él con la vida.