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                                                                                                                                  Jorge Luis Borges y la poética de sus letras

                                                                                                                                  A propósito de los 38 años de muerte del escritor argentino, que se cumplen este 14 de julio, recordamos algunos de sus poemas con lo que reflexionó sobre el amor, la vida y la humanidad.

                                                                                                                                  Jorge Luis Borges falleció el 14 de junio de 1986 en Ginebra, Suiza.
                                                                                                                                  Foto: AP - Eduardo Di Baia

                                                                                                                                  Jorge Luis Borges, el escritor nacido en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899, es reconocido como una de las figuras claves de la literatura hispana y universal. Sus obras más conocidas, “Ficciones” y “El Aleph”, dan cuenta de la forma en la que Borges conectaba sus cuentos a través de temas comunes, mientras exploraba ideas filosóficas con la eternidad, la memoria y más.

                                                                                                                                  Con su familia viajó extensamente por Europa y estudió durante cuatro años en Suiza. Cuando regresó a Argentina, en 1921, comenzó a publicar sus poemas y ensayos en revistas literarias, mientras trabajaba como bibliotecario, profesor y conferencista. En 1955 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de la República de Argentina y para 1960 su trabajo estaba siendo traducido y publicado en Estados Unidos y Europa. Recibió varios galardones, entre ellos el Premio Formentor, junto a Samuel Beckett en 1961, y varias veces se creyó que llegaría a recibir el Nobel, pero nunca sucedió.

                                                                                                                                  Borges falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986 y a esta ciudad suiza dedicó su último libro, “Los conjurados”. Murió fuera del lugar que lo vio crecer y hacerse escritor, porque no quería que su cáncer y enfisema pulmonar fueran un acontecimiento que se convirtiera en un “gran circo nacional”. No le gustaba la idea de que su muerte fuera una noticia de primera plana. Así que decidió viajar con su esposa, María Kodama, y anunciaron que no volverían a la que fue su casa por muchos años, aunque el escritor tuvo dos patrias a su espalda: Argentina y Suiza, en esta última nación pasó parte de su niñez y la llamó su segunda patria.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  A continuación, algunos poemas de Jorge Luis Borges, para recordarlo en el día de su muerte:

                                                                                                                                  Arte poética

                                                                                                                                  Mirar el río hecho de tiempo y agua

                                                                                                                                  y recordar que el tiempo es otro río,

                                                                                                                                  saber que nos perdemos como el río

                                                                                                                                  y que los rostros pasan como el agua.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Sentir que la vigilia es otro sueño

                                                                                                                                  que sueña no soñar y que la muerte

                                                                                                                                  que teme nuestra carne es esa muerte

                                                                                                                                  de cada noche, que se llama sueño.

                                                                                                                                  Ver en el día o en el año un símbolo

                                                                                                                                  de los días del hombre y de sus años,

                                                                                                                                  convertir el ultraje de los años

                                                                                                                                  en una música, un rumor y un símbolo,

                                                                                                                                  ver en la muerte el sueño, en el ocaso

                                                                                                                                  un triste oro, tal es la poesía

                                                                                                                                  que es inmortal y pobre. La poesía

                                                                                                                                  vuelve como la aurora y el ocaso.

                                                                                                                                  A veces en las tardes una caranos mira desde el fondo de un espejo;

                                                                                                                                  el arte debe ser como ese espejo

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  que nos revela nuestra propia cara.

                                                                                                                                  Cuentan que Ulises, harto de prodigios,

                                                                                                                                  lloró de amor al divisar su Itaca

                                                                                                                                  verde y humilde. El arte es esa Itaca

                                                                                                                                  de verde eternidad, no de prodigios.

                                                                                                                                  También es como el río interminable

                                                                                                                                  que pasa y queda y es cristal de un mismo

                                                                                                                                  Heráclito inconstante, que es el mismo

                                                                                                                                  y es otro, como el río interminable.

                                                                                                                                  Ausencia

                                                                                                                                  Habré de levantar la vasta vida

                                                                                                                                  que aún ahora es tu espejo:

                                                                                                                                  cada mañana habré de reconstruirla.

                                                                                                                                  Desde que te alejaste,

                                                                                                                                  cuántos lugares se han tornado vanos

                                                                                                                                  y sin sentido, igual

                                                                                                                                  esa luces en el día.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Tardes que fueron nicho de tu imagen,

                                                                                                                                  músicas en que siempre me aguardabas,

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  palabras de aquel tiempo,

                                                                                                                                  yo tendré que quebrarlas con mis manos.

                                                                                                                                  ¿En qué hondonada esconderé mi alma

                                                                                                                                  para que no vea tu ausencia

                                                                                                                                  que como un sol terrible, sin ocaso,

                                                                                                                                  brilla definitiva y despiadada?

                                                                                                                                  Tu ausencia me rodeac

                                                                                                                                  omo la cuerda a la garganta,

                                                                                                                                  el mar al que se hunde.

                                                                                                                                  El amenazado

                                                                                                                                  Es el amor. Tendré que cultarme o que huir.

                                                                                                                                  Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

                                                                                                                                  La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.

                                                                                                                                  ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,

                                                                                                                                  la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,

                                                                                                                                  los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

                                                                                                                                  Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

                                                                                                                                  Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se

                                                                                                                                  levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

                                                                                                                                  Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

                                                                                                                                  Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

                                                                                                                                  Ya los ejércitos me cercan, las hordas.(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

                                                                                                                                  El nombre de una mujer me delata.

                                                                                                                                  Me duele una mujer en todo el cuerpo.

                                                                                                                                  Ajedrez

                                                                                                                                  I

                                                                                                                                  En su grave rincón, los jugadores

                                                                                                                                  rigen las lentas piezas. El tablero

                                                                                                                                  los demora hasta el alba en su severo

                                                                                                                                  ámbito en que se odian dos colores.

                                                                                                                                  Adentro irradian mágicos rigores

                                                                                                                                  las formas: torre homérica, ligero

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  caballo, armada reina, rey postrero,

                                                                                                                                  oblicuo alfil y peones agresores.

                                                                                                                                  Cuando los jugadores se hayan ido,

                                                                                                                                  cuando el tiempo los haya consumido,

                                                                                                                                  ciertamente no habrá cesado el rito.

                                                                                                                                  En el Oriente se encendió esta guerra

                                                                                                                                  cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.

                                                                                                                                  Como el otro, este juego es infinito.

                                                                                                                                  II

                                                                                                                                  Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada

                                                                                                                                  reina, torre directa y peón ladino

                                                                                                                                  sobre lo negro y blanco del camino

                                                                                                                                  buscan y libran su batalla armada.

                                                                                                                                  No saben que la mano señalada

                                                                                                                                  del jugador gobierna su destino,

                                                                                                                                  no saben que un rigor adamantino

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  sujeta su albedrío y su jornada.

                                                                                                                                  También el jugador es prisionero

                                                                                                                                  (la sentencia es de Omar) de otro tablero

                                                                                                                                  de negras noches y de blancos días.

                                                                                                                                  Dios mueve al jugador, y este, la pieza.

                                                                                                                                  ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza

                                                                                                                                  de polvo y tiempo y sueño y agonía?

                                                                                                                                  Jorge Luis Borges falleció el 14 de junio de 1986 en Ginebra, Suiza.
                                                                                                                                  Foto: AP - Eduardo Di Baia

                                                                                                                                  Jorge Luis Borges, el escritor nacido en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899, es reconocido como una de las figuras claves de la literatura hispana y universal. Sus obras más conocidas, “Ficciones” y “El Aleph”, dan cuenta de la forma en la que Borges conectaba sus cuentos a través de temas comunes, mientras exploraba ideas filosóficas con la eternidad, la memoria y más.

                                                                                                                                  Con su familia viajó extensamente por Europa y estudió durante cuatro años en Suiza. Cuando regresó a Argentina, en 1921, comenzó a publicar sus poemas y ensayos en revistas literarias, mientras trabajaba como bibliotecario, profesor y conferencista. En 1955 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional de la República de Argentina y para 1960 su trabajo estaba siendo traducido y publicado en Estados Unidos y Europa. Recibió varios galardones, entre ellos el Premio Formentor, junto a Samuel Beckett en 1961, y varias veces se creyó que llegaría a recibir el Nobel, pero nunca sucedió.

                                                                                                                                  Borges falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986 y a esta ciudad suiza dedicó su último libro, “Los conjurados”. Murió fuera del lugar que lo vio crecer y hacerse escritor, porque no quería que su cáncer y enfisema pulmonar fueran un acontecimiento que se convirtiera en un “gran circo nacional”. No le gustaba la idea de que su muerte fuera una noticia de primera plana. Así que decidió viajar con su esposa, María Kodama, y anunciaron que no volverían a la que fue su casa por muchos años, aunque el escritor tuvo dos patrias a su espalda: Argentina y Suiza, en esta última nación pasó parte de su niñez y la llamó su segunda patria.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de los reyes, en Ginebra. Su lápida tiene hay frases de sus obras, pero también una que se cree que es una dedicatoria de su esposa. La lápida, de piedra blanca, fue diseñada por el escultor argentino Eduardo Longato.

                                                                                                                                  A continuación, algunos poemas de Jorge Luis Borges, para recordarlo en el día de su muerte:

                                                                                                                                  Arte poética

                                                                                                                                  Mirar el río hecho de tiempo y agua

                                                                                                                                  y recordar que el tiempo es otro río,

                                                                                                                                  saber que nos perdemos como el río

                                                                                                                                  y que los rostros pasan como el agua.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Sentir que la vigilia es otro sueño

                                                                                                                                  que sueña no soñar y que la muerte

                                                                                                                                  que teme nuestra carne es esa muerte

                                                                                                                                  de cada noche, que se llama sueño.

                                                                                                                                  Ver en el día o en el año un símbolo

                                                                                                                                  de los días del hombre y de sus años,

                                                                                                                                  convertir el ultraje de los años

                                                                                                                                  en una música, un rumor y un símbolo,

                                                                                                                                  ver en la muerte el sueño, en el ocaso

                                                                                                                                  un triste oro, tal es la poesía

                                                                                                                                  que es inmortal y pobre. La poesía

                                                                                                                                  vuelve como la aurora y el ocaso.

                                                                                                                                  A veces en las tardes una caranos mira desde el fondo de un espejo;

                                                                                                                                  el arte debe ser como ese espejo

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  que nos revela nuestra propia cara.

                                                                                                                                  Cuentan que Ulises, harto de prodigios,

                                                                                                                                  lloró de amor al divisar su Itaca

                                                                                                                                  verde y humilde. El arte es esa Itaca

                                                                                                                                  de verde eternidad, no de prodigios.

                                                                                                                                  También es como el río interminable

                                                                                                                                  que pasa y queda y es cristal de un mismo

                                                                                                                                  Heráclito inconstante, que es el mismo

                                                                                                                                  y es otro, como el río interminable.

                                                                                                                                  Ausencia

                                                                                                                                  Habré de levantar la vasta vida

                                                                                                                                  que aún ahora es tu espejo:

                                                                                                                                  cada mañana habré de reconstruirla.

                                                                                                                                  Desde que te alejaste,

                                                                                                                                  cuántos lugares se han tornado vanos

                                                                                                                                  y sin sentido, igual

                                                                                                                                  esa luces en el día.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Tardes que fueron nicho de tu imagen,

                                                                                                                                  músicas en que siempre me aguardabas,

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  palabras de aquel tiempo,

                                                                                                                                  yo tendré que quebrarlas con mis manos.

                                                                                                                                  ¿En qué hondonada esconderé mi alma

                                                                                                                                  para que no vea tu ausencia

                                                                                                                                  que como un sol terrible, sin ocaso,

                                                                                                                                  brilla definitiva y despiadada?

                                                                                                                                  Tu ausencia me rodeac

                                                                                                                                  omo la cuerda a la garganta,

                                                                                                                                  el mar al que se hunde.

                                                                                                                                  El amenazado

                                                                                                                                  Es el amor. Tendré que cultarme o que huir.

                                                                                                                                  Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

                                                                                                                                  La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.

                                                                                                                                  ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,

                                                                                                                                  la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,

                                                                                                                                  los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

                                                                                                                                  Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

                                                                                                                                  Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se

                                                                                                                                  levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

                                                                                                                                  Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

                                                                                                                                  Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

                                                                                                                                  Ya los ejércitos me cercan, las hordas.(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

                                                                                                                                  El nombre de una mujer me delata.

                                                                                                                                  Me duele una mujer en todo el cuerpo.

                                                                                                                                  Ajedrez

                                                                                                                                  I

                                                                                                                                  En su grave rincón, los jugadores

                                                                                                                                  rigen las lentas piezas. El tablero

                                                                                                                                  los demora hasta el alba en su severo

                                                                                                                                  ámbito en que se odian dos colores.

                                                                                                                                  Adentro irradian mágicos rigores

                                                                                                                                  las formas: torre homérica, ligero

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  caballo, armada reina, rey postrero,

                                                                                                                                  oblicuo alfil y peones agresores.

                                                                                                                                  Cuando los jugadores se hayan ido,

                                                                                                                                  cuando el tiempo los haya consumido,

                                                                                                                                  ciertamente no habrá cesado el rito.

                                                                                                                                  En el Oriente se encendió esta guerra

                                                                                                                                  cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.

                                                                                                                                  Como el otro, este juego es infinito.

                                                                                                                                  II

                                                                                                                                  Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada

                                                                                                                                  reina, torre directa y peón ladino

                                                                                                                                  sobre lo negro y blanco del camino

                                                                                                                                  buscan y libran su batalla armada.

                                                                                                                                  No saben que la mano señalada

                                                                                                                                  del jugador gobierna su destino,

                                                                                                                                  no saben que un rigor adamantino

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  sujeta su albedrío y su jornada.

                                                                                                                                  También el jugador es prisionero

                                                                                                                                  (la sentencia es de Omar) de otro tablero

                                                                                                                                  de negras noches y de blancos días.

                                                                                                                                  Dios mueve al jugador, y este, la pieza.

                                                                                                                                  ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza

                                                                                                                                  de polvo y tiempo y sueño y agonía?

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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