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                                                                                                                                Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                Jorge Luis Borges y la poética de sus letras

                                                                                                                                A propósito de los 38 años de muerte del escritor argentino, que se cumplen este 14 de julio, recordamos algunos de sus poemas con lo que reflexionó sobre el amor, la vida y la humanidad.

                                                                                                                                Jorge Luis Borges falleció el 14 de junio de 1986 en Ginebra, Suiza.
                                                                                                                                Foto: AP - Eduardo Di Baia
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Con su familia viajó extensamente por Europa y estudió durante cuatro años en Suiza. Cuando regresó a Argentina, en 1921, comenzó a publicar sus poemas y ensayos en revistas literarias, mientras trabajaba como bibliotecario, profesor y conferencista. En 1955 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de la República de Argentina y para 1960 su trabajo estaba siendo traducido y publicado en Estados Unidos y Europa. Recibió varios galardones, entre ellos el Premio Formentor, junto a Samuel Beckett en 1961, y varias veces se creyó que llegaría a recibir el Nobel, pero nunca sucedió.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A continuación, algunos poemas de Jorge Luis Borges, para recordarlo en el día de su muerte:

                                                                                                                                Arte poética

                                                                                                                                Mirar el río hecho de tiempo y agua

                                                                                                                                y recordar que el tiempo es otro río,

                                                                                                                                saber que nos perdemos como el río

                                                                                                                                y que los rostros pasan como el agua.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sentir que la vigilia es otro sueño

                                                                                                                                que sueña no soñar y que la muerte

                                                                                                                                que teme nuestra carne es esa muerte

                                                                                                                                de cada noche, que se llama sueño.

                                                                                                                                Ver en el día o en el año un símbolo

                                                                                                                                de los días del hombre y de sus años,

                                                                                                                                convertir el ultraje de los años

                                                                                                                                en una música, un rumor y un símbolo,

                                                                                                                                ver en la muerte el sueño, en el ocaso

                                                                                                                                un triste oro, tal es la poesía

                                                                                                                                que es inmortal y pobre. La poesía

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                A veces en las tardes una caranos mira desde el fondo de un espejo;

                                                                                                                                el arte debe ser como ese espejo

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                que nos revela nuestra propia cara.

                                                                                                                                Cuentan que Ulises, harto de prodigios,

                                                                                                                                lloró de amor al divisar su Itaca

                                                                                                                                verde y humilde. El arte es esa Itaca

                                                                                                                                de verde eternidad, no de prodigios.

                                                                                                                                También es como el río interminable

                                                                                                                                que pasa y queda y es cristal de un mismo

                                                                                                                                Heráclito inconstante, que es el mismo

                                                                                                                                y es otro, como el río interminable.

                                                                                                                                Ausencia

                                                                                                                                Habré de levantar la vasta vida

                                                                                                                                que aún ahora es tu espejo:

                                                                                                                                cada mañana habré de reconstruirla.

                                                                                                                                Desde que te alejaste,

                                                                                                                                cuántos lugares se han tornado vanos

                                                                                                                                y sin sentido, igual

                                                                                                                                esa luces en el día.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tardes que fueron nicho de tu imagen,

                                                                                                                                músicas en que siempre me aguardabas,

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                palabras de aquel tiempo,

                                                                                                                                yo tendré que quebrarlas con mis manos.

                                                                                                                                ¿En qué hondonada esconderé mi alma

                                                                                                                                para que no vea tu ausencia

                                                                                                                                que como un sol terrible, sin ocaso,

                                                                                                                                brilla definitiva y despiadada?

                                                                                                                                Tu ausencia me rodeac

                                                                                                                                omo la cuerda a la garganta,

                                                                                                                                el mar al que se hunde.

                                                                                                                                El amenazado

                                                                                                                                Es el amor. Tendré que cultarme o que huir.

                                                                                                                                Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

                                                                                                                                La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.

                                                                                                                                ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,

                                                                                                                                la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,

                                                                                                                                los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

                                                                                                                                Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

                                                                                                                                Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se

                                                                                                                                levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

                                                                                                                                Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

                                                                                                                                Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

                                                                                                                                Ya los ejércitos me cercan, las hordas.(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

                                                                                                                                El nombre de una mujer me delata.

                                                                                                                                Me duele una mujer en todo el cuerpo.

                                                                                                                                Ajedrez

                                                                                                                                I

                                                                                                                                En su grave rincón, los jugadores

                                                                                                                                rigen las lentas piezas. El tablero

                                                                                                                                los demora hasta el alba en su severo

                                                                                                                                ámbito en que se odian dos colores.

                                                                                                                                Adentro irradian mágicos rigores

                                                                                                                                las formas: torre homérica, ligero

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                caballo, armada reina, rey postrero,

                                                                                                                                oblicuo alfil y peones agresores.

                                                                                                                                Cuando los jugadores se hayan ido,

                                                                                                                                cuando el tiempo los haya consumido,

                                                                                                                                ciertamente no habrá cesado el rito.

                                                                                                                                En el Oriente se encendió esta guerra

                                                                                                                                cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.

                                                                                                                                Como el otro, este juego es infinito.

                                                                                                                                II

                                                                                                                                Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada

                                                                                                                                reina, torre directa y peón ladino

                                                                                                                                sobre lo negro y blanco del camino

                                                                                                                                buscan y libran su batalla armada.

                                                                                                                                No saben que la mano señalada

                                                                                                                                del jugador gobierna su destino,

                                                                                                                                no saben que un rigor adamantino

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                sujeta su albedrío y su jornada.

                                                                                                                                También el jugador es prisionero

                                                                                                                                (la sentencia es de Omar) de otro tablero

                                                                                                                                de negras noches y de blancos días.

                                                                                                                                Dios mueve al jugador, y este, la pieza.

                                                                                                                                ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza

                                                                                                                                de polvo y tiempo y sueño y agonía?

                                                                                                                                Jorge Luis Borges falleció el 14 de junio de 1986 en Ginebra, Suiza.
                                                                                                                                Foto: AP - Eduardo Di Baia
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Con su familia viajó extensamente por Europa y estudió durante cuatro años en Suiza. Cuando regresó a Argentina, en 1921, comenzó a publicar sus poemas y ensayos en revistas literarias, mientras trabajaba como bibliotecario, profesor y conferencista. En 1955 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de la República de Argentina y para 1960 su trabajo estaba siendo traducido y publicado en Estados Unidos y Europa. Recibió varios galardones, entre ellos el Premio Formentor, junto a Samuel Beckett en 1961, y varias veces se creyó que llegaría a recibir el Nobel, pero nunca sucedió.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de los reyes, en Ginebra. Su lápida tiene hay frases de sus obras, pero también una que se cree que es una dedicatoria de su esposa. La lápida, de piedra blanca, fue diseñada por el escultor argentino Eduardo Longato.

                                                                                                                                A continuación, algunos poemas de Jorge Luis Borges, para recordarlo en el día de su muerte:

                                                                                                                                Arte poética

                                                                                                                                Mirar el río hecho de tiempo y agua

                                                                                                                                y recordar que el tiempo es otro río,

                                                                                                                                saber que nos perdemos como el río

                                                                                                                                y que los rostros pasan como el agua.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Sentir que la vigilia es otro sueño

                                                                                                                                que sueña no soñar y que la muerte

                                                                                                                                que teme nuestra carne es esa muerte

                                                                                                                                de cada noche, que se llama sueño.

                                                                                                                                Ver en el día o en el año un símbolo

                                                                                                                                de los días del hombre y de sus años,

                                                                                                                                convertir el ultraje de los años

                                                                                                                                en una música, un rumor y un símbolo,

                                                                                                                                ver en la muerte el sueño, en el ocaso

                                                                                                                                un triste oro, tal es la poesía

                                                                                                                                que es inmortal y pobre. La poesía

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                A veces en las tardes una caranos mira desde el fondo de un espejo;

                                                                                                                                el arte debe ser como ese espejo

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                que nos revela nuestra propia cara.

                                                                                                                                Cuentan que Ulises, harto de prodigios,

                                                                                                                                lloró de amor al divisar su Itaca

                                                                                                                                verde y humilde. El arte es esa Itaca

                                                                                                                                de verde eternidad, no de prodigios.

                                                                                                                                También es como el río interminable

                                                                                                                                que pasa y queda y es cristal de un mismo

                                                                                                                                Heráclito inconstante, que es el mismo

                                                                                                                                y es otro, como el río interminable.

                                                                                                                                Ausencia

                                                                                                                                Habré de levantar la vasta vida

                                                                                                                                que aún ahora es tu espejo:

                                                                                                                                cada mañana habré de reconstruirla.

                                                                                                                                Desde que te alejaste,

                                                                                                                                cuántos lugares se han tornado vanos

                                                                                                                                y sin sentido, igual

                                                                                                                                esa luces en el día.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Tardes que fueron nicho de tu imagen,

                                                                                                                                músicas en que siempre me aguardabas,

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                palabras de aquel tiempo,

                                                                                                                                yo tendré que quebrarlas con mis manos.

                                                                                                                                ¿En qué hondonada esconderé mi alma

                                                                                                                                para que no vea tu ausencia

                                                                                                                                que como un sol terrible, sin ocaso,

                                                                                                                                brilla definitiva y despiadada?

                                                                                                                                Tu ausencia me rodeac

                                                                                                                                omo la cuerda a la garganta,

                                                                                                                                el mar al que se hunde.

                                                                                                                                El amenazado

                                                                                                                                Es el amor. Tendré que cultarme o que huir.

                                                                                                                                Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

                                                                                                                                La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.

                                                                                                                                ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,

                                                                                                                                la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,

                                                                                                                                los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

                                                                                                                                Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

                                                                                                                                Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se

                                                                                                                                levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

                                                                                                                                Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

                                                                                                                                Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

                                                                                                                                Ya los ejércitos me cercan, las hordas.(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

                                                                                                                                El nombre de una mujer me delata.

                                                                                                                                Me duele una mujer en todo el cuerpo.

                                                                                                                                Ajedrez

                                                                                                                                I

                                                                                                                                En su grave rincón, los jugadores

                                                                                                                                rigen las lentas piezas. El tablero

                                                                                                                                los demora hasta el alba en su severo

                                                                                                                                ámbito en que se odian dos colores.

                                                                                                                                Adentro irradian mágicos rigores

                                                                                                                                las formas: torre homérica, ligero

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                caballo, armada reina, rey postrero,

                                                                                                                                oblicuo alfil y peones agresores.

                                                                                                                                Cuando los jugadores se hayan ido,

                                                                                                                                cuando el tiempo los haya consumido,

                                                                                                                                ciertamente no habrá cesado el rito.

                                                                                                                                En el Oriente se encendió esta guerra

                                                                                                                                cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.

                                                                                                                                Como el otro, este juego es infinito.

                                                                                                                                II

                                                                                                                                Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada

                                                                                                                                reina, torre directa y peón ladino

                                                                                                                                sobre lo negro y blanco del camino

                                                                                                                                buscan y libran su batalla armada.

                                                                                                                                No saben que la mano señalada

                                                                                                                                del jugador gobierna su destino,

                                                                                                                                no saben que un rigor adamantino

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                sujeta su albedrío y su jornada.

                                                                                                                                También el jugador es prisionero

                                                                                                                                (la sentencia es de Omar) de otro tablero

                                                                                                                                de negras noches y de blancos días.

                                                                                                                                Dios mueve al jugador, y este, la pieza.

                                                                                                                                ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza

                                                                                                                                de polvo y tiempo y sueño y agonía?

                                                                                                                                Temas recomendados:

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