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Acababa de regresar de una entrevista e iba a darle las buenas noches a Sean, su hijo de cinco años, por quien dejaría colgada su célebre guitarra alguna vez, cuando, al bajar de su limusina de la mano de su esposa, decidió dedicarle un tiempo a los fanáticos que aguardaban al frente de su edificio The Dakota. Lo rodearon. Minutos después, cuatro tiros acabaron con su vida. Nueva York, 1980, diciembre.
A John Lennon lo abandonó su papá, un marino llamado Alfred, antes de que empezara a hablar. Su madre, algo afligida, repitió el mismo comportamiento cuando se enamoró de otro hombre, se casó con él y dejó al pequeño John en brazos de su hermana Mimi. Luego de varios años, cuando la fama lo perseguía y todo el mundo gritaba su nombre, se reencontró con su padre, quien trabajaba en un hotel como camarero, y desde ese momento se haría cargo de él. Además, en señal de perdón, le escribió una canción que decía tú me abandonaste, pero yo nunca te abandoné a ti.
Con el viejo banjo de su abuelo comenzaría a dar los primeros toques musicales, pasión que desarrolló cuando le regalaron una armónica y que luego se haría realidad, pero, antes del triunfo, evidenció su preferencia por el dibujo y emprendió sus estudios de bellas artes. La guitarra, su primera guitarra, llegó después, era de segunda mano y fue regalo de su tía. En la misma época conoció a la que sería su esposa, Cynthia Powell, y madre de su primogénito, Julian. Apenas seis años duraría el matrimonio.
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Era rebelde. Ninguno de los padres de sus compañeros lo quería cerca de sus hijos, era conflictivo, se metía en peleas cada tanto y le gustaba enfrentar la autoridad. Justo ahí llegó Elvis y el rock and roll transformó su existencia. Todos los adolescentes de Inglaterra querían el look de El Rey: pantalones apretados, chaquetas de terciopelo y camisas floreadas. En ese furor, cuando el rock era rock, John Lennon conoció a Paul McCartney en una fiesta, era 1957 y Lennon sólo tenía una banda: The Quarrymen, lo invitó para que fuera miembro y aceptó.
Precisamente cuando estaba seguro del significado que cobraba la música en su vida, Julia, su mamá, murió en un accidente automovilístico. Un policía ebrio la chocó y John jamás se recuperó de la pérdida. A ella le dedicó Julia y Mother, con ambas canciones desahogó su tristeza y reclamó tantos años de ausencia: Madre tú me tuviste, pero yo nunca te tuve, así que debo decirte adiós, adiós.
En medio del sufrimiento, de noches clamando la presencia de su madre, se estaba creando The Beatles y el mundo, sin saberlo, cambiaría de sonido. George Harrison llegaría por referencia de Paul, viajarían durante dos años y los bares de Hamburgo comenzarían a contagiarse de su beat. Cuando volvieron a Liverpool se agregaría el cuarto integrante. Ringo Starr -el baterista- fue sugerencia del productor artístico de aquel entonces y con él lanzarían Please, please me, la canción con la que despegaron.
Su espíritu era libre y, así mismo, las letras que creaba podían surgir en cualquier instante, John Lennon no tenía método, cogía una servilleta y plasmaba la más bella estrofa, a la que luego le sumaba los acordes. En su espontaneidad, ante los ojos críticos de algunos británicos (una mujer desesperada le pegó al carro con su sombrilla), se compró un Rolls Royce en 1965 y lo pintó de amarillo para agregarle flores, espirales y arabescos.
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Su libertad se la apropió Yoko Ono, dicen. Muchos se quejan, otros están convencidos de que es verdad, que fue ella quien frenó el éxito del cuarteto, el motivo de su separación, ya que alejaba a los demás de su líder. Varios, por otro lado, cuentan que la imagen decayó cuando Lennon dijo que los Beatles eran más populares que Jesucristo, una opinión tergiversada, que le valió el reclamo de la Iglesia. El hecho fue que tras años de éxitos, de guitarras, bajos y baterías; luego de haber creado uno de los álbumes más apreciados de todos los tiempos: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band; de contagiar a millones con ideas revolucionarias y convertir las canciones en odas de amor, el grupo se desintegró y John Lennon, de paso, aseguraba enfrentamiento directo con su amigo y compañero Paul McCartney. Un duelo que se acentuó con portadas y temas –How do you sleep, es uno de ellos– como reproche.
Pero las peleas también tenían tintes políticos, debido a sus conceptos pacifistas fue tildado de persona non grata en Nueva York, era considerado un detractor porque denunciaba al FBI de espía –por eso el gobierno de Nixon hacía lo posible por deportarlo– y él, con su pelo largo y gafas grandes, se oponía firmemente a la guerra de Vietnam, la canción Power to people era considerada amenaza. Por sus ideas y su música, miles de personas encendieron una vela, guardaron silencio por diez minutos y cantaron la emblemática Imagine con lágrimas en sus ojos. John Lennon, un visionario que, cuando le preguntaron en una entrevista cómo esperaba morir, respondió sin vacilaciones: “Probablemente seré baleado por un lunático”. Así fue.