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John Galán: “No me interesa la trascendencia en mármol”

En “El inmortal”, el nuevo poemario del autor bogotano, se refleja la sonoridad como elemento transversal en su obra.

Andrés Osorio Guillott
13 de octubre de 2021 - 02:55 a. m.
John Galán ha publicado otros libros, como "El corazón portátil", "Árbol talado" y "Envío vers.o.s".  / Edward Vargas
John Galán ha publicado otros libros, como "El corazón portátil", "Árbol talado" y "Envío vers.o.s". / Edward Vargas
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A diferencia de los anteriores libros de John Galán Casanova, El inmortal muestra una retrospectiva de su vida. Al leerlo, reconociendo que la experiencia del lector está determinada por las obsesiones que cada uno tiene, pensaba en que había algo de nostalgia en sus versos. Me equivoqué. Más que una añoranza del tiempo perdido, lo que le interesaba al poeta colombiano era preguntarse por sí mismo, por lo que es, por su sentido de pertenencia. Y así plasmó en su libro su nombre, su familia, su barrio, sus memorias, que no buscan volver a los momentos en los que se configuraron sino construir la respuesta a ese instante existencial por excelencia en el que él y todos alguna vez nos preguntamos qué somos.

“Hay un riesgo que decido asumir. Uno queda expuesto. Aunque muchas veces hacemos lo contrario, asumimos un montón de máscaras en las cuales el individuo escritor más bien queda como por debajo. Aquí la apuesta es todo lo contrario. No es fácil por lo que digo de quedar expuesto, sino porque hay lectores que pueden captar cierta arrogancia, pero de eso se trataba. A fin de cuentas, los textos que escogí muestran que se logró superar ese temor porque no quedó algo ridículo, presuntuoso, sino que con la debida ironía y elaboración son poemas que se sostienen y que no se resienten por ese énfasis autobiográfico”, comenta Galán.

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Son poemas llenos de ironía, de un humor en el que uno termina enredado. ¿Qué tanto de vanidad hay? ¿En qué punto debo sentirme burlado? Son preguntas que me hice no como sintiéndome golpeado, sino apelando a la curiosidad y a la interpelación de versos que tienen sonoridad, que cuentan parte de su historia, que son el resultado de otros cuestionamientos que han sido trabajados por años y que hallaron no tanto una respuesta definitiva, pero sí algunas certezas o reafirmaciones sobre obsesiones o intenciones a la hora de hacer poesía.

“Mi relación con el lenguaje poético no va por la vía de utilizar un lenguaje trascendente o muy literario, que es lo que uno encuentra en mucha poesía. En este libro está muy patente la vía opuesta, y es que busco escribir esos poemas con las palabras diarias, con el lenguaje más coloquial, conversacional, como buscando la expresión más desnuda, más despojada y sencilla posible, lo que no significa que sea simple o simplista, porque lograr ese tono en que la gente siente que le están hablando no es fácil, así que eso lo tuve muy presente; aquí hay una depuración del lenguaje muy minuciosa, y eso es lo que permite que los versos y estrofas sean cortos. No hay una palabra de más, no hay florituras, adjetivos. Es muy minimalista el libro en ese sentido, era cómo decir mucho con poco”, comenta el poeta bogotano.

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Galán habla muchas veces con las manos entrelazadas, con palabras que no van al ritmo de las conversaciones y los afanes de la ciudad. Y mientras habla aparecen sus poemas para explicar sus ideas, o también aparecen destellos de los referentes que lo marcaron. Habla de Marcel Proust, habla de Charles Baudelaire y el poema “Pérdida de la aureola” para comentar su sensación sobre la figura del poeta, lo que permanece cuando se piensa en el oficio y la degradación en la que ha caído en términos editoriales, pues en este punto de su vida se pregunta con relativa incomodidad si es o no una persona inviable, si aquello que decidió ser le garantizará o no una vejez sin las angustias ya cotidianas de la sobrevivencia.

“El humor y la ironía me permiten verme a mí mismo con una distancia crítica. No es fácil tampoco. En este caso la distancia se logra relativizándome y relativizando la figura del poeta, porque el poeta aún hoy, a pesar de que la poesía es tan relegada y editorialmente casi que insignificante, conserva un aura. ¡Oh, el poeta! La poesía históricamente ha sido como el lenguaje más esencial y fundamental de la expresión literaria, pero, hablando de mi experiencia, siento que no logro profesionalizarme a partir de mi oficio: tengo cinco o seis libros publicados y eso no me aporta en lo absoluto para mi sobrevivencia”.

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“A mí no me interesa la trascendencia en mármol. Tengo la consciencia de que lo que hacemos es muy valioso, y que ese mismo valor tiene la capacidad de perdurar y aspirar a la inmortalidad”, concluye Galán Casanova, que no escatima en reconocer que su obra tiene valor por cada pensamiento que la constituye, por cada borrador, por cada día, tarde y noche que pasó escribiendo, pensando, por ejemplo, en la figura del recluso contemporáneo y que terminó siendo un vaticinio que se reforzó con la pandemia, con esa imagen de los humanos encerrados en sí mismos, aparentemente huyendo de la amenaza de lo exterior, hallando seguridad en las interminables calles de las redes sociales; o incluso sintiendo la sonoridad —un elemento importante para él en la poesía—, que fue descubriendo cuando de niño jugaba a quitarles las consonantes a las frases y se daba cuenta de que con las vocales se formaban ciertos ritmos que calaban en la mente.

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