Jorge Velosa: “La carranga es una forma de ver e interpretar la vida”
Nueva entrega de la serie “Fuera del papel” (entrevistas con autores a partir de los personajes de sus obras) con Jorge Velosa, quien decidió publicar Historiando mi cantar, un libro que viaja por la historia de su música: la carranga, la que ha sido protagonista en esta obra y todas las demás.
Samuel Sosa Velandia
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Mis abuelitos maternos vienen de Boyacá, más específicamente del Rinconcito del cielo, como llaman al Espino, el pueblo del que escaparon para poder sellar su amor bajo los ojos de Dios, pero sin la aprobación familiar. Con dos hijos ya en brazos viajaron hasta Bogotá para buscar la suerte y, aunque muy jóvenes dejaron su casa física, las tradiciones viajaron con ellos.
Mucho de lo que nos han compartido como hijos y nietos de ese hogar que constituyeron ha definido lo que somos como personas, pero en especial como familia. Entre esos relatos y recuerdos apareció la carranga, la música de sus rumbas, de su juventud, de su tierra. Escuchar esas canciones y las historias de mis abuelitos despertó una curiosidad en mí por entender qué era eso que sonaba, pero sobre todo, quién era el que cantaba. Entonces, fue cuando conocí la danza folclórica, y esas preguntas empezaron a responderse. Supe que Jorge Luis Velosa Ruiz fue el que le dio vida y forma a ese género que no solo se baila en mi familia, sino que es el sonido que representa a todo un pueblo.
La cucharita, Julia, Julia, Julia, El rey pobre y El amor es una vaina son algunas de las canciones sobre las cuales Velosa decidió hacer un libro contando la historia detrás de esas letras. “Historiando mi cantar: un viaje por la carranga” es el nombre de esa publicación, en la que hizo de la música la protagonista.
El artista y escritor estará este sábado, a las 10 de la mañana, dictando una charla sobre cómo la naturaleza ha inspirado algunas de sus canciones y luego estará firmando su libro.
¿Cómo nació Historiando mi cantar: un viaje por la carranga? ¿Qué lo motivó a escribirlo?
Para responderle echo mano de una copla tradicional que dice:
La camisa de los pobres,
parece un jardín de flores;
remiendo sobre remiendo,
de muchísimos colores.
Si esta camisa fuera “Historiando mi cantar”, entre los muchos colores que le dieron impulso, le puedo contar que, desde mis inicios cantoriles, me ha gustado historiar lo que canto. Recuerdo que hace años alguien me dijo que le gustaban mis canciones, pero que lo que más le gustaba era lo que decía entre canción y canción. Unos años después se dio el carrangazo nacional con La cucharita, La Julia, La pirinola, La china que yo tenía y otras, y escribí un breve libro contando su origen. Desde entonces, en tarima y en programas radiales, me dediqué a contar la historia de la obra que se interpretaría. Apuntaba en la memoria y en mis libretas la esencia de lo contado. En pandemia hice un programa radial veredal contando y difundiendo las canciones publicadas; algunos oyentes preguntaron si esas historias se conseguían por escrito, y ese fue el chispazo que iluminó el camino. Ahí me dije: “El libro está hecho; ahora siéntese y escríbalo”.
Si piensa en la carranga, ¿lo lleva a algún lugar o a una persona? ¿Cuál o quién y por qué?
A todas las anteriores, y eso es justamente el libro: una mano lava la otra y las dos juntas lavan la cara. Para mí la carranga es una forma de ver e interpretar la vida: los lugares, las personas, el tiempo, las anécdotas, las alegrías, los pesares y las injusticias. Por eso creo que soy un cronista musical.
El libro está dividido en cuatro jornadas que pueden ser vistas como etapas que marcaron su vida. ¿En qué ha cambiado la relación con la carranga y con su arte a lo largo de este tiempo?
Las jornadas son parte de la estructura. Las historias van apareciendo en orden cronológico, muy cerca de la publicación de cada disco. A través de ellas cuento varias cosas de mi vida; son como aromas o señas autobiográficas. Mi relación con la carranga sigue siendo “la misma, pero distinta”, antes la cantaba más y la escribía menos en prosa, ahora es lo contrario.
¿Qué cosas han sido trascendentales o han motivado esa transición?
El paso de los años y el peaje, cada vez mayor, que cobra el tiempo. Por otra parte, no estar en tarima hace más de un lustro ha hecho que retome proyectos literarios aplazados como El convite de los animales y Abuelo de pájaro, ya publicados por Editorial Monigote, y ahora Historiando mi cantar, libro que estamos lanzando y promoviendo con la misma editorial, porque me estoy percatando de que, en los libros como en la música, hay que aplicar la teoría de la gallina: “No es suficiente con poner un huevo, sino que hay que cacarearlo”. Y hablando de cacarear, hoy en la Carpa Cultural de la Filbo, a las 10 a.m., estoy presentando la conferencia “Carranga y naturaleza”, y firmando libros.
Qué ha sido más complejo: escribir canciones o escribir este libro…
Como le decía, lo uno generó lo otro. Eché mano de la memoria, de libretas de apuntes, de investigación, disciplina y creatividad a ratos ficcionada.
Fue el inventor de la carranga, ¿qué hay en ella de usted?
Eso dicen, pero el género carranguero, como lo cuento en “Historiando”, lo hemos construido entre muchos. Simplemente froté un chorote. Eso sí, de la carranga he sido un pregonero de tiempo completo. ¿Qué hay de mí en la carranga? Mi pensamiento, mi visión de muchas cosas de la vida que he plasmado cantando, recitando, escrito, verbalizado, actuando o “humoreando”.
¿Puede contarme más del origen de la palabra “carranga”?
De significar animal muerto, arrutanado o enfermo, comprado y comercializado a veces clandestinamente por un carranguero, pasó a ser, por el nombre de nuestro grupo y su proyección, un género musical dentro de nuestras tendencias artísticas populares. Y ojo con lo de popular, que generalmente se confunde con populachero, populista y popularizado, porque “aunque venimos del mismo jarro, no es lo mismo pocillo que jarro”.
En su libro es evidente que la carranga le canta a todo, pero me gustaría saber qué la identifica, qué la hace única.
Ser un género musical con sus propias características, que están contadas en la presentación que hago del libro y en el prólogo que escribió Marco Villarreal.
Hábleme de la carranga y su relación con los campesinos...
Le respondo con otra copla:
Esto dijo el armadillo
bajando por la colina:
viva el campo, viva yo,
el vecino y la vecina,
y vivan quienes pregonan,
la cultura campesina.
Muchas de las vivencias que se cantan en la carranga, nuestras y de otros compositores e intérpretes, son de los aconteceres del campo, pero también hay algunas de este lugar y su relación con la ciudad, y una que otra propiamente de las urbes. Han sido los campesinos los que más se han identificado con ella, tanto, que a la carranga también se la llama música campesina.
¿Y la carranga les pertenece a todos o solo a un pueblo?
Si por pueblo entendemos a todo el colmenar, pues a todos. Somos cientos de miles los que ya en nuestros corazones la hemos declarado Patrimonio Nacional.
¿Le hace falta escribir alguna canción sobre algo que haya vivido o alguien que sea parte de su vida?
Mi respuesta es, nuevamente, todas las anteriores. Y en esas ando con los proyectos literarios que me faltan por escribir y que ojalá pueda publicar, con el apoyo de Marco Villarreal, recuperando obras musicales que reposan en mis archivos para “si el lazo alcanza y la burra arrima”, hacer una selección y también publicarlas.