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Juan Carlos Echeverry: liderazgo en tiempos de crisis

En esta nueva entrega de Memorias conversadas, Isabel López Giraldo entrevistó a Juan Carlos Echeverry, quien habló de su trayectoria en la gestión y el manejo de crisis, además detalló sobre sus orígenes.

Isabel López Giraldo
07 de septiembre de 2024 - 11:33 p. m.
Juan Carlos Echeverry Garzón ​es un economista y académico colombiano.
Juan Carlos Echeverry Garzón ​es un economista y académico colombiano.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

Soy una persona que resuelve problemas, me he entrenado para solucionar asuntos relacionados con economía y finanzas. Un técnico que se involucra en el detalle  al frente de empresas como Ecopetrol, de instituciones como el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional. He atendido temas que van desde las transferencias territoriales, pensiones, sostenibilidad fiscal, regalías del petróleo, sistemas de transferencias a las familias, entre otras.

Esta dedicación me llevó a estudiar un doctorado en Economía, y los debates intelectuales de la economía me llevaron a estudiar también Filosofía.

Mi propósito, en cada responsabilidad, es aportar en la conformación de un grupo de colegas expertos en los temas, que vaya hasta el fondo de cada cuestión, que rete la forma como se ha entendido los problemas hasta el presente. Hay una exigencia de profundidad que es crucial, toma tiempo y debe contar con el talento adecuado. Para eso hay que involucrarse de lleno y buscar que la solución realmente apunte al problema.

Busco armar equipos de alto desempeño. Un equipo bueno resuelve problemas difíciles y es capaz de mejorar una estrategia inadecuada; pero un equipo inadecuado malogra inclusive la mejor estrategia.

Además, promuevo dinámicas de exigencia y mística que considero claves para resolver  problemas complejos. Un equipo que trabaja sin mística, sin un sentido de propósito y de urgencia, difícilmente es eficaz. Ese tipo de grupos y esa disposición mental es más fácil de crearlos en situaciones críticas. Las crisis cambian a las personas y a los equipos. En condiciones normales, la gente opta por mantener el estatus quo, así vaya a llevar lentamente a una debacle. En contraste, durante las crisis estamos dispuestos a hacer esfuerzos especiales, ser más agudos y persistentes, con lo cual se activa un inmenso poder transformador.

Se debe asegurar que haya suficiente tiempo para los problemas cruciales. Para eso es esencial priorizar. Nadie es bueno en todo, ni es bueno para todo. Una agenda atiborrada es un enemigo de la gestión. Leo constantemente sobre temas muy distintos como historia, política, divulgación científica, literatura y prácticamente lo que me caiga en las manos. Pero también busco ser buen estudiante de aquellas cosas de las que vivo.

En el plano personal, desde siempre he sido sociable, me encanta bailar y la euforia de la fiesta en Colombia que, sin duda, supera a la de cualquier otro país que yo conozca. Otra cosa importante es el sentido de humor. Considero que dos personas realmente se entienden cuando se ríen de lo mismo.  La risa espontánea demuestra que se entendió lo dicho. Por ejemplo, cuando dicto clase o conferencias, actividad que realizo con frecuencia en la actualidad, sé quién está conectado y entendiendo cuando capta los chistes que mezclo entre la materia normalmente seria y un poco seca de la Economía.

Orígenes

La historia familiar me ha interesado desde siempre. Me llevó a escribir En sitios más oscuros, una novela  de la que hablaré más adelante.

Beatriz Garzón de Echeverry, mi mamá, es de Ubaté, Cundinamarca, región lechera. Gabriel Echeverry García, mi papá de Villahermosa, Tolima, zona cafetera, receptora de la emigración antioqueña. Por eso digo que soy “café con leche”. Con esa frase iniciaba mis discursos de la campaña presidencial.  La gente de inmediato identificaba mi origen. Curiosamente, mi mamá era morenita y mi papá de tez blanca. Como en todas las familias colombianas, uno sale café con leche.

La familia de mi papá es de los municipios de Marinilla, Abejorral, La Ceja, Santuario, Rionegro, tierra fría antioqueña. Cayetano Echeverry, mi bisabuelo, se casó con Claudina Gutiérrez y de allí nacieron Roberto, Octavio, Gabriel e Ignacio. Dicen que el bisabuelo Cayetano murió de un ataque mientras fumaba un cigarrillo en la Asamblea de Antioquia.

Gabriel Echeverry Gutiérrez, mi abuelo, viajó con sus hermanos al norte del Tolima en busca de minas para explotar.  Llegaron a Villahermosa, Tolima, ubicada al occidente del Líbano, en dirección al Nevado del Ruíz. Es una región montañosa, muy inclinada, al punto de que dicen que sirve para colgar cuadros en las laderas. Por el frente las casas son de un nivel y en la parte de atrás tienen cuatro.

En el pueblo vivía la familia García, de un general de la República, nombrado a raíz de la guerra de los mil días. Pedro García Rivera tenía veinticuatro hijos, de los cuales se criaron veintiuno. Las mayores eran agraciadas y de ellas se enamoraron los Echeverry.

Resulta que el general García era conservador, mientras que mi abuelo y sus hermanos eran liberales. Entonces, el general García les dijo que, para poderse casar con sus hijas, tenían que volverse conservadores. Ninguna causa más noble que el amor para cambiar de filiación política.

Pedro García fue político, representante a la Cámara, amigo del presidente Pedro Nel Ospina. De hecho, lo invitó a su casa en Villahermosa. Pero el presidente tuvo que devolverse a mitad de camino porque recibió la noticia de que le iban a dar un golpe de Estado.

Si desea leer la historia completa puede acceder a este enlace.

Por Isabel López Giraldo

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