Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Bernard Shaw, padre de “Pigmalión” (1925)
En 1925, la Academia premió al irlandés Bernard Shaw por su obra llena de “idealismo y humanidad” y su “sátira estimulante” impregnada por una “belleza poética singular”.
El autor socialista, que fracasó como novelista, escribió cerca de 60 obras en las que denuncia abusos sociales.
La más famosa, “Pigmalión” (1912), fue adaptada al cine e inspiró la comedia musical “My Fair Lady”, que triunfó en Broadway.
Le sugerimos: Jon Fosse: lo humano a través de la literatura
Pirandello, el teatro como paréntesis (1934)
Para el dramaturgo italiano Luigi Pirandello, el teatro fue primero un paréntesis. Pero fueron sus obras las que le valieron el reconocimiento de la crítica y no sus novelas, sus poemas ni sus cuentos.
Pirandello fue galardonado con el Nobel en 1934, dos años antes de su muerte, por su “renovación audaz e ingeniosa del arte dramático y teatral”.
Su obra más famosa, “Seis personajes en busca de autor”,pone en escena a personajes que rechazan la manera en que se representa su drama.
Eugene O’Neill, pionero del teatro en EEUU (1936)
Antes de Eugene O’Neill, el teatro estadounidense estaba dominado por representaciones moralistas, dramáticas o humorísticas.
El neoyorquino de origen irlandés le dio la vuelta con creaciones que representaban su visión trágica de la vida.
Podría interesarle: Nobel de Literatura 2023: Las obras más notables del noruego Jon Fosse
La obra de O’Neill dominó el teatro estadounidense como lo hicieron Shakespeare en Reino Unido o Strindberg en Suecia. Sin embargo, la mayoría de sus obras no se representaron en vida del autor y se publicaron sin su permiso en 1950.
Entre ellas destacan “Largo viaje hacia la noche” (1956) y “El emperador Jones”.
Cuando recibió el Nobel en 1936, lo consideró “un símbolo del reconocimiento por parte de Europa del advenimiento del teatro americano”.
Samuel Beckett y el teatro del absurdo (1969)
El irlandés Samuel Beckett fue laureado en 1969 por su “obra, que a través de la renovación toma vuelo en la destitución del hombre moderno”.
“Esperando a Godot, escrita en francés en 1948, es considerada como la cima del teatro del absurdo. En ella, dos personajes aguardan a alguien que nunca vendrá, llamado Godot.
Luego escribió otras piezas teatrales importantes, como “Final de partida” (1957) o “Los días felices” (1960-1962).
Su obra depurada, minimalista, expresa un pesimismo sobre la condición humana, con tonos burlescos.
Dario Fo, el bufón militante (1997)
Dramaturgo de extrema izquierda, director y actor, el italiano Dario Fo era un “hombre teatro”.
Le recomendamos: Capítulo de “Trilogía”, novela del Premio Nobel de Literatura 2023, Jon Fosse
El Nobel le recompensó en 1997, explicando que el personaje que construyó “imita a los bufones del medioevo, flagelando la autoridad y haciendo respetar la dignidad de los oprimidos”.
El jurado citó dos de sus piezas más políticas: “Misterio bufo” (1969) y “Muerte accidental de un anarquista” (1970).
Es actualmente uno de los autores más representados en el mundo.
Harold Pinter, monumento del teatro británico (2005)
Militante antiimperialista, Harold Pinter, quien recibió el Nobel en 2005, es considerado como “el representante más eminente del teatro dramático inglés de la segunda mitad del siglo XX”, según la Academia.
Autor de unas 30 obras, el dramaturgo fallecido en 2008 también escribió obras radiofónicas y guiones.
Pinter, que primero fue actor, tuvo éxito con “El aniversario” (1958), una de sus primeras obras y de las más representadas. Su consagración llegó con “El guardián” (1959).
Sus obras, inspiradas por su amigo Beckett, poseen una atmósfera muy particular, con situaciones aparentemente inocentes que viran hacia el absurdo.