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                                                                                                                                Juan Forn: una vida rebelde que marcó el pulso de las letras argentinas

                                                                                                                                Siendo escritor, traductor, editor y periodista, Juan Forn tradujo sus gustos y preocupaciones en narraciones y proyectos que impulsaron a varios autores argentinos, así como a secciones periodísticas del diario Página12, esfuerzos que lo consolidaron como un referente literario en su país. Forn falleció el 20 de junio a causa de un infarto.

                                                                                                                                Probando la poesía, y descubriendo que ese no era el camino, que lo suyo era la narración en prosa, Juan Forn entendió que su vida la iba a dedicar a la literatura. Uno de los "Trópicos" de Henry Miller y "Rayuela" lo impulsaron a tomar esa decisión.
                                                                                                                                Foto: Ministerio de Cultura de Argentina
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Desde niño, cuando estudió en el colegio Cardenal Newman, desafió el orden establecido, aquel dedicado a formar jóvenes de familias acomodadas para servir a las lógicas económicas y productivas, impulsando a sus estudiantes a comportarse bajo una misma fórmula: “Los Newman Boys saben de sus limitaciones y, durante años, se mantuvieron acotados a dos rubros: el campo y las finanzas. En ambos casos hicieron lo único que saben hacer, que es hacer plata con plata. El problema del Newman Boy es que no sabe qué hacer con la plata: ignora cómo convertir dinero en desarrollo, de la especie que sea. El Newman Boy sólo sabe hacer lo mismo una y otra vez, porque su única referencia, su único modelo, su único espejo son los demás Newman Boys. Ellos van juntos al colegio y a la universidad, juegan al rugby juntos y después al golf, se casan y tienen hijos juntos y hasta se separan juntos (son de casarse por segunda vez con la ex de un Newman), viven juntos y veranean juntos, y por supuesto hacen negocios juntos, y mandan a sus hijos al Colegio Newman y los fines de semana van al Club Newman a mamar el espíritu Newman encarnado en la jornada de rugby dominical”, escribió Forn en la columna de opinión La balada de Mauri y los Newman Boys.

                                                                                                                                Probando la poesía, y descubriendo que ese no era el camino, que lo suyo era la narración en prosa, entendió que su vida la iba a dedicar a la literatura. Uno de los Trópicos de Henry Miller y Rayuela, libros que devoró en cuestión de horas mientras viajaba como mochilero por Europa a sus veinte años, lo impulsaron a tomar esa decisión. Corazones cautivos más arriba, Nadar de noche, La tierra elegida, María Domeq y Ningún hombre es una isla son algunos de sus títulos. Además de su faceta como autor, y trabajando en editoriales como Emecé y Planeta, fue el impulsor, la fuerza de apoyo, de escritores argentinos como Rodolfo Rabanal, Vlady Kociancich, Abelardo Castillo, Alberto Laiseca, Isidoro Blaisten y Miguel Briante, además de Rodrigo Fresán, Marcelo Figueras y Mariana Enríquez, estos últimos bajo el manto de la colección Biblioteca Sur. A esta lista se sumaron Antonio Dal Masetto, Martín Caparrós, Matilde Sánchez, Guillermo Saccomanno y Rodolfo Fogwill. “De pronto Juan logró lo que parecía imposible en la Argentina frívola de los años 90: lograr que los libros se pusieran de moda. Que se hablara de los libros y de los escritores”, afirma Silvina Friera en Juan Forn, el autor que escribía y siempre invitaba a leer.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Le sugerimos: Mariana Enríquez: “La literatura es un terreno de total libertad”

                                                                                                                                “Yo no soy muy programático para escribir. Siempre me dejo guiar por la intuición o por el pálpito de ‘acá hay relato’. Cuando veo algo que puedo contar avanzo por ahí, busco”, afirmó Form en entrevista con Luciano Lamberti. Y es que así lo recuerda Martín Granovsky: “Vos le preguntabas algo y el tipo siempre te contestaba igual: ‘¡Es fácil, boludo!’. La diferencia con otra gente es que después, al segundo, Juan Forn te explicaba cómo”. Sin embargo, esa sensación de facilidad estaba muy lejos de ser real. Su trabajo le demandó tiempo y esfuerzo, pero también desgaste físico y mental. El recurrir a pastillas y al alcohol lo llevó a sufrir un coma hepático que casi lo mata. Desde entonces, optó por vivir fuera de Buenos Aires, atravesó por un tiempo en el que se peleó con la vida, en el que la depresión lo llevó, incluso, a no querer escribir otra novela, pero sus columnas en Página12, recopiladas en El hombre que fue viernes, Los viernes y Cómo me hice viernes, lo encaminaron de nuevo al oficio con el que ayer, 20 de junio, falleció a causa de un infarto.

                                                                                                                                Probando la poesía, y descubriendo que ese no era el camino, que lo suyo era la narración en prosa, Juan Forn entendió que su vida la iba a dedicar a la literatura. Uno de los "Trópicos" de Henry Miller y "Rayuela" lo impulsaron a tomar esa decisión.
                                                                                                                                Foto: Ministerio de Cultura de Argentina
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Probando la poesía, y descubriendo que ese no era el camino, que lo suyo era la narración en prosa, entendió que su vida la iba a dedicar a la literatura. Uno de los Trópicos de Henry Miller y Rayuela, libros que devoró en cuestión de horas mientras viajaba como mochilero por Europa a sus veinte años, lo impulsaron a tomar esa decisión. Corazones cautivos más arriba, Nadar de noche, La tierra elegida, María Domeq y Ningún hombre es una isla son algunos de sus títulos. Además de su faceta como autor, y trabajando en editoriales como Emecé y Planeta, fue el impulsor, la fuerza de apoyo, de escritores argentinos como Rodolfo Rabanal, Vlady Kociancich, Abelardo Castillo, Alberto Laiseca, Isidoro Blaisten y Miguel Briante, además de Rodrigo Fresán, Marcelo Figueras y Mariana Enríquez, estos últimos bajo el manto de la colección Biblioteca Sur. A esta lista se sumaron Antonio Dal Masetto, Martín Caparrós, Matilde Sánchez, Guillermo Saccomanno y Rodolfo Fogwill. “De pronto Juan logró lo que parecía imposible en la Argentina frívola de los años 90: lograr que los libros se pusieran de moda. Que se hablara de los libros y de los escritores”, afirma Silvina Friera en Juan Forn, el autor que escribía y siempre invitaba a leer.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Le sugerimos: Mariana Enríquez: “La literatura es un terreno de total libertad”

                                                                                                                                “Yo no soy muy programático para escribir. Siempre me dejo guiar por la intuición o por el pálpito de ‘acá hay relato’. Cuando veo algo que puedo contar avanzo por ahí, busco”, afirmó Form en entrevista con Luciano Lamberti. Y es que así lo recuerda Martín Granovsky: “Vos le preguntabas algo y el tipo siempre te contestaba igual: ‘¡Es fácil, boludo!’. La diferencia con otra gente es que después, al segundo, Juan Forn te explicaba cómo”. Sin embargo, esa sensación de facilidad estaba muy lejos de ser real. Su trabajo le demandó tiempo y esfuerzo, pero también desgaste físico y mental. El recurrir a pastillas y al alcohol lo llevó a sufrir un coma hepático que casi lo mata. Desde entonces, optó por vivir fuera de Buenos Aires, atravesó por un tiempo en el que se peleó con la vida, en el que la depresión lo llevó, incluso, a no querer escribir otra novela, pero sus columnas en Página12, recopiladas en El hombre que fue viernes, Los viernes y Cómo me hice viernes, lo encaminaron de nuevo al oficio con el que ayer, 20 de junio, falleció a causa de un infarto.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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