John Jairo Junieles: “Si la realidad te envenena, la música es el antídoto”
Entrevista sobre “Barrio Bomba”, la nueva novela del escritor, quien también es autor de “El hombre que hablaba de Marlon Brando”, entre otras obras.
Juan Camilo Rincón
“Yo no soy de un planeta, no soy país, tampoco de una ciudad, ¡yo soy de un barrio!”, dice J. J. Junieles al principio de este dialogo sobre su nueva novela, Barrio Bomba, que salió hace poco editada por Taller de Edición Rocca y estuvo presente en la Feria del Libro de Bogotá 2023 (FILBO)
“Barrio Bomba es una fiesta de libro, una zambullida en la esencia popular de la barriada y toda su sabiduría de esquina. Junieles escribió la Biblia de todos los barrios populares, con su génesis y su apocalipsis, pero robándole la trompeta a San Gabriel para tocar un merengue. Sabroso”, eso percibe Paul Brito, escritor y periodista.
Junieles ganó en 2022 el Premio Distrital de Cuento Ciudad de Bogotá, convocado por IDARTES, y fue incluido en la revista The London Magazine de Inglaterra en su primera antología de literatura colombiana. Su novela anterior fue El hombre que hablaba de Marlon Brando (Planeta 2020). Ha publicado cinco libros de poesía y tres colecciones de cuentos. También es recordado por ser parte de la primera versión del proyecto Bogotá 39.
“Me leí esta novela de un solo tirón porque una vez abiertas sus páginas es imposible escapar de ella –cuenta la escritora y directora de cine Dayanna González Fajardo; y la impresión del novelista Daniel Ángel es que: “Barrio bomba es un libro arriesgado, fragmentado, que se va armando de la misma manera que las casas y las calles de un barrio de invasión, así mismo sus personajes están atravesados por un pasado de exilio y comparten la frustración por un futuro que nunca termina de tejerse, en efecto, porque todos son desheredados. Pero que fortuna escucharlos, en especial al narrador, una suerte de forajido, de espectador encantado del desastre.”
Le invitamos a leer: Historia de la literatura: “El beso de la mujer araña”
Aquí una entrevista con Junieles, quien nació en Sincé (Sucre) 1970, abogado de la Universidad de Cartagena, donde hizo talleres con Raúl Gómez Jattin, y fue estudiante de García Márquez en los talleres iniciales de periodismo de la Fundación Gabo. Muy ligado a Cartagena –a sus barrios Getsemaní, San Diego y Lo Amador- y quien vive actualmente en Bogotá.
Usted contó en sus redes sociales que una amiga suya dijo, después de leer “Barrio Bomba”, que su nueva novela parecía la segunda parte de Cien años de soledad, pero contada por un marihuanero. ¿Qué opina de eso?
Que estoy absolutamente de acuerdo con mi amiga, quien es una gran lectora, sobre todo en la segunda parte de su afirmación.
¿Qué es “Barrio Bomba”?
Un día me pregunté: Si Gabo se inventó una aldea imaginaria, Macondo, con toda esa tradición, ¿por qué yo no me invento un barrio con todas las experiencias que he vivido y escuchado? Y de ahí salió Barrio Bomba. Una novela picaresca. Su narrador es Adán Bonanza, que es una especie de nuevo Tom Sawyer o Lazarillo de Tormes, describiendo otra vez el mundo con una voz que se parece a la cantaleta de una vecina en una esquina, o de un ‘Drama Queen’ en una plaza, que busca llamar la atención de todos. Aquí el protagonista es el barrio, aunque aparezca la familia Bonanza, a través de la cual se cuenta cómo nace, crece y desaparece ese barrio, ese mundo, y todas esas locuras que ocurren en sus calles.
Veo que la música está muy presente en esta novela.
Totalmente, si la realidad te envenena, entonces la música es el antídoto, y Barrio Bomba es pura música. Me gusta escuchar las voces de la calle, muchas de ellas tienen gracia, encanto; esa oralidad que alimenta la vida. Yo soy muy callejero, mis tías me echaban limón en los pies para curarme de eso, pero no pudieron. A veces en las esquinas encuentro todo lo que se me ha perdido. Mientras escribí la novela escuché mucha salsa, hip hop, boleros, rock, música de plancha, vallenatos, pop, música jíbara, electrónica; y creo que eso se nota bastante. ¡Gracias Rubén Blades, gracias Yuri, gracias Celia Cruz! Y ya saben lo que dice Nietzsche: sin música la vida sería un error.
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¿Cuáles son los antecedentes de la novela?
Barrio Bomba es la vida misma. Yo crecí y he vivido por muchos años en barrios populares, en diferentes ciudades; algunos eran barrios de cuidado, donde alguna gente tenía más sangre en las manos que en las venas. También pasé un par de años en un barrio del norte de Bogotá, exclusivo, de esos donde los ascensores llevan directo al apartamento. ¡Qué aburrido era todo! Mientras que, en los barrios populares, no te alcanzan mil ojos para ver todo lo que pasa, y siempre encuentras gente curiosa dispuesta a contar sus historias y también las ajenas. Dice Cavafis: “Vayas a donde vayas la ciudad te seguirá”, yo podría decir lo mismo de los barrios donde he vivido (y salvado el pellejo, en ocasiones). A veces salgo a caminar sin rumbo en cualquier ciudad del mundo, con el deseo de volver a esos viejos barrios, sentir lo que sentía cuando vivía en algunos de ellos.
¿Y cómo va el mundo a su alrededor y los amigos?
Nuestro propósito en la vida debería ser tratar de no decepcionar a la gente que queremos y que nos quiere; no sabemos muy bien por qué, pero casi siempre terminamos fracasando en eso –yo, por ejemplo-; pero hay que seguir adelante buscando vivir y también dejando vivir. ¿Qué sería de nosotros si nuestros amigos no comparten con nosotros, por lo menos, el pan duro de su casa?
¿Por qué la gente debería leer “Barrio Bomba”?
Porque van a disfrutarla, ¡se orinarán de la risa!, tanto como me pasó a mí cuando la escribía, porque escribir y leer es vivir. Aunque lo parezca, la novela no es solo un homenaje al realismo mágico -Gabo, Rulfo, Carpentier, María Luisa Bombal, Toni Morrison, Etc., es sobre todo una celebración de la gran tradición de la literatura barrial: Miguel Street, de V. S. Naipul; La casa en Mango Street, de Sandra Cisneros; Lo Amador, de Burgos Cantor; y películas como Haz lo correcto de Spike Lee, Barrio bohemio de Paul Mazursky, o la misma Ciudad de Dios de Fernando Meirelles y Kátia Lund; y muchas obras de arte más. Tal vez un día abandonamos el viejo barrio en busca de una mejor suerte, pero el barrio nunca nos abandona. Yo soy de los que prefieren pasar la calle cuando la luz del semáforo está en rojo; estoy más acostumbrado a esquivar carros que a pasar confiado frente a ellos, eso y muchas cosas vienen del barrio.
¿En qué anda usted ahora?
Hace poco actué en un cortometraje para una alumna de la Escuela Nacional de Cine. Ya estoy escribiendo mi tercera novela. Ando leyendo y rayando los diarios de Patricia Highsmith y volviendo a los cuentos de Rubem Fonseca. Estoy escribiendo unas breves memorias familiares y mi madre -gracias al creador sigue viva y la visito cada vez que puedo-, es parte fundamental de todo eso. Escribí un guión para largometraje, Las guitarras de la noche, basado en tres de mis cuentos, y sigo buscando productores para él. Hoy estamos en el mundo y mañana no, por eso mientras mantengamos viva nuestra curiosidad por él, todo mantendrá un buen ritmo. Tal vez alguien nos espera en alguna parte y podamos ser felices muchas veces más.
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Me decía que dará pocas entrevistas sobre “Barrio Bomba”.
Así es, por lo menos eso intentaré, ojalá lo consiga.
¿Por qué?
Todo lo que yo pueda decir de la novela ya está dicho en ella. Me parece que el dialogo que en realidad importa es el de los libros con los lectores. ¿En qué momento las explicaciones sobre los libros reemplazaron a la lectura de los libros? Yo creo en los lectores, en Radio Bemba, en el boca a boca de la gente, esos que disfrutarán la novela van a recomendarla. No hay mejor promotor que un lector satisfecho. Sin embargo, me gustan las firmas de libros, hablar con la gente de tú a tú, individualmente, eso es maravilloso; verlos a los ojos, que me hablen de sus vidas. Ojalá no llegue a ser tan famoso que ya no pueda hacer eso: encontrarme con la gente donde sea, saber de sus vidas, lo que sintieron cuando leyeron algo mío o también de muchos otros.
Aquí está Barrio Bomba, una de las novelas más curiosas que pueden leerse actualmente. Al final de su lectura nos deja la sensación de que hemos asistido a una fiesta verbal de 211 páginas; dramática por momentos, con un número incontable de personajes. Se siente como una celebración de la vieja tradición de los narradores orales, y Junieles pertenece a esa raza de juglares que viene del principio del tiempo y las historias. Nos deja a todos como si estuviéramos desnudos, otra vez, sostenidos en el aire por un par de manos, como ese día en que nacimos.
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“Yo no soy de un planeta, no soy país, tampoco de una ciudad, ¡yo soy de un barrio!”, dice J. J. Junieles al principio de este dialogo sobre su nueva novela, Barrio Bomba, que salió hace poco editada por Taller de Edición Rocca y estuvo presente en la Feria del Libro de Bogotá 2023 (FILBO)
“Barrio Bomba es una fiesta de libro, una zambullida en la esencia popular de la barriada y toda su sabiduría de esquina. Junieles escribió la Biblia de todos los barrios populares, con su génesis y su apocalipsis, pero robándole la trompeta a San Gabriel para tocar un merengue. Sabroso”, eso percibe Paul Brito, escritor y periodista.
Junieles ganó en 2022 el Premio Distrital de Cuento Ciudad de Bogotá, convocado por IDARTES, y fue incluido en la revista The London Magazine de Inglaterra en su primera antología de literatura colombiana. Su novela anterior fue El hombre que hablaba de Marlon Brando (Planeta 2020). Ha publicado cinco libros de poesía y tres colecciones de cuentos. También es recordado por ser parte de la primera versión del proyecto Bogotá 39.
“Me leí esta novela de un solo tirón porque una vez abiertas sus páginas es imposible escapar de ella –cuenta la escritora y directora de cine Dayanna González Fajardo; y la impresión del novelista Daniel Ángel es que: “Barrio bomba es un libro arriesgado, fragmentado, que se va armando de la misma manera que las casas y las calles de un barrio de invasión, así mismo sus personajes están atravesados por un pasado de exilio y comparten la frustración por un futuro que nunca termina de tejerse, en efecto, porque todos son desheredados. Pero que fortuna escucharlos, en especial al narrador, una suerte de forajido, de espectador encantado del desastre.”
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Aquí una entrevista con Junieles, quien nació en Sincé (Sucre) 1970, abogado de la Universidad de Cartagena, donde hizo talleres con Raúl Gómez Jattin, y fue estudiante de García Márquez en los talleres iniciales de periodismo de la Fundación Gabo. Muy ligado a Cartagena –a sus barrios Getsemaní, San Diego y Lo Amador- y quien vive actualmente en Bogotá.
Usted contó en sus redes sociales que una amiga suya dijo, después de leer “Barrio Bomba”, que su nueva novela parecía la segunda parte de Cien años de soledad, pero contada por un marihuanero. ¿Qué opina de eso?
Que estoy absolutamente de acuerdo con mi amiga, quien es una gran lectora, sobre todo en la segunda parte de su afirmación.
¿Qué es “Barrio Bomba”?
Un día me pregunté: Si Gabo se inventó una aldea imaginaria, Macondo, con toda esa tradición, ¿por qué yo no me invento un barrio con todas las experiencias que he vivido y escuchado? Y de ahí salió Barrio Bomba. Una novela picaresca. Su narrador es Adán Bonanza, que es una especie de nuevo Tom Sawyer o Lazarillo de Tormes, describiendo otra vez el mundo con una voz que se parece a la cantaleta de una vecina en una esquina, o de un ‘Drama Queen’ en una plaza, que busca llamar la atención de todos. Aquí el protagonista es el barrio, aunque aparezca la familia Bonanza, a través de la cual se cuenta cómo nace, crece y desaparece ese barrio, ese mundo, y todas esas locuras que ocurren en sus calles.
Veo que la música está muy presente en esta novela.
Totalmente, si la realidad te envenena, entonces la música es el antídoto, y Barrio Bomba es pura música. Me gusta escuchar las voces de la calle, muchas de ellas tienen gracia, encanto; esa oralidad que alimenta la vida. Yo soy muy callejero, mis tías me echaban limón en los pies para curarme de eso, pero no pudieron. A veces en las esquinas encuentro todo lo que se me ha perdido. Mientras escribí la novela escuché mucha salsa, hip hop, boleros, rock, música de plancha, vallenatos, pop, música jíbara, electrónica; y creo que eso se nota bastante. ¡Gracias Rubén Blades, gracias Yuri, gracias Celia Cruz! Y ya saben lo que dice Nietzsche: sin música la vida sería un error.
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¿Cuáles son los antecedentes de la novela?
Barrio Bomba es la vida misma. Yo crecí y he vivido por muchos años en barrios populares, en diferentes ciudades; algunos eran barrios de cuidado, donde alguna gente tenía más sangre en las manos que en las venas. También pasé un par de años en un barrio del norte de Bogotá, exclusivo, de esos donde los ascensores llevan directo al apartamento. ¡Qué aburrido era todo! Mientras que, en los barrios populares, no te alcanzan mil ojos para ver todo lo que pasa, y siempre encuentras gente curiosa dispuesta a contar sus historias y también las ajenas. Dice Cavafis: “Vayas a donde vayas la ciudad te seguirá”, yo podría decir lo mismo de los barrios donde he vivido (y salvado el pellejo, en ocasiones). A veces salgo a caminar sin rumbo en cualquier ciudad del mundo, con el deseo de volver a esos viejos barrios, sentir lo que sentía cuando vivía en algunos de ellos.
¿Y cómo va el mundo a su alrededor y los amigos?
Nuestro propósito en la vida debería ser tratar de no decepcionar a la gente que queremos y que nos quiere; no sabemos muy bien por qué, pero casi siempre terminamos fracasando en eso –yo, por ejemplo-; pero hay que seguir adelante buscando vivir y también dejando vivir. ¿Qué sería de nosotros si nuestros amigos no comparten con nosotros, por lo menos, el pan duro de su casa?
¿Por qué la gente debería leer “Barrio Bomba”?
Porque van a disfrutarla, ¡se orinarán de la risa!, tanto como me pasó a mí cuando la escribía, porque escribir y leer es vivir. Aunque lo parezca, la novela no es solo un homenaje al realismo mágico -Gabo, Rulfo, Carpentier, María Luisa Bombal, Toni Morrison, Etc., es sobre todo una celebración de la gran tradición de la literatura barrial: Miguel Street, de V. S. Naipul; La casa en Mango Street, de Sandra Cisneros; Lo Amador, de Burgos Cantor; y películas como Haz lo correcto de Spike Lee, Barrio bohemio de Paul Mazursky, o la misma Ciudad de Dios de Fernando Meirelles y Kátia Lund; y muchas obras de arte más. Tal vez un día abandonamos el viejo barrio en busca de una mejor suerte, pero el barrio nunca nos abandona. Yo soy de los que prefieren pasar la calle cuando la luz del semáforo está en rojo; estoy más acostumbrado a esquivar carros que a pasar confiado frente a ellos, eso y muchas cosas vienen del barrio.
¿En qué anda usted ahora?
Hace poco actué en un cortometraje para una alumna de la Escuela Nacional de Cine. Ya estoy escribiendo mi tercera novela. Ando leyendo y rayando los diarios de Patricia Highsmith y volviendo a los cuentos de Rubem Fonseca. Estoy escribiendo unas breves memorias familiares y mi madre -gracias al creador sigue viva y la visito cada vez que puedo-, es parte fundamental de todo eso. Escribí un guión para largometraje, Las guitarras de la noche, basado en tres de mis cuentos, y sigo buscando productores para él. Hoy estamos en el mundo y mañana no, por eso mientras mantengamos viva nuestra curiosidad por él, todo mantendrá un buen ritmo. Tal vez alguien nos espera en alguna parte y podamos ser felices muchas veces más.
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Me decía que dará pocas entrevistas sobre “Barrio Bomba”.
Así es, por lo menos eso intentaré, ojalá lo consiga.
¿Por qué?
Todo lo que yo pueda decir de la novela ya está dicho en ella. Me parece que el dialogo que en realidad importa es el de los libros con los lectores. ¿En qué momento las explicaciones sobre los libros reemplazaron a la lectura de los libros? Yo creo en los lectores, en Radio Bemba, en el boca a boca de la gente, esos que disfrutarán la novela van a recomendarla. No hay mejor promotor que un lector satisfecho. Sin embargo, me gustan las firmas de libros, hablar con la gente de tú a tú, individualmente, eso es maravilloso; verlos a los ojos, que me hablen de sus vidas. Ojalá no llegue a ser tan famoso que ya no pueda hacer eso: encontrarme con la gente donde sea, saber de sus vidas, lo que sintieron cuando leyeron algo mío o también de muchos otros.
Aquí está Barrio Bomba, una de las novelas más curiosas que pueden leerse actualmente. Al final de su lectura nos deja la sensación de que hemos asistido a una fiesta verbal de 211 páginas; dramática por momentos, con un número incontable de personajes. Se siente como una celebración de la vieja tradición de los narradores orales, y Junieles pertenece a esa raza de juglares que viene del principio del tiempo y las historias. Nos deja a todos como si estuviéramos desnudos, otra vez, sostenidos en el aire por un par de manos, como ese día en que nacimos.
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