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“‘Esfuérzate más muchacho’ es el mensaje que recibo con este galardón”, comenta en una entrevista el autor teatral, que se muestra “contento, abrumado y agradecido al jurado”.
“No exagero si digo que siempre considero que los premios no se te dan por lo que has hecho, sino por lo que esperan que hagas”, añade Mayorga (Madrid, 1965); recuerda así que, en sus estudios de primaria, le pusieron una calificación de nueve sobre diez puntos posibles en una redacción y sintió que era “una nota inmerecida”.
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Desde entonces, repasa que ha recibido premios inmerecidos y este Princesa de Asturias “es altísimo”, afirma Mayorga. “Lo último que debería hacer -cree- es intentar repetir aquello por lo que he sido premiado, sino buscar nuevas encrucijadas”.
“Quiero pensar que al premiarme se señala no sólo mi modesto trabajo personal, sino al teatro”, dice el dramaturgo, por lo que quiere compartir el galardón con todos las personas con las que trabaja, desde los actores a los directores, escenógrafos, iluminadores, responsables de vestuario, músicos y espectadores.
Un teatro que hace pensar
A este dramaturgo, la perfección lo persigue, jamás da por cerrado un texto: “No reescribo, continuo escribiendo”, explica. Porque asegura que está “siempre en conflicto con todos sus textos”.
“La reescritura es previa a la escritura, porque cuando se escribe una línea, la cabeza ya ha desechado dos”, subraya Mayorga.
Considera que “la puesta en escena de un texto es un encuentro con lectores y espectadores, un acto que exime al escritor de seguir peleando con el texto”.
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Se confiesa “un enfermo de teatro”, con el objetivo de “escribir una obra que ayude a las personas a examinar sus vidas reales y posibles”.
Porque “el teatro es el arte de la reunión y la imaginación, el arte de la crítica y de la utopía”.
Según el jurado, desde sus comienzos, Mayorga ha propuesto una formidable renovación de la escena teatral, “dotándola de una preocupación filosófica y moral que interpela a nuestra sociedad, al concebir su trabajo como un teatro para el futuro y para la esencial dignidad del ser humano”.
Es el tercer dramaturgo que obtiene el Princesa de Asturias de las Letras, tras el español Francisco Nieva en 1992 y el estadounidense Arthur Miller en 2002.
Es miembro de la Real Academia Española y autor de obras como “Siete hombres buenos” y “Más ceniza”; ha adaptado obras del teatro clásico español e inglés, además de recibir varios de los premios literarios y teatrales más relevantes de España.
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